Lado B
Medios y audiencias: los claroscuros de una relación
Entre audiencias y medios existe una relación de confianza en la que ambas partes tienen expectativas mutuas, de las que se derivan algunos roles que cada uno debe cumplir
Por Rubén A. González @
18 de julio, 2022
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Uno de los mitos fundacionales del periodismo liberal, promovido por los países occidentales durante la Guerra Fría, es que los medios de comunicación deben ser los contrapesos del poder. Es decir, su función principal es la de vigilar a los gobiernos y élites (políticas, económicas y sociales). Al hacerlo, responden al derecho de los ciudadanos de estar informados, fomentan la rendición de cuentas de las autoridades y, como resultado, fortalecen la democracia.

Bajo esta perspectiva, entre audiencias y medios existe una relación de confianza en la que las primeras esperan recibir de los segundos información útil, veraz, plural, y actual. Por su parte, estos últimos esperan que los receptores consuman noticias, y valoren los esfuerzos que los periodistas hacen para producirlas. En concreto, ambas partes tienen expectativas mutuas, de las que se derivan algunos roles que cada actor debe cumplir.

Sin embargo, entre el ideal y la realidad hay generalmente una distancia considerable que, en este caso, se manifiesta en una creciente brecha que separa a la prensa del público. Aunque el fenómeno es complejo y multifacético, se esbozan en las siguientes líneas algunas claves para su entendimiento.

Confianza a la baja

De acuerdo con el “Digital News Report 2022”, estudio anual realizado por el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, hay una clara tendencia global a la baja en cuanto al consumo de noticias y la confianza en los medios. Esto significa que, en términos generales, la gente cada vez está menos interesada en informarse a través de los medios tradicionales y, por tanto, desconfía de los contenidos noticiosos que producen.

Si bien el fenómeno es global, eso no quiere decir que sea homogéneo. En otras palabras, cada país lo experimenta de forma particular debido a sus condiciones específicas en términos políticos, económicos, sociales y culturales. Por ende, es importante dimensionar y contextualizar los datos.

Para el caso de México, la confianza en los medios es del 37%. Es decir, ni siquiera cuatro de cada diez receptores confían en las noticias que reciben. A manera de comparación, Finlandia es el país en donde las audiencias confían más en la prensa (69%); mientras que Estados Unidos sigue una tendencia a la baja (26%), ya que es el lugar en donde menos confianza en los medios se registró.

Por otra parte, el nivel de confianza en los medios registrado en nuestro país es consistente con el resto de Latinoamérica, ya que, en la última edición del Latinobarómetro, el promedio en la región fue de 39%.   

El nexo de confianza

Una posible explicación a este fenómeno es el concepto de nexo de confianza, en el que se indica que la lejanía entre la prensa y su audiencia tiene su origen en la creciente desconfianza social en las instituciones. Dicho de otra forma, las personas cada vez confían menos en el aparato institucional tanto público (gobierno o las fuerzas armadas) como privado (empresas). Dado que los medios de comunicación son también instituciones, tienden a ser evaluados de manera similar que las demás.

En ese sentido, el desprestigio creciente de políticos y funcionarios públicos, quienes frecuentemente son señalados de incompetentes y corruptos, también alcanza a la prensa. Motivo por el cual hay una percepción social de que los periodistas están al servicio del poder, mas no de la ciudadanía.

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Al igual que las mediciones de confianza antes mencionadas, la percepción negativa acerca de los medios no es homogénea, aunque se presente en diferentes lugares. Un nexo de confianza débil entre los receptores y los medios suele ser más frecuente en regímenes de corte populista, cuyos líderes señalan a algunas organizaciones periodísticas como adversarias de sus proyectos políticos. Esta situación fomenta que los simpatizantes del líder desconfíen de ellas, y consuman noticias que simplemente refuercen sus opiniones.

Una mirada local

Foto: Marlene Martínez

Un estudio sobre la violencia contra periodistas en México realizado por el autor de este texto, del que se extraen algunos datos de Puebla, también ofrece algunas claves para entender este fenómeno, especialmente a nivel local. 

Ocho periodistas en activo de la capital del estado, cuyos nombres se reservan por cuestiones éticas y metodológicas, externaron sus percepciones y vivencias sobre su relación con las audiencias de los medios para los que trabajaban en el momento en el que se realizó la investigación. Sus respuestas se organizan en tres rubros bien definidos. El nexo de confianza es débil en términos generales, aunque no necesariamente es culpa de los medios ya que las audiencias no están interesadas en lo que pasa a su alrededor, y sólo un entrevistado afirmó que hay un vínculo estrecho con ciertos grupos de la sociedad civil.

