Hace poco más de diez años, orillados un poco por la incertidumbre de una crisis laboral dimos forma a un sueño: construir un espacio informativo diferente, outsider tal vez, uno que aspirara a ser el LADO B del ecosistema de medios poblanos, es decir, no un espacio para mandarse mensajes entre la clase política ni un vehículo de promoción de figuras públicas. No. Queríamos un espacio periodístico con una línea editorial centrada en las personas y sus derechos, en sus necesidades informativas, siempre vigilante del poder. Con la aspiración de ser parte de la construcción y desarrollo de una sociedad informada y democrática en sus decisiones.

Y en esos diez años pasamos de ser siete personas en la redacción a dos en uno de los momentos más álgidos. Y de ahí volvimos a ser cinco, siete, nueve y cuando nos dimos cuenta ya éramos 15 personas en la nómina, un equipo que desbordaba talento. Y crecimos de una manera dispar, es decir que crecimos mucho más rápido que las fuentes de financiamiento.

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Desde el inicio sabíamos que para lograr la independencia de cualquier grupo político era importante mantenernos lejos del periodismo palaciego y sus relaciones, y cerca de las audiencias. Y en esos diez años logramos construir una relación importante con ustedes (hasta pan para el susto les ofrecimos cada vez que tembló): hicimos cenas de recaudación, que incluían rendición de cuentas (además de la página de transparencia que de por sí ya teníamos); hicimos rifas de arte, vendimos tazas y mercancía conmemorativa; hicimos encuentros de periodismo, decenas de foros de discusión y leímos libros en conjunto; hicimos boteos virtuales para pagar solicitudes de información; hicimos campañas de fondeo, hicimos mucho, pero en un país tan polarizado y precarizado todo lo que hicimos no fue suficiente.

Las ganas de hacer periodismo con ese compromiso no han menguado, y menos en un país en crisis en su relación con el poder, el constitucional y el fáctico. El periodismo sigue siendo una herramienta necesaria y urgente para entender en dónde estamos, pero toca a LADO B hacer una pausa. Detenerse en el camino y repensar sus formas, sus tiempos, sus modos de ser y estar. Toca parar para reflexionar sobre los modelos de sustentabilidad y viabilidad de los medios y periodistas que aspiramos a que la libertad de expresión sea la divisa de trabajo. 

Esto es una pausa, una pausa para retomar aire y construir el siguiente ciclo de este proyecto periodístico que nació de una crisis, y que no ha quitado un solo día el dedo del renglón que nos trazamos para documentar y a veces escribir el borrador de la historia poblana.

Gracias inmensas a ti, a nuestra comunidad LADO B. Gracias inmensas a las personas que de alguna manera –o varias– han colaborado con nuestro proyecto, a quienes han donado, a quienes nos han leído y a quienes han creído en LADO B. Gracias especiales al mejor equipo del mundo mundial por acompañarnos en esta locura, gracias por tanto amor, gracias por siempre, gracias totales.  

Hasta pronto

Mely y Ernesto