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Pico de Orizaba sobrevive entre impunidad y falta de presupuesto
El pico de Orizaba sobrevive con un presupuesto raquítico que va en declive, mientras que en sus bosques reina la impunidad, sin operativos, denuncias legales por tala ilegal o vigilancia por la deforestación de hasta el 2.5 % de su área total en tan solo seis años
Por Connectas . @
30 de septiembre, 2021
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Flavia Morales

El volcán es inmenso. Su belleza puede dejar absorto por varios minutos. Arriba a más de 3,000 metros de altitud en el Pico de Orizaba, hacia el punto más alto del territorio mexicano, solo se percibe el frío, el ruido del viento y de los pájaros.

Pero de vez en cuando, el ruido de las motosierras interrumpe el paisaje. El sonido es como un enjambre gigante de abejas pero es difícil identificar de dónde proviene. Si uno afina el oído, puede percibir que viene desde dentro de la montaña, entre los árboles. Luego se puede escuchar otra motosierra montaña abajo, otra a la izquierda, otra a la derecha, como un enjambre que ataca la montaña.

El ruido puede ser de hasta cinco minutos seguidos, cesa y regresa por horas. Pero esto no sorprende a los poco más de 2,000 habitantes que viven en las faldas del Área Natural Protegida (ANP), a cinco kilómetros de la poligonal del Parque Nacional en el estado de Veracruz.

El ruido es familiar en las 23 comunidades de los municipios de Calcahualco, La Perla, Coscomatepec y Mariano Escobedo, porque aquí la gente vive del bosque.

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La montaña a 5,636 metros de altitud es un gran bosque de pinos de donde nacen ríos y arroyos, que abastecen de agua a 34 municipios y desembocan frente a dos de los municipios más prósperos del estado, Veracruz y Boca del Río.

El ANP, decretada así en 1937, alberga más de 200 especies endémicas consideradas patrimonio exclusivo de México y, en la cima del volcán aún activo, sobrevive uno de los últimos glaciares del país.

El ruido de la motosierra es familiar en las 23 comunidades de los municipios de Calcahualco, La Perla, Coscomatepec y Mariano Escobedo, porque aquí la gente vive del bosque. / Foto: Oscar Martínez

Pero esta valiosa zona ambiental está en peligro constante. La organización Global Forest Watch (GFW) ha emitido 47 alertas de deforestación en el área natural protegida en seis años, ante la mirada de la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente, (Profepa), que durante dos años (2019-2020) no ha registrado operativos de vigilancia en la montaña, según solicitudes oficiales de información.

El cálculo de GFW del daño por pérdida de cobertura vegetal (2015-2021) en el área natural protegida del Pico tiene la dimensión de 94 canchas de basquetbol: el 2.5 % del área.

El fuego es otro elemento que devasta al bosque, así lo muestran las cifras oficiales: En los últimos diez años (2011-2021), se han registrado 95 incendios en el área natural protegida afectando a 5,612 hectáreas de bosque.

En diez años se han registrado 95 incendios en el área natural protegida afectando a más de 5 mil hectáreas de bosque, algunos incendios fueron provocados. / Foto: Oscar Martínez

Desde 2012, cuando se discutió el Plan de Manejo Ambiental —75 años después del decreto de creación— se alertó de la deforestación, la erosión de los suelos por uso agrícola y la disminución en los cauces de ríos y arroyos. Pero las problemáticas siguen vigentes nueve años después y ahora se profundizaron con la pandemia de covid-19.

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Este reportaje revela cómo a pesar de ser considerada una zona crítica forestal, el área de 19,000 hectáreas entre Puebla y Veracruz sobrevive con un presupuesto raquítico, mientras en su territorio reina la impunidad, no hay operativos de vigilancia, sanciones, multas ni denuncias penales para castigar la tala ilegal en sus bosques.

La organización global Forest Watch (GFW) emitió 47 alertas de deforestación en el área natural protegida en seis años. / Foto: Oscar Martínez

El área sobrevive con 2.5 millones de pesos anuales (103,000 dls) en promedio para protección, manejo y conservación; es decir, 100 pesos (5 dls) de gasto por cada hectárea. El presupuesto es básico comparado con los 13.1 millones de pesos que necesitaría para su operación de acuerdo con las estimaciones realizadas por la propia Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), en un estudio realizado en 2019.

Los recursos de la Conanp se distribuyen a través de programas de subsidio: por lo que ni siquiera hay un guardaparques para vigilar la montaña de forma permanente, solo temporales comunitarios que dependen de la disponibilidad presupuestal.

La situación del parque es ejemplo de lo que pasa en otras áreas naturales protegidas en el país y muestra un patrón que se repite desde el gobierno de Enrique Peña Nieto y continúa con el de Andrés Manuel López Obrador: el desmantelamiento del sector ambiental.

Presupuesto del Parque Nacional / Gráfico: CONNECTAS

En siete años se ha recortado en 59.5 % el presupuesto para medio ambiente, poco más de 43 mil millones de pesos, según el Centro Mexicano de Derecho Ambiental AC (Cemda).

El presupuesto del parque nacional que depende de la Conanp ha reducido al mínimo su operación con recortes del 60 %, advierte Gustavo Alanis Ortega, director de la organización, “es claro que las prioridades no están en el sector ambiental y el contraste se profundiza cuando se reducen recursos para las áreas naturales, pero se aumentan otros programas como Sembrando Vida o seguridad”.

“Si no dotamos a las áreas de recursos financieros es dejarlas a su suerte, abandonadas y eso se presta al mal uso y daño al patrimonio natural al estar en descuido. Es importante que haya congruencia, si se protege el 22 % del territorio con áreas naturales, también debe haber dinero para su operación, porque las áreas son garante de nuestro derecho humano a un ambiente sano”.

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Pero el dinero de esos recortes se ha usado para fortalecer áreas de seguridad, como la Secretaría de Marina, según los informes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

Guillermo Ángeles Álvarez, investigador del Instituto Nacional de Ecología y quien lideró el proyecto franco-mexicano ECOPICS para comparar los servicios ambientales entre los alpes franceses y la montaña del Pico de Orizaba, considera que los recortes son una contradicción: “La áreas se protegen en el papel, pero en la realidad las dependencias apenas tienen para gasolina, ¿cómo harán una vigilancia efectiva?”.

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*Foto de portada: Oscar Martínez

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