Lado B
Así es como estas comunidades cuidan el territorio forestal que da agua a la Ciudad de México
A solo dos horas de la Ciudad de México se encuentra la cuenca de Amanalco-Valle de Bravo donde se produce, por lo menos, el 10 % del agua que se consumen en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México
Por Mongabay Latam @
01 de noviembre, 2020
Comparte
Thelma Gómez Durán 

Hace dos horas, la Ciudad de México quedó atrás. En el paisaje ya no hay edificios ni avenidas colmadas de automóviles; lo que ahora domina la vista son los montes habitados por árboles. En uno de ellos se escucha el sonido de la  motosierra y el machete. Por el ruido se podría pensar que hay un daño al bosque, pero no es así. La faena que realizan los cerca de veinte hombres y mujeres es un “aclareo”, quitan ramas y abren espacios para que entre un poco más de luz solar y eso ayude al crecimiento de los árboles.

Ese es solo uno de los trabajos que, en forma cotidiana, realizan las personas ejidatarias de San Jerónimo. Su esfuerzo no es aislado. Al igual que ellos, otros 21 ejidos y comunidades de la cuenca de Amanalco-Valle de Bravo, en el centro de México, realizan un manejo integral de su territorio comunitario para aprovechar en forma sustentable más de 10 mil hectáreas de bosques, pero también para restaurar suelos, mantener manantiales y rescatar ríos.

Hace poco más de 20 años, algunos ejidos y comunidades de la zona ya realizaban un manejo planificado de sus bosques. Sin embargo, fue a partir de 2010 cuando en esta región de pinos y lagos nació una iniciativa que, con el tiempo, mostró ser una camino para tener una gestión comunitaria y sustentable del territorio.

De las vedas al manejo comunitario

manejo forestal

Trabajos de aclareo en los bosques comunitarios del ejido San Jerónimo / Foto: Thelma Gómez Durán | Mongabay Latam

Casi son las 11 de la mañana, cuando los hombres y mujeres que realizan el aclareo en los bosques del ejido San Jerónimo hacen una pausa para almorzar. Se sientan alrededor de la pequeña fogata donde calientan las tortillas; en medio colocan la comida que cada uno ha llevado. Aquí, los alimentos se comparten. Como también se comparte la propiedad y el cuidado al bosque.

“Nosotros vivimos del bosque”, dice Cándido Alberto Vera, comisariado de vigilancia del ejido San Jerónimo. Con orgullo, el ejidatario explica los lazos que lo unen con esta tierra de árboles: “Del bosque cosechamos madera que vendemos y que usamos para la leña. Por el bosque, tenemos agua. De aquí obtenemos nuestras plantas medicinales y muchas otras cosas. Nuestros padres nos enseñaron a cuidarlo y así seguimos”.

También puede interesarte: Agua en conflicto: 10 cuencas en disputa dentro del país

El ejido San Jerónimo, de poco más de mil 932 hectáreas, lleva poco más de dos décadas realizando silvicultura comunitaria; es decir, las personas ejidatarias cuentan con un programa de manejo forestal que les permite talar cierta cantidad de árboles al año.

“La gente que no conoce que es el manejo forestal —apunta Cándido Vera— quizá diga que estamos derribando nuestro propio bosque, pero no es así. El manejo es darle mantenimiento; es aprovechar la madera, pero con mucha responsabilidad. Tenemos un técnico forestal que es el que nos dice cuál árbol se puede talar; hacemos mucho trabajo para que no haya incendios, para que no tenga plagas y cuidamos que siempre haya bosque, cuidamos que crezcan nuevos arbolitos”.

Las palabras del ejidatario las complementa Lucía Madrid, del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS): “La ley te pide que, para aprovechar el bosque hagas un programa de manejo forestal, donde se realiza un inventario (del arbolado) y se hace una estimación de cual es la tasa sostenible de cosecha. Es decir, cuánta madera puedes sacar sin dañar la capacidad del bosque de mantenerse, reproducirse y conservarse a largo plazo”.

Como sucede en los ejidos y comunidades que realizan aprovechamiento maderable, una parte de los recursos que se obtienen por la venta de la madera se reparte entre las 140 personas ejidatarias (la mayoría se dedica a la siembra de maíz, chícharo y haba). Y la otra parte se destina a los trabajos para cuidar el bosque: construcción de brechas corta fuego, monitoreo para evitar plagas, trabajos de aclareo y para propiciar la regeneración del bosque o reforestación. “Si nosotros aprovechamos el bosque, también tenemos la obligación de cuidarlo”, resalta Cándido Vera.

En Amanalco —señala el técnico forestal Gabino García, quien trabaja en la región—, “las comunidades invierten entre cinco y diez veces más que los gobiernos federal, estatal o municipal en actividades de protección o conservación de los recursos naturales”.

