Lado B
La abstracción y la regresión
Es posible cultivar la capacidad de abstracción para hacerse progresivamente más hábil y ejecutar las operaciones que están involucradas en este proceso en niveles cada vez más elevados.
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
13 de marzo, 2018
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

  1. Abstracción.

“Cuando uno abstrae, uno capta lo inteligible en lo sensible. Hemos usado el ejemplo de captar la necesidad de la redondez de la curva…Lo que sucede es que, a la luz de un chispazo inteligente dado, uno selecciona de lo sensible lo que es inteligible. Lo que es necesario para el chispazo inteligente ustedes lo llaman ‘lo esencial,’ ‘lo relevante,’ ‘lo importante’; y lo que no es esencial ni necesario para el chispazo inteligente lo llaman ‘lo incidental,’ ‘lo accidental,’ ‘lo irrelevante,’ ‘lo menospreciable’…”

Bernard Lonergan, Filosofía de la Educación, p. 87.

[dropcap]A[/dropcap]bstraer es una función sustancial en el proceso de conocimiento, un proceso complejo para el que tenemos que prepararnos y hay que ejercitarnos constantemente. Es posible cultivar la capacidad de abstracción para hacerse progresivamente más hábil y ejecutar las operaciones que están involucradas en este proceso en niveles cada vez más elevados.

Precisamente por su complejidad, el proceso de abstracción no es algo que esté presente en la actividad intelectual de los seres humanos desde el momento en el que nacen, sino que va emergiendo paulatinamente a partir de las sucesivas diferenciaciones e integraciones de las operaciones cognitivas que como afirma Piaget, se producen a partir de dos procesos fundamentales de adaptación y de la realidad: la asimilación y la acomodación.

En el trayecto de los primeros años de vida, la persona vive en el mundo concreto, el mundo de la inmediatez como afirma Lonergan y a medida que accede al lenguaje y va ejercitando el aprendizaje va poco a poco introduciéndose en el mundo mediado por la significación, que es el mundo propio de los adultos. En este camino, el niño va desarrollándose cognitivamente en diferentes etapas o estadios que van desde la etapa meramente basada en reflejos – de los 0 a los 2 años- hasta la etapa de las operaciones formales –de los 11 a los 15 años- pasando por las etapas, pre operacional –de los 2 a los 4 años-, la etapa intuitiva –de los 4 a los 7 años- y la etapa de las operaciones concretas –de los 7 a los 11 años-.

De manera que según las etapas de desarrollo cognitivo de Piaget, el nivel del desarrollo de la abstracción que es propio de las operaciones formales es posible hacia la edad de once o doce años en el camino de desarrollo intelectual de un niño en su trayecto hacia la madurez.

“El término ‘abstracción’ designa un proceso por el cual separamos o aislamos intelectualmente alguna o algunas cualidades de un objeto”. Por ejemplo cuando vemos cuatro, cinco o seis perros de distintas razas y colores y somos capaces de aislar intelectualmente sus cualidades comunes para abstraer el concepto “perro” de las distintas cualidades (tamaño, estructura corporal, color, etc.) de cada uno de los perros con los que tenemos contacto o cuando aislamos el rasgo fundamental de redondez de la curva, separando las características particulares de distintos tipos de formas curvas que se encuentran en objetos de la realidad.

Como dice Lonergan en el epígrafe de la Educación personalizante de hoy, por la abstracción captamos lo inteligible en lo sensible.

“Lo que sucede es que, a la luz de un chispazo inteligente dado, uno selecciona de lo sensible lo que es inteligible…” y deja de lado lo incidental, lo irrelevante priorizando y seleccionando lo esencial, lo importante para comprender aquello que se anda buscando a partir de las preguntas para la inteligencia que ha formulado.

En la segunda parte del capítulo acerca del nuevo aprendizaje analizado desde las Matemáticas del libro “Filosofía de la Educación” que compila sus conferencias de Cincinatti de 1959, el filósofo canadiense afirma que “…El pensamiento científico es mucho más versátil, está mucho más atento a todas las posibilidades del acto fundamental que es el chispazo inteligente en los datos sensibles…” por lo que las ciencias requieren y promueven una capacidad de abstracción mucho más rigurosa y compleja, además de variada y creativa para promover chispazos inteligentes desde distintos ángulos que lleven a una comprensión cada vez más completa de un mismo campo de objetos de la realidad.

Se trata de un ejercicio sistemático y progresivo, siempre inacabado de generación de ideas, formulación de hipótesis, construcción de explicaciones tentativas, elaboración de conceptos que ayuden a comprender de manera cada vez más amplia y profunda el mundo en el que vivimos y nuestro propio ser en el mundo.

