Lado B
¿Aprendizaje autónomo, con historia y entornos adversos?
Ante la situación en la que nos ha puesto la contingencia sanitaria por COVID-19, se distingue la dificultad que enfrentan algunos profesores y estudiantes para tener una actuación efectiva en su esfuerzo de aprender
Por Espacio Ibero @
22 de octubre, 2020
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Dr. José Guadalupe Sánchez Aviña

Entre el variado espectro de pendientes y deficiencias sociales que ha evidenciado la contingencia sanitaria que hoy experimentamos, se puede distinguir la dificultad que enfrentan algunos profesores y estudiantes para tener una actuación efectiva en su esfuerzo de aprender.

Me distancio de la versión que descansa su atención y énfasis resolutorio en el dotar a todos de los medios tecnológicos más contemporáneos, como si fuera el eje único de la situación problemática en la que nos encontramos. El contar con un gis, con un pizarrón, o una computadora o acceso a internet, como recurso tecnológico que son, puede facilitar ciertas tareas incluidas en los procesos educativos escolarizados, sin embargo, la médula del aprendizaje es de índole: a) filosófica: ¿hacia dónde van nuestras pretensiones?; b) epistemológica: ¿cómo nos relacionamos con el conocimiento? ¿Para qué lo queremos?; y por supuesto, c) pedagógica: ¿cuáles son las formas y recursos de promoverlo? Siempre partiendo de las necesidades de cada población atendida.

Hoy, obligados por las circunstancias, se aspira y exige el aprendizaje autónomo, la emergencia es promoverlo a partir de una comunidad de profesores y estudiantes, que no necesariamente está formada para ello; rechazo la idea de las incapacidades, sin embargo, acepto la histórica formación en otra dirección, tal vez, solo tal vez, en sentido contrario a la autonomía, apuntando hacia la comodidad de la dependencia.

Habrá que reconocer que el ser humano es un animal obligado a decidir; a diferencia de otros, el ser humano se enfrenta al mundo, sale a su encuentro y busca aprehenderlo; de esta forma lo transforma y se transforma conscientemente, entregándose a la búsqueda permanente de su humanización.

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Para el ejercicio del aprendizaje autónomo se requieren actores autónomos, profesores y estudiantes, formados en la experiencia permanente de la toma de decisiones; si la evidencia actual señala la necesidad de reorientar nuestros esfuerzos en las escuelas, estamos ante la oportunidad histórica de hacerlo. Será posible esta reorientación, siempre y cuando, el contar con personas autónomas capaces de decisión sea la pretensión social, de lo contrario, poco habrá que hacer.

Decidir no es otra cosa que reflexionar, por medio de preguntas, sobre el sentido de las acciones. Es… un producto que se genera en el interior de la persona… de cada persona. Es una actividad interior, consciente, que implica conocer ciertos hechos humanos que nos conmueven para valorarlos y después decidir el valor que se quiere realizar con las acciones para trascenderlos.

¿Pretencioso el cambio? En realidad, sí, pero no más que cualquier otro cambio, en su naturaleza de romper inercias; aquí solo dos pistas para posibles acciones: a) en las escuelas se trabajan los juicios de valor, señalando a los estudiantes aquello que es bueno y lo que es malo, lo que deben hacer y aquello que no, estableciendo decisiones preestablecidas que la persona en formación asumirá como propias; por supuesto que eso que es deseable, y lo que no lo es, cambia dependiendo del contexto cultural que se les proporciona; la oportunidad, estriba en trabajar los juicios de razón, es decir, trabajar las estructuras para la toma de decisiones, de manera informada, de tal manera que la argumentación forme parte del soporte de las decisiones auténticas; y, b) guste o no, esta esta reorientación involucra directa y de manera estratégica la actuación del profesor; aun aceptando que la educación es un proceso de autoconstrucción en donde cada individuo desarrolla sus potencialidades, el profesor debe recuperar su función como constituyente medular del sistema educativo y social.

Con la pretensión de continuar con esta reflexión, concluyo por el momento con palabras de Don Pablo Latapí, expuestas en su último libro: Finale Prestissimo, Pensamientos Vivencias Y Testimonios:

“El Maestro es el principal factor de la calidad de la educación. La calidad empieza en lo “micro”, en la relación pedagógica maestro-alumno. Las características decisivas de un buen maestro son: el sentido de su vocación, al amor a sus alumnos, que lo lleve a comprometerse con su superación; su responsabilidad, su preparación profesional y el cumplimiento de sus obligaciones.” (2009, p. 101)

 

*Foto de portada: Pikist

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