El aprovechamiento forestal también ha permitido que las comunidades tengan recursos para invertir en obras sociales. Y como ejemplo, Gabino García menciona que en el ejido Capulín, la venta de la madera ha financiado la compra de computadoras para la secundaria.

En el Estado de México, el manejo forestal comunitario tiene una historia reciente si se compara con otras regiones del país como Durango, Chihuahua o Oaxaca. En esta entidad, esta actividad estuvo negada para los habitantes y dueños de estas tierras.

Lucía Madrid explica que, en el pasado, estos bosques estaban concesionados a una empresa paraestatal. “En la década de los ochenta se terminan esas concesiones; los ejidos y comunidades se organizan para ser ellos quienes aprovechen sus propios bosques”.

Es así como en 1981 se crea la Unión de Ejidos Emiliano Zapata de Amanalco. Durante algunos años,  las comunidades aprovecharon sus bosques. Sin embargo, a principios de la década de los noventa, el gobierno estatal decretó una veda a la actividad forestal, por lo que el manejo comunitario se suspendió entre 1991 y 1995.

Al terminarse la veda, los pobladores retomaron las actividades de aprovechamiento maderable. Hoy son 21 ejidos y comunidades de esta región del Estado de México los que realizan manejo forestal. Amanalco es, después de Temascaltepec, el municipio en la entidad con mayor superficie de bosques que tienen un programa de manejo.

La gestión comunitaria de un territorio

manejo forestal

Parte de los trabajos que realizan los ejidos y comunidades es la recuperación y conservación de ríos/ Foto: Etienne Forcada | CCMSS

El territorio forestal que se encuentra en la cuenca de Amanalco-Valle de Bravo es vital por muchas razones. Una de ellas es porque los servicios ambientales que presta no solo benefician a los pobladores de la zona; su impacto va más allá de este territorio.

Algunos datos recopilados por el CCMSS así lo demuestran: las 35 mil hectáreas de bosques que hay en esta cuenca capturan poco más de 208 mil toneladas de Dióxido de Carbono (CO2) al año, eso equivale a las emisiones de 83 mil 364 automóviles. Además, esta zona otorga el diez por ciento del agua que se consume en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

Por ser una región que provee de agua a una de las zonas más pobladas de México, el lugar fue visto como un sitio donde podía ponerse en práctica el Programa de Pago por Servicios Ambientales, que la Comisión Nacional Forestal (Conafor) implementó a partir de 2003 y que consiste en otorgar recursos a los ejidos y comunidades que conservan sus recursos naturales.

Sin embargo, en ese entonces, las reglas de operación del programa no contemplaba apoyar a ejidos y comunidades con manejo forestal.

En 2008, al convencerse de que este programa gubernamental debería ir más allá de pagar por no tocar el bosque, quienes conformaban el CCMSS, en coordinación con la Unión de Ejidos Emiliano Zapata de Amanalco y otras comunidades de la región participaron en un programa piloto para impulsar un pago por servicios ambientales que permitiera el manejo forestal y que, además, considerara no solo las zonas arboladas sino todo el territorio.

“Logramos hacer mancuerna con la Conafor y poner en marcha este programa que se basa en un plan que los ejidos elaboran en forma colectiva para mejorar el manejo de su territorio”, explica Lucía Madrid, del CCMSS.

En 2010 se consolidó el Programa de Pago por Servicios Ambientales para el Manejo Integrado del Territorio (PASMIT) en la cuenca Amanalco-Valle de Bravo.

El ingeniero en manejo de recursos naturales Andrés Juárez —quien forma parte del equipo de la Iniciativa Agua y Paisajes Sustentables del CCMSS y es gerente del PASMIT en Amanalco— explica que este programa se desarrolla con fondos concurrentes en donde hay recursos públicos de la Conafor, pero también inversión social generada por las comunidades.

Además de impulsar el manejo forestal comunitario en la cuenca, el PASMIT contempla acciones para mejorar  las prácticas agrícolas, restauración y conservación de suelos y manantiales, fortalecimiento de la gobernanza e impulso a los sistemas productivos sustentables.

Todas esas acciones, resalta Juárez, tienen un objetivo común: impulsar economías locales prósperas y sostenibles. “No puedes impulsar el manejo de un territorio solo desde la perspectiva económica o solo desde la conservación de los bosques. La gente que vive en estas comunidades también deben tener medios de vida”.

Continuar leyendo en Mongabay Latam

*Foto de portada: Zona donde se realizó reforestación como parte de programas impulsados por el gobierno estatal/ Foto:  Thelma Gómez Durán | Mongabay Latam 

Comparte
Autor Lado B
Mongabay Latam
Suscripcion