Lado B
2016, un año difícil para nuestra economía
Un análisis académico de Jesús Amador Valdés, profesor del Departamento de Estudios Empresariales de la Ibero CDMX
Por Lado B @ladobemx
19 de febrero, 2016
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Foto: Reuters, tomada de ejecentral.com.mx

Foto: Reuters, tomada de ejecentral.com.mx

Jesús Amador Valdés │ Prensa Ibero

@PrensaIbero

Desde el segundo semestre de 2015 a la fecha hemos sido testigos de dos acontecimientos importantes en el funcionamiento de la economía: la caída en el precio del petróleo y la depreciación del peso frente al dólar.

La caída del precio del petróleo ha estado sujeta a una contracción de la demanda, aspecto en que ha influido considerablemente el proceso de desaceleración de la economía china y el proceso de sobreoferta del petróleo a nivel mundial por la posición de Arabia Saudita en el marco de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la obtención de petróleo crudo sintético y el mantenimiento de los niveles de producción de Rusia, a pesar de los problemas que afronta su economía, y por último, las expectativas ante la entrada al mercado de Irán.

En el caso de la depreciación, la primera causal está determinada por el bajo crecimiento de las economías emergentes y subdesarrolladas y sus mercados domésticos estrechos, la situación no favorable de la economía europea, específicamente la concerniente a la zona euro, el comportamiento de la economía de Estados Unidos y la incertidumbre que existía en los mercados ante la posibilidad de un aumento de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal de EU (FED, por sus siglas en inglés) y que fue concretizada en diciembre con el aumento de 0.25.

Las situaciones descritas y en las que se encuentra inmerso México han generado incertidumbre y preocupación en determinados círculos académicos, políticos, empresariales y de la sociedad civil  en general.

En la actualidad, incluso algunos analistas han señalado que, de llegar a niveles de 20 dólares por barril se llevaría al peso a niveles de 23 unidades por dólar, considerando a la moneda mexicana como una de las más líquidas, conjuntamente con el peso chileno y el real brasileño, es decir, son las monedas de América Latina que mejor pueden ser cambiadas por bienes y servicios.

[quote_box_right]Analistas señalan que, de llegar a niveles de 20 dólares por barril de petróleo, se llevaría al peso a niveles de 23 unidades por dólar, considerando a la moneda mexicana como una de las más líquidas, conjuntamente con el peso chileno y el real brasileño, es decir, monedas que mejor pueden ser cambiadas por bienes y servicios en América Latina[/quote_box_right]

El comportamiento del tipo de cambio en México parece mostrar en una observación cualitativa, en el corto plazo, una correlación con el comportamiento del precio del petróleo. Los datos, en simple observación, indican que la caída en el precio del petróleo está asociada a un aumento del tipo de cambio, aunque es difícil econométricamente verificar esta observación.

La dificultad para esta verificación parece estar dada por las intervenciones del Banco de México para controlar el proceso de depreciación del peso. Por tanto resulta algo especulativo afirmar en cuánto puede depreciarse el peso ante un precio del barril de la mezcla mexicana en 20 USD, aunque sí es posible aseverar que el precio del barril causará un efecto de depreciación del peso.

Lo que puede señalarse y no con exactitud, por la incidencia que muestran los procesos de depreciación sobre el nivel de precio, es el crecimiento del nivel de inflación, que es imposible mantener a los niveles de diciembre de 2015.

El proceso de depreciación del peso muestra una pérdida de valor de 8.24 por ciento, del 4 de enero al 16 de febrero de 2016, y dadas las circunstancias parece que influirá en el nivel de precio de la economía y por tanto provocará un aumento en la inflación, aunque no debe rebasar los límites de la inflación objetivo.

La causa de este efecto radica en el incremento del precio de 50 por ciento de importaciones de bienes intermedios usados por nuestra industria manufacturera y que debe ser analizado para firmar o no un aumento real de la competitividad exportadora, unido al efecto que sobre ella ejercerá el estancamiento, que se observa en el sector manufacturero de la economía de Estados Unidos.

El futuro inmediato no parece halagüeño, pero se pueden presentar opciones que amortigüen situaciones negativas como el acuerdo entre la OPEP y Rusia de mantener la oferta petrolera a los niveles de enero, además de acciones en materia de política económica doméstica que se ejecutarán para buscar en todo momento una estabilidad macroeconómica.

 

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Autor Lado B
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