Lado B
Barnabo de las Montañas
En 1933 se publicó la primera novela del autor que fue introducido a los lectores hispanoamericanos por Borges, me refiero a Dino Buzzati. Barnabo de las Montañas (Gadir, 2007)
Por José Luis Prado @pepepradog
08 de mayo, 2016
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José Luis Prado

@pepepradog

[dropcap]E[/dropcap]n 1933 se publicó la primera novela del autor que fue introducido a los lectores hispanoamericanos por Borges, me refiero a Dino Buzzati. Barnabo de las Montañas (Gadir, 2007) novela de pocas páginas y argumento, de primera instancia sencillo, narra la vida de un campesino que forma parte de un grupo de guardabosques encargados de custodiar un depósito de explosivos que ha sido construido para facilitar una proyectada carretera de montaña, la cual nunca llega a terminarse. La pólvora permanece durante años en aquel sitio, siendo objeto de varios asaltos por bandidos que se cree son extranjeros; algunos guardabosques caen víctimas de ellos. En un ataque de los ladrones, el protagonista Barnabo se esconde, quizá por miedo. Lo siguiente es que pierde su empleo.

La obra muestra las características que definieron la producción de este clásico de las letras italianas. La alegoría, dice David Lodge, es una forma especializada de la narrativa simbólica, que no se limita a sugerir algo más allá de su significado literal, sino que insiste en ser descifrada en términos de otro significado. En la novela de Buzzati, el poder simbólico de las descripciones paisajísticas y la fusión del alma humana con los grandes espacios abiertos se entretejen para significar algo más:

La pluma está aún colgada de un pequeño hilo, balanceándose de un lado a otro por el viento. Dentro de poco se suelta.

El viento es el símbolo probablemente del tiempo “No es niebla es eso: humo negro que asciende en una columna directo al cielo, como si el viento se hubiese detenido” y es que de verdad parece que el personaje después de perder el empleo queda en una especie de stand by como marca de un detenimiento existencial; en alguna parte dice el narrador “Se ha despertado ya el viento nocturno” y con esto, me parece que sintetiza parte de lo que arriba comento: el presente queda reducido a algo espectral y vacilante.

Otra característica de la que se vale el también autor de El desierto de los tártaros es el concepto de la vida como una perpetua espera de lo desconocido y temido, un rasgo que aparece como elemento narrativo fundamental:

“Allá abajo no había sombra ni viento y eran raras las fuentes. Había que ir siempre recto hacia adelante; allá al fondo hay una planta umbrosa, un pequeño esfuerzo más. Los pies son de plomo, valor por haber llegado.”

El desarrollo argumental muestra cierta cadencia y pausa, apenas relevante en hechos externos pero intensos en el plano psicológico, destaca por su belleza plástica, además, produce un efecto misterioso y sugestivo en el lector, aunque en principio cuesta trabajo identificarse con la figura de Barnabo.

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El uso del narrador predomina en la forma indirecta como es lógico en una trama de personajes solitarios, superior a lo que se espera en un escritor novel. Vale mucho la pena acercarse a este autor que, con su primera obra, nos muestra buena parte de lo que será su posterior estilo.

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Autor Lado B
José Luis Prado
José Luis Prado ha sido becario del Fondo estatal para la cultura y las artes de Puebla en las emisiones 2011 y 2013 en la disciplina de cuento; publica en revistas nacionales e internacionales. Actualmente imparte talleres de cuento en la Escuela de Escritura y en los talleres artísticos de la BUAP.

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CANIJO CONEJO

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