  1. Regresión.

“Errar es humano, y el sentido común es muy humano…La laguna en el desarrollo intelectual, su dificultad y sus aparentemente escasas recompensas le pesa de manera especial al sentido común. A éste le concierne lo concreto y lo particular. No alimenta aspiraciones de alcanzar leyes abstractas y universales. Fácilmente es llevado a racionalizar sus limitaciones generando una convicción de que otras formas de conocimiento humano o bien no son útiles o tienen una validez dudosa…”

Bernard Lonergan, Insight, p. 144.

Sin embargo el desarrollo de la abstracción tanto en el proceso cognitivo de un individuo como en el campo de las ciencias y en el del sentido común no tiene un camino automáticamente ascendente sino que responde a una trayectoria sinuosa en la que existen altibajos inevitables.

En el proceso de vida de una persona, así como en general es posible afirmar que se van presentando las etapas o estadios del desarrollo cognitivo como lo establece Piaget, también es cierto que la falta de ejercicio de la inteligencia, la posesión que van haciendo las ideas sobre los individuos –poseemos las ideas que nos poseen, dice Morin– por ejemplo en las ideologías políticas o los fanatismos religiosos, hacen que se vaya mermando la capacidad de abstracción, que la persona se vuelva poco a poco incapaz de aislar lo inteligible en lo sensible y que se responda de manera automática e irreflexiva a las realidades que se van presentando.

En el proceso colectivo puede producirse también lo que Lonergan llama el “absurdo social”. Porque errar es humano y como dice el filósofo canadiense el sentido común es muy humano. El absurdo social es normalmente el producto de un sesgo del conocimiento de sentido común que se ocupa de lo particular, lo concreto y lo inmediato, que busca la utilidad práctica para resolver el día a día de la vida y por eso es un conocimiento altamente especializado y muy necesario para la vida humana, pero que fácilmente cae en la tentación de absolutizarse y de descalificar y excluir cualquier otra forma de conocimiento y de cerrarse al conocimiento desinteresado, universal y de largo aliento, propio del mundo de la ciencia y la teoría.

En el cambio de época estamos viviendo en el mundo un proceso progresivo de crecimiento del absurdo social. Hoy se juzga como inútil todo conocimiento que no sea aplicable y útil de manera inmediata y se descalifica –la mayoría de las veces desde la ignorancia- cualquier intento de conocimiento basado en leyes abstractas y universales.

Como si de pronto la humanidad pasara de la madurez del estadio de las operaciones formales caracterizada por la abstracción de lo inteligible en lo sensible a la etapa de las operaciones concretas en la que se particulariza cualquier experiencia y se prioriza lo sensible, así la humanidad en este ciclo amplio de decadencia vive hoy una incapacidad de abstracción que resulta preocupante y se expresa en todos los campos de la vida.

Baste aquí con señalar algunos ejemplos muy extendidos en nuestra sociedad actual para evidenciar esta pérdida de capacidad de abstracción.

En la vida cotidiana escuchamos hoy decir “Buen día” o “Buena tarde” y criticar como incorrecta la expresión tradicional “Buenos días” o “Buenas tardes” porque la gente de hoy ignora que en el idioma español existe el plural expresivo y que cuando se dice “Buenos días” se está apelando a una expresión de carácter universal y abstracto, porque las personas de nuestro tiempo solamente son capaces de captar lo sensible de cada día como distinto a los demás días.

En el mundo de las instituciones se ha cambiado el título de organismos como el “Instituto Nacional de la Mujer” por “Instituto Nacional de las Mujeres” porque se presume, en una pose pseudo intelectual propia de la etapa de las operaciones concretas, que no existe LA mujer (concepto abstracto) sino las mujeres concretas. Lo mismo pasó con el Instituto Nacional de la Senectud que hoy es Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores.

Esta regresión ha invadido también el mundo de la academia donde hoy no se puede hablar de Pedagogía sino de Pedagogías y se convoca a congresos de investigación sobre juventudes científicas  o a estudios sobre las prácticas docentes porque no tenemos la capacidad de abstraer lo esencial y entender que hay conceptos abstractos y comprehensivos que sintetizan un tema u objeto que puede tener en lo concreto y lo sensible múltiples manifestaciones y modos de ser.

La escuela y la universidad tienen como parte fundamental de su tarea el cultivo de la inteligencia desasida y desinteresada, el impulso al desarrollo del conocimiento teórico y de la reflexión crítica sobre el conocimiento del sentido común, lo que implica el desarrollo de la capacidad de abstracción de lo inteligible en lo sensible.

Resulta por ello muy importante que quienes participamos en las diferentes trincheras del sistema educativo tratemos de dar la batalla contra la regresión y a favor del desarrollo de la abstracción.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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