Las últimas semanas han sido lo más parecido que tendremos a las Olimpiadas 2020 que acaban de ser pospuestas. Cada día, con un ánimo religioso propio sólo de la 4T, nos reunimos en torno a la televisión para ver, en punto de las 7:00 pm, a los altos directivos de las autoridades sanitarias dar el parte diario del avance de COVID-19 en México.
En el mapa internacional, que si Estados Unidos ya superó a Italia, que si México es de los países más avanzados en sus cuidados, que si España tarde o temprano colapsará, que si China ya se quedó atrás… Y en el mapa nacional, que si Ciudad de México va a la cabeza con tal cantidad de casos mientras que Tlaxcala ni figuraba en el mapa (no porque no exista, como dicen las malas lenguas, sino porque no tenía, hasta hace poco, ningún caso).
Esta especie de medallero olímpico del contagio y la emergencia parece ser la forma más popular de hacer inteligible la escala de esta crisis sanitaria. Es como si solo a través del conteo numérico pudiéramos darle forma a lo que está sucediendo y aliviar nuestras angustias mientras, mirando la televisión, la fulana curva se aplana.
En español se da la feliz coincidencia de que “contar” no es sólo ponerle cifras a algo sino que es sinónimo de narrar. Es desde esta doble posibilidad semántica que habría que preguntarnos cómo es que podemos contar esta situación crítica que atravesamos actualmente.
Podemos contar el coronavirus con las gráficas y curvas de la estadística epidemiológica. Podemos contarlo como quien cuenta las bolitas del rosario (o quien cuenta con amuletos, escapularios y detentes) para pedirle a Diosito que acabe con la pandemia. Podemos contarlo con fórmulas populistas como la de la inmunidad de los pobres o con los discursos productivistas de la protección a la economía global.
Sea como fuera, no nos convencen. En Klastos creemos que esta coyuntura, que no es nueva –pues vivimos en una emergencia continua desde hace años–, evidencia que necesitamos nuevas formas de contarnos y de contar los unos con los otros. Y de eso tratan precisamente las contribuciones de este número: ¿podemos contarnos de otros modos?
Consejo editorial
Klastos. Investigación y crítica cultural
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EL PEPO