En semanas pasadas llegó a México un éxodo masivo de 5,000 hombres, mujeres, niñas y niños que salieron de Honduras huyendo de la violencia desenfrenada y buscando poner a salvo sus vidas.
A su paso por el Cuerno de la Abundancia, estas miles de personas removieron la conciencia y las estructuras de la sociedad mexicana, partiéndola en dos grandes pedazos: los que abrieron y los que cerraron sus puertas; haciendo visible la división, el racismo y la xenofobia que late con fuerza en nuestro país.
México demostró que se puede ser nación migrante y antiinmigrante a la vez; que el pensamiento nacional puede concluir que nuestros migrantes son héroes, y los de otros países son invasores.
Las aguas partidas de la sociedad mexicana despertaron debates acalorados y protestas en las calles. En ella, los que no quieren a las personas que migran a México, se hicieron escuchar sin pena y dejaron claro que, para ellos, hay migrantes de primera (ellos, los turistas, sus familias y los que les envían remesas), y de segunda (los de Centroamérica, Caribe, Antillas, África). Así, estos últimos no merecen atención y deben ser agradecidos con la poca comida que los albergues sufren para darles.
Pero frente a sus minoritarios ojos de asombro, la mayoría de los mexicanos abrieron puertas, ventanas, albergues, estadios y parques para recibir a las familias que caminaron más de 2,500 kilómetros para llegar a la Ciudad de México.
Y aunque las autoridades locales en Veracruz ofrecieron y luego cancelaron autobuses gratis para que “avanzaran”, los miembros del Éxodo Que a Su Paso Hizo Visible Lo Invisible, no se detuvieron y caminaron hasta la capital del país.
Días después, cuando los pies de los caminantes apuntaban ya hacia el norte del país, frente a las aguas divididas y las amenazas del Señor de Arriba, la próxima Secretaria de Gobernación del presidente electo Andrés Manuel López Obrador dijo que la migración de centroamericanos es un “grave problema” que pone en riesgo la relación México-Estados Unidos. De esta manera, la promesa del candidato AMLO de que la migración sería honrada en México como un acto digno, muy posiblemente se la llevará la caravana.
A pesar de todo esto, luego de más de 15,000 kilómetros de camino y de 100 mil injurias, engaños y amenazas, alrededor de 5,000 hombres y mujeres huyendo de la guerra del narcogobierno de Honduras contra su pueblo, llegaron en los pasados días a Tijuana, esperando una oportunidad para entrar a los Estados Unidos en busca de asilo.
Ellas y ellos tienen la claridad de que en Honduras la vida tiene precio; que hay que pagar para vivir, caminar, comer y trabajar; claridad de que el gobierno abandonó a la gente a su suerte; claridad de que no tienen otra opción que dejar todo y correr.
México, por su lado, descubrió que la claridadde que es un país hospitalario no era tal. En realidad, somos una nación con un “grave problema”: ser un país de emigrantes y no tener empatía por los inmigrantes.
Aquí tres pequeños hechos para revisar lo que pasó:
1.- Desde 2013, cada año salen 60,000 personas de Honduras. El éxodo está dentro de los números normales de expulsión que se tienen considerados para éste país. Viajaron juntos para cuidarse y evitar la deportación. Trump nos hizo caer en el engaño de que esto era una amenaza extraordinaria.
2.- EU es el gobierno en Honduras. Desde el Golpe de Estado que expulsó a Manuel Zelaya, el Gobierno de Estados Unidos consolidó su presencia militar en los Estados Unidos. Es el único lugar donde tiene una base militar en la región, y desde donde coordina las acciones militares. Para ello, respalda financiera y técnicamente a Juan Orlando Hernández, Presidente de Honduras, con probados vínculos con el narcotráfico y la delincuencia organizada que le ha hecho la vida imposible a los hondureños y hondureñas.
3.- Señor Presidente Electo: los migrantes no son un “grave problema” para la relación México-Estados Unidos. El Gobierno de EU es el grave problema para la movilidad regional. Centroamérica tiene un acuerdo de movilidad regional; la Unión Europea tiene un acuerdo de movilidad regional; Asia y África tienen acuerdos de movilidad regional. El Muro de México y Estados Unidos es racista e innecesario.
PostData que agradece a todas las personas que participaron en el NewYorkTlan 2018. Superamos nuestra meta y más de 1,500 personas se sumaron a la Fiesta Grande de los pueblos indígenas viviendo en Nueva York. Acá una pequeña muestra que también recuerda que todos los pueblos migrantes podemos unirnos. Así no habría necesidad de pelearnos por la comida mientras otros comen en abundancia y, tal vez, podríamos comer parejo lo que todos y todas necesitamos y merecemos.
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*Foto de portada tomada de Forbes México