Lado B
Tejer una realidad soportable
Si hacemos que el deseo y la realidad se acerquen un poco, podremos encontrar el camino para una verdadera transformación de la educación en este país
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
18 de diciembre, 2018
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“…el ser humano está sometido a una confrontación ininterrumpida entre el principio de deseo y el principio de realidad, entre su necesidad de respetar la realidad y su tendencia a negarla. A partir de ahí, los mitos y las ilusiones no van a negar la realidad, sino a tejer una realidad soportable”.

Edgar Morin. Método 5: La humanidad de la humanidad, p. 139.

Vivo en un país en el que treinta millones de personas votaron el pasado primero de julio porque estaban hartas de la realidad y se dejaron llevar por el principio del deseo, por la necesidad de creer en ciertos mitos e ilusiones que no negaran la realidad –o tal vez sí, un poco al menos- pero apelaran al intento de tejer una realidad soportable.

Solamente así puedo explicarme la renuncia al juicio crítico, al análisis racional y a la exigencia de bases sólidas ante un gobierno que tiene un diagnóstico acertado sobre los problemas más acuciantes del país y un atendible y necesario llamado a la esperanza pero que plantea medios, proyectos y estrategias claramente inviables y carentes de sustento en el mundo global del siglo veintiuno.

Esa es la única explicación posible desde mi punto de vista, para comprender el entusiasmo desbordado y la defensa a ultranza de muchas cosas que lógicamente resultan claramente indefendibles, por parte no solamente de las grandes mayorías carentes de una educación formal, científica y técnica sólida sino incluso de personas y grupos con un alto nivel educativo y una probada solidez intelectual.

Porque como dice Morin, somos seres atravesados por la tensión entre el principio de realidad y el principio del deseo, seres que se debaten entre su tendencia a respetar la realidad –que desafortunada o afortunadamente siempre acaba por imponerse- y su deseo de negarla.

En esta tensión tenemos siempre el debate entre la gente que se inclina por el pensamiento crítico y la racionalidad lógica y tiende al análisis y como decía Rilke se sorprende por la facilidad por la que abandona todo lo que esperaba por lo real, incluso si es peor, y la gente que prefiere vivir encerrada en sus deseos, imágenes e ilusiones y si cae en la cuenta de que la realidad no corresponde a ellas, responde clara y contundentemente: “peor para la realidad”.

“La vida humana necesita la verificación empírica, la corrección lógica, el ejercicio racional de la argumentación. Pero necesita ser alimentada de sensibilidad y de imaginario.”

Edgar Morin. Método 5: La humanidad de la humanidad, p. 137.

Porque como dice el pensador planetario, la vida humana requiere de la lógica, la verificación empírica de las realidades y la argumentación racional pero tiene también que alimentarse de la imaginación y la sensibilidad, de la fantasía y el deseo.

Si un problema tiene o tenía México según he señalado en esta Educación Personalizante en muchas ocasiones es la desmoralización, que es en síntesis, la disminución o incluso la pérdida del deseo de vivir humanamente. Esto tiene que ver tal vez con un exceso de realidad y de verificación empírica y racional de los enormes problemas que padecemos como sociedad: de la corrupción, la impunidad, la desigualdad y la pobreza, la violencia, la exclusión y la discriminación que parecen males imposibles de solucionar.

Padecemos en el país de una falta de sensibilidad, de imaginación y de fantasía acerca de la posibilidad de construir otro país posible, otra realidad menos inhumana y deshumanizante, otra sociedad en la que podamos caber todos.

Tal vez por ello, como una especie de movimiento pendular, el voto se inclinó hacia quien ofrecía sensibilidad y deseo, más allá de la viabilidad o la racionalidad de sus propuestas más bien voluntaristas y con una buena dosis de mesianismo bastante riesgoso.

En el ámbito educativo, los profesores se mostraron hartos de evidencias lógicas, de resultados de evaluaciones nacionales e internacionales que muestran el desastre que vivimos en la educación nacional en términos de calidad de los aprendizajes. Seguramente las evaluaciones y los análisis racionales, las aportaciones de pruebas y argumentos racionales fueron agobiando a todos los actores del sistema educativo porque tal vez faltaron elementos de sensibilidad y de imaginación, de deseo y esperanza.

Hoy se nos ofrece un cambio, que aunque en lo racional parece más bien un retroceso viene envuelto en una aura de deseo, esperanza y promesa de transformación. Tal vez por eso, a pesar de sus evidentes debilidades y problemas, muchos profesores están entusiasmados con ella y se sienten reivindicados frente a la sociedad.

¿Cómo aprovechar este ánimo, fruto del principio del deseo, para tratar de construir una realidad educativa más soportable o incluso una realidad mejor, en lugar de que se convierta en una especie de droga que nos haga negar la realidad?

“Las dos reformas son en su mayor parte políticas e ideológicas, no pedagógicas. La primera cuestionó a los maestros; la segunda los entroniza. El maestro no mejora porque lo cuestionen o entronicen, mejora cuando intrínsecamente (empujado por estímulos extrínsecos) quiere aprender y mejorar. Ambas reformas utilizan al «maestro» como parte de su retórica política. ¿Cuál es la realidad? Hay maestros buenos y no tan buenos”.

Eduardo Andere. Las dos reformas educativas.

Para poder lograr una real transformación de la educación en el país resulta indispensable tratar de equilibrar esta tensión entre el principio del deseo y el principio de realidad, entre la imaginación, el deseo y el análisis y la argumentación.

El énfasis exagerado en el cuestionamiento a los maestros produjo un aumento de la desmoralización y una reacción negativa que obstaculizó los cambios propuestos por la reforma educativa que se va a derogar, incluyendo los cambios positivos que sin duda incluía. El énfasis exagerado en el valor del maestro y su entronización tampoco va a generar cambios positivos en la educación porque como dice Andere, el maestro no mejora cuando se le cuestiona o se le entroniza sino cuando intrínsecamente –a partir de estímulos extrínsecos- decide que quiere aprender y mejorar.

Este es un requisito indispensable para lograr la verdadera transformación de la educación en nuestra patria: encontrar los mejores y más pertinentes estímulos externos para que los maestros deseen intrínsecamente aprender y mejorar; lograr que el sistema educativo tenga administradores y gestores deseosos también de aprender y mejorar, lograr que los investigadores educativos aporten conocimiento para aprender y mejorar.

“El ser humano es capaz de considerar racionalmente la realidad que le rodea. Pero el principio de racionalidad no da sino una radiografía de la realidad, no le da sustancia. La realidad humana es el producto de una simbiosis entre lo racional y lo vivido”.

Edgar Morin. Método 5: La humanidad de la humanidad, p. 136.

Los mitos y las ilusiones generadas en los maestros por la propuesta de cambios educativos del nuevo gobierno no tienen por qué generar una negación de la realidad y pueden por el contrario, ayudar a tejer una realidad más soportable, siempre y cuando el principio del deseo que orientó el voto y está orientando el apoyo ciego se combine con el principio de realidad y se sustente en el análisis racional y en la evidencia empírica que muestren que estas propuestas son viables.

Si logramos que se produzca la simbiosis entre lo racional y lo vivido, si hacemos que el deseo y la realidad se acerquen un poco, podremos encontrar el camino para una verdadera transformación de la educación en este país que tanto necesita de una buena formación para los futuros ciudadanos. De lo contrario. Me temo que tarde o temprano, el deseo chocará de frente con la realidad y el golpe será muy doloroso.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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