Lado B
Dónde he de de andar desnudo
Esto no es una solución o una propuesta, es más una pregunta sobre estar en la ciudad. Y esta pregunta empezó con desnudez
Por Lado B @ladobemx
08 de septiembre, 2019
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Imagen de Manolo Franco en Pixabay

Rodolfo Herrera López

I. Duda

Esto no es una solución o una propuesta, es más una pregunta sobre estar en la ciudad. Y la pregunta empezó con desnudez.

II. Historia

Richard Sennet, el sociólogo que tanto habla sobre la ciudad, cuenta en Carne y piedra que tras la guerra entre Esparta y Atenas en el 431 a.C., «los jefes de los jóvenes guerreros eran representados artísticamente casi desnudos, con sus cuerpos sin ropa, protegidos sólo por escudos y lanzas»; aunque  los ataúdes del cortejo fúnebre –consecuencia de la lucha– llevaban «descoloridos huesos de los jóvenes muertos». Ante tal realidad, la del dolor, uno podría opinar que la representación no era más que idealismo, mero discurso. Pero ciertas revisiones de la Atenas de Pericles dicen algo sobre lo que vale la pena reflexionar: la desnudez que vemos en frisos y esculturas, al parecer, no fue sólo expresión, también representó un modo de vida.

Para entender esto hay que hablar de gimnasios.

Gymnós significa “desnudo” y es así como entrenaban los jóvenes. Un cuerpo ejercitado era manifestación de la fuerza y bienestar que estas ciudades querían mostrar a su mundo. El griego estaba orgulloso de su cuerpo que era, al mismo tiempo, la ciudad. Y sus muros –como los de los gimnasios– eran suficientes para cubrir la desnudez. Por eso el hombre usaba ropas sueltas que lo cubrían poco: eso era tarea de su ciudad.

Como contraste del ciudadano desnudo, símbolo de lo civilizado, estaba el barbaroi, que se movía entre los bosques y fangales. El extranjero, ante el peligro de tal exterioridad, tenía que vestirse con suficientes pieles. La conservación, entonces, era un asunto de espacios, pero también de discurso: uno que involucra la noción de bienestar a partir de la ley.

III. Contexto

Con esta imagen de la ciudad decidí no usar más ropa, pero me llegó un mensaje sobre la desaparición de Judith Abigail Jiménez Pulido y eso me hizo recordar dónde me encuentro.

Aunque los predios en Cholula, Puebla, Huejotzingo, San Martín y Coronango, por mencionar algunos, son vendidos como urbanos, parece que son insuficientes como espacios de bienestar. Drenaje y luz no justifican los $3,000.00 que puede costar, aproximadamente, el metro cuadrado en estas áreas cuando el 98.2% de la población del país (el 100% en Puebla) ha identificado una problemática en su ciudad y una de ellas es la delincuencia con 65% de víctimas. Además, durante el segundo trimestre del 2019, el 73.9% de habitantes en México (de una muestra de 21,900 viviendas en 70 ciudades) consideró inseguro el lugar donde vive, y arriba del 50% de la población en 38 puntos del país presenció o escuchó sobre robos o asaltos a sus alrededores. Finalmente, como dato adicional, el 62.4% de las personas cambió su hábito de llevar consigo objetos de valor debido a la delincuencia. 

Pero el bienestar se extiende más allá de la seguridad pública,  involucra la convivencia con los otros, aquellos con quienes hacemos la ciudad y también depende de las herramientas que ella nos da para sobrevivir. En referencia a la seguridad debe tomarse en cuenta que el 72.5% de los habitantes tuvo problemas con sus vecinos y el 84.5% sufrieron consecuencias físicas por ello, mientras que el 38.7% tuvo un conflicto o enfrentamiento en su entorno: desde ruido y basura hasta problemas con trámites y funcionarios públicos o miembros de seguridad pública. Esto puede explicar los 47.3% casos de corrupción que vivieron los pocos que tuvieron contacto con una autoridad de seguridad pública (el 15.5%).

Por otro lado, sobre lo que se dijo de las herramientas que la ciudad nos puede dar para nuestra subsistencia se tiene un caso como el de Puebla cuya tasa de informalidad laboral es del 72.43% y en donde el 58.9% de la población vive en situación de pobreza. Esto significa que la distribución de la riqueza es tal que impide a sus habitantes tener servicios de salud, así como acceso a crédito y sistemas de pensiones y ahorro, prestaciones que un empleo formal habría de ofrecer (pues no siempre sucede).

Finalmente, a todo esto lo rodea la muralla de 2,173 cadáveres de mujeres que han sido asesinadas en México. 540 de esos delitos se han realizado en el 2019 y son 46 casos más que los registrados en el 2018 hasta el mismo momento (segundo trimestre del año). Entonces, ¿de qué nos está protegiendo nuestra polis (ciudad-Estado)? Incluso ella es una amenaza con su impunidad y corrupción. 

IV. Conclusión

Dado que la polis está constituida por la pluralidad, según la visión de Aristóteles, es necesario ceder a ciertos privilegios para lograr la unidad. El barbaroi podía moverse sin restricciones, pero no contaba con una protección mayor que la de su cuerpo y las pieles con que lo cubría; por otro lado, el ciudadano podía desnudarse, porque los otros, el espacio y la ley lo protegían, supuestamente. Para obtener esto,  el ciudadano tuvo que entregar algunos intereses de su individualidad. Así, hablar de libertad es hablar de intercambio según grados de bienestar. Pero, dónde estamos si vestidos andamos pero tememos, si somos amenazados en los muros de nuestra ciudad y hasta por ellos?

V. Apéndice (corolario)

El costo de los predios fue lo único mencionado sobre asuntos económicos; sin embargo, son relaciones materiales las que prohíben y permiten subjetividades. Así pues, ¿son ellas las que imposibilitan nuestra desnudez?  Entonces, por qué permitir que tengan más valor que nuestro ser, estar y existir.

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