La información que la familia investigó sobre un presunto responsable y que entregaron a las autoridades no llegó más lejos. Incluso los carteles con su foto eran arrancados, alguien no quería que Abril fuera encontrada.

Un par de veces le llamó a su mamá y le dijo que estaba bien, pero su mamá no lo creía. En una tercera ocasión le dijo “Me llevan a Monterrey”. Su familia supo entonces que estaba viva, pero no tenía la certeza de que estuviera bien.

Más de un mes después, en dos medios de comunicación se publicó un video de la menor: Abril, con un aspecto que su familia calificó de extraño y ajeno a ella, habla directo a la cámara y dirigiéndose a su mamá le dice que deje de mentir y de buscarla, mientras acaricia un conejo y en algún lado suena música de banda de El Komander.

Con esa “evidencia” la Procuraduría da por cerrado el caso. Ya no está desaparecida: “se fue con el novio”. Pero el trabajo de las autoridades no solo era (suponiendo que lo hayan hecho) investigar y encontrar a Abril, sino llevarla de vuelta con su papá y su mamá, que son sus tutores legales. (Y ojo, ¿quién le dio el video a los medios?)

Hacer lo que hizo convirtió a la Procuraduría en cómplice de la desaparición de una menor de edad, probablemente víctima de trata con fines de explotación sexual.

¿O acaso las autoridades desconocen cómo operan los tratantes, no saben que uno de los ganchos más efectivos para explotar sexualmente a niñas y jóvenes es el enamoramiento, ignoran que se las llevan, a veces hasta se casan, tienen hijos con ellas y aun así las explotan? (Por eso tienen que investigar con perspectiva de género)

No son casos aislados. Puebla está entre los diez estados donde hay más denuncias por trata de personas con fines de explotación sexual, pero los números ni siquiera son confiables, pues no hay una base de datos clara, son víctimas invisibles. ¡¡A nadie le importan!!

En una investigación realizada el año pasado por Majo Andrade y Dafne García, se revela que en Puebla se conjugan tres factores ideales para la explotación sexual: la ubicación geográfica (vecino de Tlaxcala), las redes delictivas que operan y la omisión de la autoridad. 

Y además, que tan solo de 2011 a junio de 2017, de 10 mujeres que desaparecieron en Puebla 4 tenían entre 14 y 17 años de edad. Y las adolescentes son a las que menos encuentran después de reportada su desaparición, es decir, las que permanecen desaparecidas.

También están todavía desaparecidas Karina Yazmin Alducin, Olivia Cristina Camarillo Viveros y Nadia Guadalupe Morales Rosales, entre muchas otras. “Ya las buscamos con el novio y no están con el novio, ya han pasado 3 días y no están en su casa, ¿dónde están?”, dice María Luisa Núñez Barojas, representante del colectivo “Voz de los desaparecidos”.

Qué fácil para el gobernador Miguel Barbosa sugerir en su videoconferencia matutina que las mujeres desaparecen porque “se van con el novio” y al otro día salir a decir que lo malinterpretan, que hay un grupo opositor en su contra, que le cambian las palabras.

No señor, es usted un cínico y un irresponsable. Lo único que se le opone es la verdad y la justicia.