Lado B
28/05/2020 Johnny y su amiga la IMPUNIDAD
Por Lado B @ladobemx
28 de mayo, 2020
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Ahora que estamos juntas…

 

 

 

Imagina que un día abres tu face y encuentras que fuiste etiquetada en una publicación donde un tipo que tú ni conoces se burla de tu físico, de tus caderas, de tus piernas, de tus pechos y hasta de tu actitud, de tu sexualidad, de lo que haces y lo que dices.

Imagina que este tipo le dice a sus miles de seguidores que hagan lo mismo y al otro día abres tu face y te encuentras con cientos de publicaciones iguales.

Tú, indignada sí, pero valiente y segura de ti, lo ignoras, lo bloqueas, sigues tu vida. Pero el tipo no cede y luego te enteras que sigue promoviendo el odio en tu contra, y su horda de seguidores sigue haciéndote comentarios descalificativos, hirientes y misóginos.   

Imagina que otro día abres tu face y ahora este tipo, que aún no conoces en persona, describe la manera en que te va a violar y a matar. Y cientos de comentarios de sus seguidores con datos cada vez más temerarios porque refieren lugares a donde vas, tu dirección y el nombre de alguien en tu familia.

 

 

 

Ahora ya tienes miedo. Pero también tienes evidencias, y con todo el valor que te infunde las ganas de no querer vivir con miedo vas a las autoridades. Error del sistema. No hay delito que denunciar. C E R O. N A D A. Váyase a su casa, señorita

Al otro día ya no solo está en tu face, sino en todo en todas las redes… Y así pasan once años, once malditos años. 

Audry, Carla y Jimena no tuvieron que imaginarlo, el acosador es un dizque rapero que se hace llamar Johnny Escutia, quien además escribió una canción describiendo cómo iba a violar a la youtuber Yuya.

La IMPUNIDAD, su amiga, le permite seguir caminando libre por las calles de nuestro país. 

De acuerdo con un estudio realizado en 2017 por las organizaciones LuchadorasMX y La Sandía Digital, la violencia digital puede causar daños físicos y emocionales y dejar secuelas como: náuseas, dolor de cabeza, falta o exceso de apetito, llanto, pesadez en el cuerpo, autolesión, estrés, paranoia, miedo, confusión, impotencia, afectaciones nerviosas, ira, miedo a salir, sensación de vigilancia constante, auto-restricción de movilidad y autocensura. 

Este tipo de violencia, en el que se incluyen un montón de conductas entre ellas el ciberacoso, ha sido reconocida como delito contra la intimidad sexual en los Códigos Penales de varios estados del país, gracias al impulso de una poblana llamada Olimpia Coral Melo, quien también fue víctima de esta.

En 2019 y hasta enero de este año, en Puebla se habían registrado  100 denuncias por delitos contra la intimidad sexual, es decir una cada cuatro días. 

Así de grave.

(Y mientras tanto Gobernación federal lanza su campaña “Cuenta hasta 10”… ¿Qué es esto, 1980?)

 

 

 

Pero el desdén hacia los delitos contra las mujeres no es exclusivo de las autoridades judiciales.

Tampoco a la SEP estatal le interesa en absoluto prevenir y atender las múltiples violencias que viven niñas, adolescentes y jóvenes dentro las escuelas. Existe un protocolo, pero parece que -diría mi mamá- está hecho con las patas. Y si a eso le suman que quienes deberían conocerlo: estudiantes, docentes, personal administrativo escolar, etc., no lo conocen, pues resulta imposible de aplicar.

Lo importante es taparle un ojo al macho, literal, porque el gobierno del estado ya le dijo a la Federación que sí, que ya atendió ese asunto que venía entre los pendiente de la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en Puebla.

¡Ah bien!, si con eso basta, señores. (Mesero, llévele un par de caguamas y anótelos a mi cuenta) 

 

 

 

Y sí, ya sé que todo esto es muy jodido, pero también nos tenemos las unas a las otras. Y juntas somos más fuertes, apenas el viernes, gracias a una acción en redes logramos que la Fiscalía detuviera al presunto violador de una niña de 8 años en Puebla, y mucho antes presionamos para la detención del presunto atacante de María Elena Ríos, la saxofonista oaxaqueña.

 

 

 

Hoy María Elena está retomando su vida y dice que “Yo no perdí, lastimaron mi piel, pero no lastimaron mis sueños, los pausé por algún momento, pero no me quitaron mi libertad emocional que es lo que a cualquier persona le hace sentir vivo”.   

 

 

 

No me voy sin antes recomendarles que conozcan el trabajo de Violeta Hernández, una ilustradora regia con un estilo entre fantástico y onírico, que me gusta mucho (hasta para tatuarme).

 

 

 

Ya. Chau.

¡¡Mándenme un tuit (@melyarel) de amorts!!
PD. Lo vamos a tirar

 

 

 

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