Lado B
Enviado el 09/11/2021 El ajedrez de la ciencia ♟👩‍🔬
Por Lado B @ladobemx
09 de noviembre, 2021
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Buen día, querida #ComunidadLADOB

 

 

 

 

Durante mucho tiempo, en México hubo profesiones que se tenían como inmaculadas, es decir que quienes las practicaban, se pensaba, eran personas respetables a toda prueba. Y pobre de aquel que se atreviera a contradecir esta idea. Dedicarse a la actividad científica, la religión y la literatura infería de manera automática superioridad moral, pero también hasta inmunidad o escrutinio sobre sus acciones, cualesquiera que fueran; por alguna razón, muchos pensaban que difundir el conocimiento, la fe y la cultura eran actividades ajenas a cualquier pasión o defecto inherente a los humanos comunes. Pero todo esto ocurrió porque detrás de ellos hubo (hay) todo un aparato social sostenido por académicos, docentes, periodistas, organismos laicos y divulgadores encargados de reforzar y defender a toda costa el estatus de las cosas. Porque trabajar para el conocimiento, la fe y la cultura es en comparación algo más noble que, digamos, ser político, sindicalista o policía.

Ahora sabemos que tener una maestría o doctorado no asegura que la persona sea más inteligente, culta o experta en un tema, ni siquiera que pueda ser un buen profesor, ya no digamos investigador destacado, mucho menos funcionario público. Muchos menos buena persona. Del clero ni hablemos, porque es un asco. Pero también sabemos que hay muchos científicos, sacerdotes y escritores cuya fama o popularidad les otorga inmunidad, aunque pesen sobre ellos las acusaciones más graves o sórdidas. Pueden defenderse solos, pero sus fans se encargan de reivindicarlos y protegerlos.

 

 

 

 

 

 

 

Estas son algunas noticias de la ciencia que me gustaría compartir con ustedes.

Creo que ya podemos decir sin temor a equivocarnos que un buen científico es un pésimo funcionario público (aunque lo mismo aplica para periodistas, escritores y activistas). Álvarez Buylla acumula problemas en los que ella misma se metió. En primera, porque hay evidencia de que acusó directamente a otros científicos-funcionarios, aunque lo había negado, además de tachar de su lista a otros tantos por conveniencia. Por otro lado, ahora ella es la que debe responder por una cantidad de dinero de los fideicomisos que ordenó desaparecer

 

 

 

Dejen de generalizar, en serio. Lo que mencionaba: si van a defender a las personas por sus logros en la Academia o en cualquier otra categoría “respetable”, es momento de pensárselo. Porque, caray, el abogado del infame exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, es becario del Conacyt. Antes que se indignen: no significa que todos los becarios sean iguales, pero hay que echarles un ojo también si el dinero se ha reducido.

 

 

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Autor Lado B
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