Lado B
Ya no se censura… pero el escarnio no ayuda
Por Roberto Alonso @rialonso
02 de marzo, 2021
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De nada sirve que el presidente asevere cada que encuentra ocasión que su gobierno no censura a nadie si hace mofa, descalifica y se regodea con sus señalamientos a los medios de comunicación que le son adversos. El escarnio no sólo puede resultar más dañino cuando se traduce en ataques selectivos y orquestados, sino que conduce a otro tipo de censura: el repliegue o la autocensura.

auditoría del aeropuerto de Texcoco

Esta vez fue el viernes 26 de febrero. Luego de referirse a la polémica que generó el informe dado a conocer por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y la posterior declaración con la que esta institución reconoció inconsistencias en la cuantificación de la auditoría relativa a la cancelación del aeropuerto de Texcoco, Andrés Manuel López Obrador arrancó su mañanera apuntando al mensajero y reclamando a la prensa por darse un “festín” con los datos originales que mostraban que dicha cancelación había tenido un costo tres veces mayor que lo estimado por su gobierno.

Para ello no le bastó, como lo hace habitualmente, llamar por su nombre a ciertas empresas informativas. Ahora dio un paso más y le pidió a su personal de comunicación social confeccionar un video que recopilara la cobertura noticiosa que le dio más de una docena de medios a lo reportado por la ASF. “Vamos a disfrutar de ese resumen”, dijo con sarcasmo para introducir una cápsula de cuatro minutos y fracción frente a la que el propio mandatario soltó una carcajada.

Lo mismo presentó tratamientos periodísticos que se limitaron a informar sobre las cuentas de la ASF que espacios de opinión en los que personajes de los medios editorializaron los hallazgos del órgano especializado de la Cámara de Diputados, cuyo titular, por cierto, fue elegido hace tres años por una mayoría legislativa compuesta principalmente por el PRI y Morena. Información apegada a los hechos e interpretación política en paquete. Loret y Brozo al mismo nivel que el trabajo periodístico de Animal Político, Aristegui Noticias, El Financiero y La Jornada.

Es cierto que a los dos días de haber realizado la entrega de los informes de la fiscalización de la cuenta pública 2019 a la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados y haberse publicado estos, la ASF se retractó de su trabajo en torno al costo estimado de la cancelación de la obra construida en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, su llamado a poner la ética por delante, no manipular ni tergiversar la realidad es desmesurado pues, en su mayoría, la cobertura mostrada se limitó a informar lo revelado por la auditoría.

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Como bien lo sostuvo Carmen Aristegui en su espacio del mismo viernes, “a mí me preocuparía no estar”, pues el trabajo de un medio es precisamente servir como vehículo entre una fuente informativa, en este caso la ASF y su trabajo de meses, y la sociedad en tanto lectores y audiencias. ¿O acaso les toca a los medios auditar a la auditoría antes de difundir sus resultados? Por desgracia, siguiendo a la periodista, esta mecánica de exhibición representa un paso previo al linchamiento en redes sociales, una marca poco democrática del actual gobierno.

El laboratorio de análisis del comportamiento en redes sociodigitales como Twitter, Signa Lab, ha advertido repetidamente sobre el uso de cuentas para denostar perfiles, hostilizar el ambiente digital e inhibir la conversación pública alrededor de temáticas críticas hacia el gobierno de López Obrador. No se trata de un fenómeno nuevo ni propio de este sexenio, pero sí es uno que ha evolucionado en los últimos años, trascendiendo incluso la categoría de bot con “cuentas que reaccionan de manera orquestada para atacar-defender intereses específicos en momentos específicos”.

Estamos ante una tecnoartillería política con “perfiles utilizados para sostener sistemáticamente el tren de conversación a favor o en contra en una discusión” y reforzar la narrativa de visualizar a la prensa como enemiga. Justo lo que pudo observarse en el caso Notimex.

La nueva embestida contra los medios de comunicación, a los que ha llamado “zopilotes” y prensa “echada a perder”, junto con el llamado del presidente por “un nuevo periodismo” topa con pared al recordar que 2020 fue el año más violento contra la prensa en México en la última década y que de este gobierno se esperaba un nuevo modelo para regular la publicidad oficial con criterios claros y objetivos, no sólo para disminuirla como ha ocurrido sin cambiar significativamente la concentración que prevalece en una decena de empresas informativas.

Haya o no censura, otras son las formas del poder para socavar las voces críticas que le son inherentes a la democracia. Recupero aquí las líneas conclusivas del trabajo “México 2019: la disputa por la interpretación” de Signa Lab: “El espacio donde hoy parece circular menos oxígeno, es también el espacio en el que es más necesario producir un nuevo clima. Podemos encontrar la empatía y el necesario debate crítico pero respetuoso para la construcción de una democracia sólida en la que el disenso sea siempre una palanca para mejorar nuestro entendimiento del mundo.”

 

*Foto de portada: Gobierno de México | Facebook 

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Autor Lado B
Roberto Alonso
Coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana Puebla y del Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática.
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