Lado B
Detrás del abrazo de Luna Reyes
Por Roberto Alonso @rialonso
25 de mayo, 2021
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La imagen es enternecedora y desgarradora al mismo tiempo. Tras ofrecerle agua y sostenerle el cuello, él parece quebrarse –quebrarse todavía más luego de alcanzar las costas de Ceuta, territorio español en el estrecho de Gibraltar– y ella le abraza. Él de tez negra, ella de piel blanca. Él senegalés, ella española, madrileña a ser precisos. Él exhausto, ella dispuesta a consolarle, así sea por un momento.

Miercoles 01 2

Como ha ocurrido en los últimos años –allí está el icónico registro de Aylan Kurdi, el niño sirio de origen kurdo hallado muerto en una playa turca con tres años– el drama de las personas refugiadas, desplazadas y migrantes es captado en un instante y así de inmediato, como torrente, recorre países y continentes de pantalla en pantalla. A veces las explicaciones sobran, otras veces amplían y tornan aún más trágica la escena.

Por el contraste, pero también por algunas semejanzas, la foto ha hecho recordar aquella otra instantánea tomada por Javier Bauluz en una playa de la provincia de Cádiz hace más de 20 años. En ella, una pareja de bañistas parece observar sin mayor sobresalto un cuerpo que yace unos metros más allá, el cuerpo de un migrante subsahariano. La polémica alrededor de esta imagen, recuperada por Joan Fontcuberta en un breve ensayo, vino por su editorialización bajo la idea de la indiferencia de Occidente hacia la problemática de la migración. En ambos casos, la desventura la protagonizan en una costa hombres de raza negra en busca de un mejor horizonte. La reacción parece ser distinta. ¿O no?

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José Antonio Pagola, sacerdote español conocido por su aproximación histórica a la persona de Jesús, subió a sus redes la imagen de Luna, la voluntaria española de la Cruz Roja, abrazando a uno de los más de 8 mil migrantes que arribaron la semana pasada a Ceuta desde Marruecos. Junto con su agradecimiento a Luna, acompañó la fotografía con un pensamiento del jesuita Carlo María Martini, quien fuera arzobispo de Milán y cardenal, a propósito de la idea de ser prójimo.

Dice Martini a través de Pagola: “El prójimo no es algo que ya existe. Prójimo es algo que uno decide hacerse. Prójimo no es el que ya tienen conmigo relaciones de sangre, de raza, de negocios o de afinidad… Prójimo me hago yo cuando, ante un ser humano, incluso ante el extranjero o el enemigo, decido dar un paso que me acerque y me aproximo a él”.

No fueron pocas las reacciones en este tenor. La ministra de Trabajo y Economía Social del gobierno español, integrante de la coalición Unidas Podemos, Yolanda Díaz, agradeció también el gesto de Luna enfatizando el símbolo de esperanza y solidaridad representado en su abrazo. Tampoco se hicieron esperar los ataques cargados de xenofobia y racismo. La oleada de insultos con esta dosis nociva provino de simpatizantes del partido de extrema derecha Vox, que rápidamente se inmiscuyeron en las cuentas en redes sociales de Luna e intoxicaron el debate.

Más allá de eso, que de suyo revela la animadversión de ciertos sectores de la sociedad a la más mínima compasión con el dolor ajeno, un dolor que es estructural –no pasajero–, lo simbólico del abrazo se queda corto frente a la respuesta institucional del mismo gobierno español.

Joaquín Urías, profesor de Derecho Constitucional, le quitó el velo al abrazo en la revista Contexto, escribiendo: “Cuando una persona exhausta y atemorizada, que lleva meses huyendo de la miseria o la guerra, acaba de jugarse la vida y llega a trompicones a su destino se abraza a lo primero que ve (…) El protagonista de esos abrazos nunca es el voluntario que está en la orilla. El protagonista del abrazo es siempre la persona inmigrante. Es él o ella quien se ha jugado la vida (…) La cooperante sólo está ahí y se deja abrazar.”

Y abunda: “Miramos mal la foto del abrazo. Lo que nos emociona no puede ser la ternura del recibimiento de los españoles caritativos, sino la desesperación de quien acaba de jugarse la vida y necesita consuelo. Y ese consuelo no se le da. La foto icónica del abrazo es una mentira inmensa. El protagonista, senegalés, recibe su abrazo, su foto, y es inmediatamente devuelto a Marruecos. Su odisea no le ha servido para nada. La imagen de los ‘buenos españoles progresistas’ que reciben cariñosamente a los inmigrantes apenas es basura.”

Sí, Luna consoló al migrante senegalés al pisar territorio español tras su paso por Marruecos, lo hizo momentáneamente desde su capacidad cotidiana y su voluntad de hacerse prójima. Pero España, México o Estados Unidos desproveen de consuelo y cuidado a quienes, abatidos, cruzan las fronteras huyendo de peores tragedias que las que viven en su tránsito. Son los gritos de humanidad que no sólo buscan un abrazo, sino la respuesta estructural de instituciones que decidan acercarse –a-proximarse–, a ellos.

Foto AP/ tomada del sitio de noticias de la DW

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Autor Lado B
Roberto Alonso
Coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana Puebla y del Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática.