Gracias por llegar a este espacio, soy Greta Rico, fotógrafa documental, periodista, educadora feminista y docente de fotografía. Desde hace varios años doy talleres sobre periodismo y fotografía feminista y gracias a la complicidad de la mejor editora feminista que conozco, la grande Mely Arellano, hoy iniciamos este espacio para hablar de imagen, fotografía y cultura visual.
Decidí que esta columna se llame “La tía fotógrafa” por varias razones, la primera y la más importante es que soy tía de una niña de 10 años y casi todos los días me pregunto qué imaginarios y qué nuevas representaciones le hacen falta a mi sobrina, me pregunto constantemente qué mundo quiero que ella conozca y sobre todo qué mundos me hicieron falta a mí para soñar otras realidades y para atreverme a tomar otras decisiones cuando iba creciendo.
Al mismo tiempo pienso cómo en estos tiempos de internet, se habla de las tías como esas señoras que no saben usar el celular y pienso cómo una vez más el patriarcado se encarga de colocar a las mujeres mayores en lugares de marginación, cuando el conocimiento del mundo que tienen nuestras tías nos ha salvado y nos ha cuidado en muchos momentos de nuestras vidas. Además, como ya lo han dicho las tías y las abuelas de nuestras genealogías feministas, la ironía puede ser una herramienta poderosa para darnos cuenta de que el mundo en el que vivimos tal vez no es en el que queremos vivir.
Esta tía es efectivamente una mujer de mediana edad con una Maestría en estudios feministas, con varias especialidades en historia del arte y con una trayectoria importante trabajando con temas relacionados con la representación de las mujeres en el mundo del arte y la cultura de nuestras sociedades. Esta tía viene a hablarles del mundo que habitamos y a invitarlas a mirarlo con otros ojos, con una mirada crítica hacia un sistema que constantemente nos dice que nuestra edad debe ser motivo de vergüenza.
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Contrario a lo que ellos dicen, recuerdo que hace unos años escuché a Silvia Rivera Cusicanqui decir que nuestros debates, nuestras reflexiones y nuestras teorías feministas son asuntos de alta política. Y sobre eso, pienso lo mismo. Aquí hablaremos de lo que nos empobrece, tensionaremos discursos que nos mantienen en la desesperanza y celebraremos a las que se atrevieron a hacerlo diferente. En estas líneas encontrarán a una tía alcahueta, esa que las acompaña si necesitan abortar o si solo quieren tirar hate del vato con el que están saliendo.
¿Por qué es importante hablar de representación y continuar cuestionando las representaciones que se hacen de las mujeres en el mundo del arte? Porque la imagen crea cultura. En el cine, en la televisión, en la fotografía y en la pintura, solo por enlistar algunas maneras de producir imágenes, se han generado representaciones de nosotras que caen en el absurdo, en la sátira y que refuerzan mandatos y estereotipos que de manera reiterativa nos “educan” para ocupar un lugar incómodo en el mundo.
¿No les pasa que sienten que el mundo de las imágenes les está quedando a deber? En caso de que ustedes se sientan como yo, me parece importante compartirles que mucho tiene que ver con que no necesariamente han sido mujeres quienes históricamente han generado esas representaciones. Aunque parece que ya somos más las fotógrafas, las directoras de cine, de academias de arte, de museos, de archivos históricos y editoras de fotografía, los puestos de toma de decisiones siguen siendo ocupados mayoritariamente por hombres.
Todas crecimos mirando, las personas y específicamente las mujeres aprendemos a habitar el mundo desde nuestra propia subjetividad con lo que vemos y con la cultura que conocemos. Carol Duncan menciona en uno de sus textos que las mujeres aprendemos a mirar el mundo no como es, sino como nos han hecho creer que es, y siempre que la parafraseo me quedo pensando cómo las mujeres habitamos un mundo de ficciones donde temas como el amor, la maternidad, el matrimonio y la familia, por mencionar algunos, determinan nuestras maneras de actuar y que gracias a eso, pocas veces o nunca actuamos a partir de nuestros sueños y nuestras libertades.
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En las próximas semanas les iré platicando sobre lo que veo. Hablaremos y analizaremos el mundo de las imágenes en sus diferentes formatos: el cine, la fotografía, las plataformas de streaming y las artes visuales. Con todo el cariño y la paciencia de una tía nos invito a desaprender juntas una educación visual que nos han enseñado a partir de la violencia, los prejuicios y los estereotipos que de manera reiterativa nos repiten que es el “deber ser” como mujeres. La metodología a seguir será la intuición femenina y la sospecha feminista, es decir, no dudar de nosotras cuando sentimos malestar o cuando nos sentimos subestimadas. Porque está bien pensar que a esa historia le falta algo, o que esa narrativa ya está muy rancia y la hemos visto repetida hasta el cansancio.
Cada una de nosotras tendrá derecho a sacar sus propias conclusiones, pero siempre será importante no olvidar que hasta hace muy pocas décadas, no éramos las mujeres quienes estábamos contando las historias. Y ojo, esto no quiere decir que ninguna lo hizo o que ninguna se atrevió. Afortunadamente hay muchas historiadoras del arte feministas que se han encargado de sacar a la luz a muchas artistas visuales ocultas y deliberadamente olvidadas por la historia del arte “oficial”.
La tía fotógrafa será un espacio para hablar de lo que nos gusta, y de lo que nos incomoda, pero también de lo que nos da esperanza en este mundo de bombardeo de imágenes. Un espacio para dialogar y conversar entre nosotras y aunque todas las miradas son bienvenidas, les adelanto que esta tiene gafas violetas y que tal vez diré cosas que a muchos no les gusten, pero a estas alturas, como a todas las tías, si les gusta o no, ya no me importa.
* Imagen de portada creada con IA.
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