Queridas todas, aprovecho este #25N para manifestarme sobre un tema al que le hemos dado muchas vueltas en LADO B, pero que viene cada vez más a propósito de cualquier fecha y contexto. Ahí les voy:
Desde que nació LADO B teníamos claro que el objetivo era hablar de aquello de lo que no se habla o se habla poco. Que nuestra prioridad serían los derechos humanos, la transparencia, la diversidad sexual, los temas sociales, el periodismo en sí, y a eso se sumó la perspectiva de género de manera, digamos, más orgánica.
Cuando nació LADO B, yo todavía no me asumía feminista. Eso ocurrió en el camino y cambió mi manera de ver el mundo y, por lo tanto, de hacer periodismo.
En este andar he aprendido muchas cosas y me he equivocado en muchas otras, porque si no qué chiste. Esa suma de experiencias me ayuda a tomar decisiones y de alguna manera, por así decirlo, ha agudizado mi intuición y aclarado mis pensamientos.
Cuando comencé a escuchar sobre el feminismo transexcluyente entendía poco, pero me daba mucha curiosidad. Recurrí, como suelo hacer, a las más jóvenes, a mis amigas y al internet de las cosas para buscar respuestas. Les voy a ser honesta, hay un montón de cosas que sigo sin entender, pero lo que sí entiendo es que reproduce discursos de odio. Y eso me la puso fácil respecto de nuestra práctica periodística, porque desde hace tiempo en LADO B tenemos una política clara: no los difundimos.
Así que cualquier colectivo o movimiento con argumentos falaces y discursos con tufo a derecha rancia, sobre el tema que sea, lanzados además desde el anonimato, no son de nuestro interés y, por lo tanto, no les daremos cabida en nuestras letras y nuestra agenda.
LADO B lo hacemos personas que creemos en la libertad, en los derechos, y en que lo personal es político. Y desde ahí hacemos periodismo.
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