Lado B
4 de cada 10 días, desde 2014, las partículas contaminantes superan la norma OMS, en Puebla
De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Calidad del Aire (SINAICA), la emisión de Partículas Suspendidas de 10 micrómetros ha sobrepasado el límite normado 764 veces durante el periodo comprendido de enero de 2014 a junio de 2019, en el municipio de Puebla y área conurbada.
Por Lado B @ladobemx
16 de junio, 2019
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Foto: Marlene Martínez

Jhovany Amastal Molina

En promedio 4 de cada 10 días, de 2014 a la fecha, en el municipio de Puebla y zona conurbada se superó el límite de partículas contaminantes PM10 establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) , de acuerdo con los datos disponibles del Sistema Nacional de Información de Calidad del Aire (SINAICA).

Esto es, durante 764 días de un total de 1983 analizados —que comprenden el periodo de enero de 2014 a junio de 2019— el límite fue superior al recomendado, en una entidad en la que la principal causa de defunciones por enfermedades pulmonares son las relacionadas con la exposición a las partículas suspendidas.

El material particulado o Partículas Suspendidas (PM) de 10 micrómetros (µg/m3) es una mezcla de partículas sólidas y gotitas líquidas son generadas por la actividad industrial, están formadas aleatoriamente de sulfato, amoniaco, cloruro sódico, carbón, polvo de minerales y cenizas metálicas, cuya reacción química genera severos efectos nocivos para la salud y ecosistemas, de acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés).

Las PM10, de acuerdo con la Secretaría de Salud, “se depositan en la región extratorácica del tracto respiratorio (nariz, boca, naso, oro y laringofaringe); contienen principalmente materiales de la corteza terrestre y se originan en su mayoría por procesos de desintegración de partículas más grandes. También pueden contener material biológico como polen, esporas, virus o bacterias o provenir de la combustión incompleta de combustibles fósiles”.

Las cifras analizadas, sin embargo, no son definitivas dado que de las 5 emisoras y redes de monitoreo en Puebla —Agua Santa, Benemérito Instituto Normal del Estado, (parque) Las Ninfas, Universidad Tecnológica de Puebla y Velódromo— sólo las primeras 4 tienen un registro de dichas emisiones.

Además los registros existentes no tienen una periodicidad continua, generando un vacío de información en aproximadamente 305 días de un total de 1983.

Al respecto, Francisco Javier Lozano, encargado de la Red de Monitoreo Atmosférico Estatal (REMA), explica que la falta ocasional de datos se debe a las “fallas mecánicas o cuestiones de mantenimiento”, ya que, de manera continua las computadoras requieren cambios de refacciones o sustitutos que, generalmente, no se encuentran disponibles a la venta en el mercado.

De la misma manera, dijo que la indisponibilidad de datos parcial o total —como el caso de la estación Velódromo— se debe a la “falta de compatibilidad [técnica] entre las estaciones… y la plataforma virtual” de SINAICA.

Un problema paralelo, aún más alarmante, es la disparidad que existe entre los límites normados, es decir, los “umbrales permitidos en la concentración de partículas por cada metro cuadrado de aire”, pues mientras que las normas oficiales de “salud ambiental” (NOM-025-SSA1-2014) acatadas por el Estado han clasificado a este umbral en 75 micrómetros por metro cuadrado (µg/m3), organizaciones internacionales como la OMS, recomienda hacerlo en 50 (µg/m3).

Lo cual significa que, mientras que para el Estado la violación a la norma de “salud ambiental” ha transcurrido en 148 ocasiones —o días— para la OMS, en realidad, ha ocurrido en 764, es decir, en 616 ocasiones más.

Las partículas suspendidas y sus efectos colaterales

La determinación de los límites de medición de la OMS, se encuentra ligada principalmente a la prevención de enfermedades cardiovasculares y pulmonares, ya que la alta permeabilidad de las partículas les permite penetrar y alojarse en la profundidad de los pulmones.

Incluso, un estudio realizado por esta misma organización, señala que, a nivel mundial, el 36% de las muertes por cáncer de pulmón, el 35% de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (COPD), el 34% de los accidentes cerebrovasculares y el 27% de las cardiopatías isquémicas, son directamente atribuibles a la contaminación por partículas suspendidas.

Bajo este mismo punto, Alberto Ferrer y Roberto Escalante, académicos de la Universidad Autónoma de México (UNAM), han evidenciado en varios estudios que frente un incremento de 10 ug/m3 existe un aumento directo del 2% en la mortalidad por causas cardiovasculares; 2.08% por causas respiratorias; 1.88% en la mortalidad infantil y 1.21% en la mortalidad de adultos mayores.

En el caso de Puebla, el número de defunciones por enfermedades pulmonares —durante el 2018 y el primer bimestre de 2019— ha sido la principal enfermedad relacionada con partículas suspendidas, al contabilizar un total de 1,594, siendo la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), la principal causa de muerte, al representar el 64% de las defunciones totales (incluye subtipos), tan sólo seguida de tumores de bronquios o de pulmón con el 12%.

De la misma manera, se ha mostrado que los efectos de las partículas no sólo se generan ante los aumentos acelerados de sus emisiones, sino también ante su exposición continua aun frente a niveles considerados “parcialmente bajos”.

José Ayala Rodríguez, neumólogo egresado del Hospital General de México y certificado por el Consejo Nacional de Neumología, por ejemplo, considera que la exposición a largo plazo de las partículas suspendidas puede incrementar de manera directa el número de “todas las enfermedades respiratorias” y, por consecuencia, de “las consultas de emergencia y hospitalización”.

Hecho que podría generar una desestabilización al Sistema de Salud Pública dada “la ineficiencia del sector público y, sobre todo, por la falta de personal” que logre compensar el incremento repentino de usuarios.

El Scottish Enviroment Protention Agency (SEPA, por sus siglas en inglés), señala que la presencia de contaminantes no sólo tiene efectos directos a la salud sino también al ecosistema, ya que los “metales o sales inorgánicas” —que conforman a las partículas suspendidas— pueden provocar a largo plazo, que los arroyos y lagos se vuelvan más ácidos (es decir, que incremente su PH); cambiar el balance nutricional de las cuencas fluviales y/o reducir los nutrientes del suelo.

El Department of Ennviroment and Energy de Australia, por otro lado, ha asociado a las partículas al calentamiento global dado que sus componente químicos “pueden contaminar y reducir las propiedades reflectivas de otras especies en la atmósfera (principalmente de la flora) lo que resulta en la absorción en lugar de la reflexión de los rayos del sol” y, lo cual, resulta en el incremento de la temperatura natural del ambiente.

Sin información de PM2.5

Si sobre las PM10 hay un vacío de información de 305 días, en cuanto a las PM2.5, que son partículas más pequeñas, igualmente perjudiciales a la salud y asociadas a la contaminación vehicular, hay mucho menos.

La falta de información equivale a aproximadamente 420 días; siendo el caso de la estación de la Universidad Tecnológica de Puebla, la red con mayor inexistencia de datos, contabilizados en 428. Lo anterior hace imposible el análisis, dado que al presentarse en periodos irregulares, podría generar sesgos importantes en su cuantificación general.

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