En cuanto al primer tema, cinco informantes señalaron que las personas no confían en los medios. Esto se debe a que la gente considera que estos últimos están al servicio de la clase en el poder. Así lo explicó un fotógrafo de un portal de noticias:

“Hay que aceptarlo como es: el periodismo tiene una mala reputación. Hoy en día los reporteros somos vistos como políticos o policías. Nos ven como aquellos que se venden, y que no dicen la verdad”.

De manera similar se expresó el editor de un periódico local: “El periodismo es una profesión devaluada. Es triste, pero la sociedad ya no confía en los medios. Los ciudadanos creen que estamos vendidos a los grupos de poder”. 

Por su parte, el director de un portal de noticias dijo que “los ciudadanos ya no confían más en las instituciones, incluidos los medios. Esto es porque las instituciones no muestran ningún interés por los temas sociales”.

Una reportera freelance añadió que “no todos los ciudadanos entienden lo importante que es nuestro trabajo. Sin embargo, también hay que reconocer que durante muchos años la mayoría de los medios han actuado como voceros del gobierno, especialmente durante el régimen priista”.

La última respuesta de este grupo es de otra reportera, quien indicó que “a las personas no les interesan las agresiones contra la prensa, porque muchos periodistas no escuchan a los ciudadanos, especialmente cuando nos critican. Esto es una doble moral, porque los escuchamos cuando critican al gobierno, pero los ignoramos cuando nos cuestionan a nosotros”.

Por otro lado, el segundo grupo de respuestas –integrado sólo por dos entrevistados- apuntó a que la falta de cercanía con las audiencias es debido a que la mayoría de sus miembros no se interesan por lo que sucede a su alrededor. Así lo expuso el director de otro medio digital: “La gente tiene sus propios problemas y, por lo tanto, no le importa lo que pase con la prensa. Piensa que si nos agreden es parte de nuestro trabajo. Es como si fuéramos pilotos de Fórmula 1 que si tienen un accidente dicen ‘qué pena, pero es parte de tu trabajo’. La gente quiere que los medios la protejan, pero no se mueve para protegernos”.

De manera similar se manifestó otro fotógrafo de una agencia de noticias: “Si al ciudadano promedio no le importa quién va a ser el próximo candidato a la presidencia, mucho menos va a estar interesado en el periodismo”.

Finalmente, la corresponsal de un periódico nacional fue la única que señaló que, si bien no con la sociedad en general, sí existe cierto lazo de confianza entre la prensa y algunos actores específicos: “El ciudadano de a pie no está muy interesado en el periodismo, mucho menos en la seguridad de los periodistas, pero algunas de nuestras fuentes sí se preocupan. Ellas entienden que tanto el reportero como la fuente corren el mismo riesgo”.

A manera de colofón

Tal y como ha sido brevemente expuesto, la relación medios-audiencias no es algo dado; tampoco es homogénea, automática, ni estática. Por el contrario, es coyuntural, focalizada, y variable; ya que implica el constante cumplimiento de expectativas y roles mutuos.

En ese sentido, importa señalar que al igual que la confianza interpersonal, en donde ambos sujetos deben esforzarse por mantenerla, el nexo que une a la prensa con su público también se fortalece –o debilita- con el desempeño de cada una de las partes.

Bajo estas condiciones, casos como el de Arturo Rueda, director del Diario Cambio, quien enfrenta cargos por una supuesta extorsión y lavado de dinero, lejos de contribuir a estrechar lazos entre los medios y la ciudadanía, profundiza la brecha que los separa. 

Dado que la credibilidad es uno de los activos más importantes de cualquier periodista, este tipo de sucesos afectan no sólo al personaje y su organización, sino al sistema mediático local en su conjunto. Y es que, el consumidor promedio de noticias –ese que no pertenece al llamado círculo rojo– no necesariamente alcanza a distinguir entre un periodista o medio individual del resto.

Por lo tanto, es imperativo que el gremio periodístico redoble esfuerzos para no comprometer el frágil nexo de confianza que lo une con sus audiencias, cumpliendo con las expectativas y roles que estas esperan de él. Para lograrlo, los medios se deben acercar a sus receptores para entender sus necesidades informativas, y procurar satisfacerlas.

*Foto de portada: Marlene Martínez

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Autor Lado B
Rubén A. González
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