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Los guacamayos rojos regresan a Argentina después de un siglo de ausencia
Un proyecto de reintroducción de especies desaparecidas liberó 15 ejemplares de guacamayos en el humedal correntino. La reintroducción o rewilding de esta ave se suma a la de osos hormigueros, jaguares, tapires, pecaríes y otras especies emblemáticas del humedal
Por Mongabay Latam @
13 de agosto, 2020
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Guillermo Reaño

“Cambiamos de chip”, dice Marisol López, correntina y desde el año 2005 funcionaria de Conservation Land Trust (CLT), ahora Fundación Rewilding Argentina, la institución que atesora y continúa en el país con el legado de Douglas Tompkins y Kristine McDivitt Tompkins, filántropos estadounidenses conocidos por impulsar reconocidas iniciativas de conservación privada. En los últimos veinticinco años, fueron responsables de aumentar en cinco millones de hectáreas la extensión de los sistemas de parques nacionales de Chile y Argentina.

“Entendimos que Iberá podía convertirse en un motor de desarrollo local, en un espacio de producción de naturaleza capaz de incrementar sustancialmente la economía de los pobladores de la provincia de Corrientes”, añade la funcionaria desde uno de los portales de ingreso al Parque Nacional Iberá, un área protegida de carácter nacional, establecida en el año 2018, y que integra las 168 ooo hectáreas donadas por Douglas Tompkins al estado argentino con las 550 000 declaradas como parque provincial por el gobierno local de Corrientes.

El Parque Nacional Iberá a casi 1000 kilómetros de distancia de Buenos Aires, forma parte de los fabulosos Esteros de Iberá, una sucesión de lagunas, bañados, embalsados —islas flotantes de vegetación— y sabanas que al asociarse con El Pantanal forman el llamado Macrosistema del Iberá: un humedal de 45 000 km² en el que se desarrolla uno de los ecosistemas de mayor diversidad biológica del planeta. Los expertos calculan que en los esteros y cuerpos de agua de Iberá habita el 35 % de las aves argentinas y una fauna autóctona muy bien representada por  los ciervos de los pantanos (Blastoceros dichotomous), los venados de las pampas (Ozotocerus bezoarticus), carpinchos (Hydrochoerus hydrochaeris), lobos de crin o aguará guazú (Chrysocyon brachiurus), yacarés overos (Caiman latirostris) y negros (Caiman yacare), boas curiyú (Eunectes notaeus) y lobitos de río (Lontra longicaudis).

Como en el Pantanal brasileño, en Iberá la ganadería y la vida silvestre parecen infinitas. La intensa actividad humana en los esteros argentinos ha sido una constante desde la fundación española de la ciudad de Corrientes, en 1588. “Los correntinos somos un pueblo apegado a nuestras tradiciones; sin embargo, el sistema hidrográfico que ocupa el 14,8 % del territorio provincial no había sido objeto de nuestras preocupaciones, estábamos acostumbrados a vivir de espaldas a los esteros”, dice Marisol López.

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En efecto, hasta hace cuarenta años Iberá, “agua brillante o refulgente”, en guaraní, fue el epicentro de cazadores de grandes piezas de aves y mamíferos y de avezados mariscadores, nombre que reciben en Corrientes los recolectores de cueros y plumas, que están siempre atentos a los requerimientos de los vaivenes de la exigente moda europea. “Con la llegada de Tompkins a nuestra provincia, en el año 1997, las cosas empezaron a cambiar, poco a poco nos fuimos dando cuenta del enorme potencial que tenían nuestros esteros para generar desarrollo y puestos de trabajo”, afirma López.

Douglas Tompkins y su segunda esposa, Kristine McDivitt, compraron ese mismo año una propiedad en una isla de los esteros de Iberá con el propósito de echar a andar dos iniciativas: la reintroducción de especies extintas en los espacios naturales que alguna vez ocuparon, proceso conocido también como rewilding [renaturalización] y el establecimiento de nuevos parques nacionales. Uno de esos animales reintroducidos es el guacamayo rojo (Ara chloropterus), que no ha sido observado en la zona hace más de un siglo.

Guacamayos a la vista

Guacamayo rojo

Los guacamayos rojos suelen provenir de zoológicos argentinos. / Foto: Matias Rebak | Tompkins Conservation

“Para nosotros, Esteros de Iberá representaba una oportunidad única para la restauración ecosistémica a gran escala”, comenta para Mongabay Latam Sofía Heinonen, brazo derecho de los Tompkins en Argentina y responsable de la reintroducción de especies claves de la fauna de ese país en los hábitats que alguna vez poblaron.

A la experimentada bióloga argentina la pudimos ubicar en la lejana provincia de Santa Cruz, en el extremo opuesto del país, otro de los lugares donde opera la Fundación Rewilding. Para ella, lograr que las especies clave como el guacamayo rojo correntino vuelvan a cumplir los roles ecológicos que alguna vez cumplieron resultaba fundamental para restaurar paisajes emblemáticos de la Argentina. De eso se trata finalmente el rewilding o renaturalización: regenerar con tino y mucho rigor científico lo que se destruyó.

En esa búsqueda, el regreso a Iberá del elusivo yaguareté o jaguar, el predador tope por excelencia del medio terrestre del humedal, marcó un hito en la resignificación del ecosistema correntino. Lo mismo ocurrirá con la introducción de las nutrias gigantes, el más agresivo de los depredadores del medio acuático y que se están criando en un ambiente especial antes de su liberación final.

Si los yaguaretés del Chaco argentino dejaron de verse a mediados del siglo pasado, los guacamayos del Iberá no habían sido observados desde hacía más de cien años.

Los registros de los últimos individuos de las dos especies de guacamayos de la Argentina datan del siglo XIX cuando el naturalista y viajero francés Alcides D’ Orbigny reportó la presencia del Ara chloropterus —el guacamayo rojo que la Fundación Rewilding Argentina y las instituciones que lo acompañan están reintroduciendo— durante su navegación de 1827 por el río Paraná.  La otra ave que habitó el país, el guacamayo violáceo (Anodorhynchus glaucus), fue declarado extinto oficialmente a nivel mundial.

Los guacamayos, frugívoros por excelencia, cumplen un papel muy importante en la dinámica ecosistémica de las selvas correntinas. Son expertos en dispersar frutos y semillas de gran tamaño y su ausencia en el Iberá supuso un peligro para la propagación de especies arbóreas en las isletas y bosques de la región.

Se estima que los guacamayos rojos más cercanos a los bañados correntinos se encuentran tanto en el Pantanal brasileño como en el extremo norte del Paraguay, las selvas de Bolivia y la región de Madre de Dios, en Perú. En todos los casos, se encuentran a más de trescientos kilómetros de distancia de los Esteros de Iberá.

Traer de vuelta al guacamayo rojo fue un reto que los expertos argentinos en rewilding asumieron desde que echaron a andar su propuesta. Para Sebastián Di Martino, responsable de la reintroducción de jaguares y otras especies, no solo se trata de reintroducir especies en ecosistemas degradados. La tarea pendiente está relacionada finalmente con la remediación de los “desbarajustes” producidos en la naturaleza debido a la ausencia —o preeminencia— de algunas especies silvestres.

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*Foto de portada: Hace más de un siglo que no se veían guacamayos rojos volando los Esteros de Iberá. / Foto: Matias Rebak | Tompkins Conservation

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