Lado B
#NoTodosSomosLoret
Es indignante que AMLO critique un ingreso de Loret pagado en parte por Televisa, sin reparar que su gobierno paga a la televisora más de 200 millones de pesos al año por “publicidad”
Por Juan Manuel Mecinas @jmmecinas
13 de febrero, 2022
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López Obrador se equivocó: el presidente de un país no puede divulgar información privada de un ciudadano, tal como sus ingresos, y tampoco debe ordenar al SAT investigue a ese ciudadano, por más que sea un periodista que no guste al presidente y a muchos otros mexicanos.

Eso desencadenó un rotundo rechazo el viernes pasado: si Carlos Loret de Mola no es funcionario público ni tiene un contrato con el gobierno, sus ingresos son información privada que solo él puede hacer pública.

La mejor opción es que Loret demande al presidente para que quede un precedente importante: la información de una persona no puede ser publicada por ningún funcionario sin su consentimiento. Lo contrario solo envalentona a gobernadores, presidentes municipales o secretarios que amenazan no solo a periodistas sino a ciudadanos.

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Todo lo anterior no significa que el periodismo de Loret sea el periodismo que necesita este país ni que la política de medios de López Obrador sea plausible.

Es indignante que AMLO critique un ingreso de Loret pagado en parte por Televisa, sin reparar que su gobierno paga a la televisora más de 200 millones de pesos al año por “publicidad”. Lo mismo puede decirse de La Jornada y de TvAzteca, cuyo dueño se mofa por no pagar impuestos.

No me indigna que un periodista pueda ganar tanto dinero, me resulta repugnante que un gobierno gaste más de dos mil millones de pesos al año en publicidad -que todos sabemos que es la forma en la que el gobierno controla a los medios-. El presidente que agradece a las redes sociales su apoyo, en el mundo real sigue financiando a las grandes mafias mediáticas.

Y me indigna, además, que el viernes ninguna televisora haya llevado en su noticiero estelar la nota referente al desatino del presidente al publicar los ingresos de Loret de Mola. Eso significa que esas televisoras siguen siendo las mercenarias de siempre: no importa la nota, sino el cálculo de los beneficios que las noticias acarrean.

No me gusta el periodismo de Loret. Ese dramatismo impostado, digno de una telenovela de Televisa, y la crítica repentina que solo los ingenuos le creen (ignoran que sus mismos compañeros lo acusaron de montar operativos o coberturas cuando gobernaba Calderón). AMLO lo ha señalado como enemigo de su régimen porque Loret ha actuado como tal. No hay un solo programa del periodista donde el gobierno de AMLO no sea su objetivo: y a veces sus reportajes no son críticos, sino opositores. Eso está lejos de ser periodístico. Tiene su valor, por supuesto, por el caos en que vive la oposición a López Obrador y porque algunas veces sus reportajes son algo más que golpeteo.

No obstante todo lo anterior, y siguiendo lo escrito por muchos periodistas y columnistas (especialmente David Brooks en The New York Times) después del atentado contra la revista Charlie Hebdo en París en 2015, puede no gustarme el periodismo de Loret, pero eso no justifica la actitud del presidente.

Detrás de todo está un probable acto de corrupción en forma hasta ahora de duda ¿por qué el hijo del presidente vivió en la casa de un alto ejecutivo de una proveedora de servicios de Pemex? La respuesta del presidente ha sido errática: no ha sabido acotar su responsabilidad y saber distinguirlo de la Casa Blanca de Peña Nieto. Decir, refiriéndose a la esposa de su hijo, que “al parecer la señora tiene dinero”, desdeñar la trayectoria de Carmen Aristegui o revelar el salario de Loret, no es la solución.

El rechazo a la actitud del presidente al publicar los ingresos de Loret es casi unánime porque es ilegal y a nadie le puede gustar que una autoridad revele información privada sin el consentimiento de otro.

Eso no quiere decir que Loret sea un mártir.

Eso no quiere decir que Loret sea un adalid del periodismo y la libertad de expresión.

Eso no quiere decir que el reportaje sobre la casa de Houston sea una pieza magistral de periodismo.

Eso tampoco quiere decir que no haya corrupción en el gobierno de López Obrador.

Eso no quiere decir que esto sea una dictadura o un intento de dictadura como Loret sugiere.

Eso no quiere decir que esta es la discusión que debamos tener.

Y, solo por eso, ya todos perdemos.

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Autor Lado B
Juan Manuel Mecinas
Profesor e investigador en derecho constitucional. Ha sido docente en diversas universidades del país e investigador en centros nacionales y extranjeros en temas relacionados con democracia, internet y políticas públicas.
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