Lado B
Esa lumbre de las elecciones que locos y borrachos no quieren comer
Debemos obligar a la política a servir a la gente. Merecemos una sociedad más abierta y más justa; de nosotros y nosotras depende si decidimos seguir viviendo en un estado donde reina la impunidad, saliendo a votar
Por Lado B @ladobemx
08 de abril, 2021
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Adrián Mendieta

El refrán

Cierto refrán típico reza que: “No hay loco que coma lumbre ni borracho que se desbarranque”. Este indica que cualquier persona, por más ignorante e inconsciente de sí misma que sea, no elige por voluntad propia las peores opciones en cada experiencia que vive, en su lugar, opta por la seguridad.

Ustedes se preguntarán sobre la seriedad de esta opinión acerca de que es imposible que alguien sea capaz de consumir esta lumbre, pero la realidad es que lo hacemos de forma inconsciente. Desde hace mucho tiempo hemos optado por ingerir una serie de venenos que están destruyendo todo lo que tenemos y a todos los seres que apreciamos.

La lumbre

La lumbre —analogía en cuyo sentido más amplio se puede aplicar de manera dietética— son los males que vivimos en Puebla; estos se pueden apreciar con los eventos desastrosos con los que convivimos: una criminalidad rampante, crecientes niveles de pobreza económica y patrimonial, el deterioro físico de las calles, la contaminación ambiental, la ineptitud de las autoridades, la desigualdad entre hombres y mujeres, así como la vergonzosa impunidad de la que gozan todos los que pueden pagarla. 

Pero, ¡ay de aquel que ignora o carece de los medios o aliados para disponer de esta impunidad! Que alimenta la lumbre que comemos y compartimos, sin conocer los daños que nos hemos infligido por demasiado tiempo.

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El domingo 6 de junio es el día de las elecciones generales en Puebla y en nuestro país; en un espacio de unas semanas se renovarán miles de cargos municipales, estatales y federales con un amplio abanico de opciones a elegir: entre los líderes que exigen un cambio de ruta y los que exigen permanecer en la ruta actual.

No puedo juzgar si el cambio o la permanencia serán buenas opciones ni les puedo señalar por quién deben votar, pero suplicaría que ejerzan el poder de su voto; una petición para que, al menos, hagamos el esfuerzo por no seguir comiendo de la misma lumbre

El loco

Foto tomada de Wikipedia

Hace casi tres años, los votantes acudieron a las urnas para expresar su voluntad con tal de premiar y castigar a dos formas de ejercer el poder; muchos gozaron y muchos sufrieron con el cambio, pero los problemas no sólo no desaparecieron, se han multiplicado. 

El voto expresado y protegido por el esfuerzo de decenas de miles de personas comunes y honestas, es nuestro manotazo en la mesa para hacerles saber a los gobernantes en sus podios, escritorios y curules, que necesitamos más y que esto se haga mejor, pues sus cacareados proyectos, leyes y discursos son inútiles para dar paz y bienestar. 

Votar es la manera civilizada para recordarles que se sostienen con un poder que usted y yo les hemos otorgado, no al revés —como algunos cínicos nos quieren hacer pensar—; que tenemos un legítimo derecho a descalificar y obligarlos a enmendar los daños o asumir todas las consecuencias de sus actos.

El borracho

Les digo esto porque somos muchos los que creemos en la promesa de un país más justo, generoso y orgulloso de los esfuerzos de millones que progresan, a pesar de tantos obstáculos físicos y humanos. 

“… te prometemos, ser siempre fieles, a los principios de libertad y de justicia, que hacen de nuestra Patria, una nación independiente, humana y generosa…”, resuena en mi mente.

Así, siguiendo una promesa, actuaré como observador electoral acreditado durante la realización de este ejercicio de expresión, junto con miles de ciudadanos dispuestos a dar fe de todos los eventos, y emitir una calificación veraz sobre el proceso.

También lo hago porque hay un silencio tremendo entre nosotros, alimentado por la frivolidad de nuestros mandatarios y representantes populares, así como por la carencia de ideas y la actuación mediocre de la oposición al oficialismo; silencio que provoca una situación en la que el gobierno no puede ver ni oír todas las crisis que estamos enfrentando en completa soledad.

Es por nuestro bien común que, aún con las diferencias y la discordancia de opiniones, debemos expresar en las casillas nuestro voto, tanto como manifestación verbal como política, para obligar a la clase política a servir a las y los ciudadanos; a escuchar y responder a nuestras peticiones, que puedan darles cauce, o que se abstengan de obstaculizar su resolución.

***

La lumbre que estamos comiendo es un fuego que hemos alimentado con nuestra pereza para vigilar las decisiones de nuestros gobiernos, la renuencia a exigir resultados, el miedo a proteger nuestros derechos, así como la soberbia de ignorar a quienes sufren y extienden su mano de manera desesperada. No tenemos razón para comerla ni por qué darla de comer, en cambio, tenemos el deber de alimentarnos con una sociedad más abierta, más justa y vigilante del ejercicio del poder.

 

*La intención del texto es ser puramente alegórico; tanto la figura del ‘loco’ como del ‘borracho’ son tomadas sin el afán de herir la susceptibilidad de quienes enfrentan la lucha por superar sus transtornos. 

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