Lado B
Un viaje íntimo hacia la incertidumbre
En algún poema de Adam Zagajewski se lee lo siguiente: “Y nosotros también vivíamos entre dos dialectos,/ en la jerga estrecha de lo cotidiano, del odio, /y en el lenguaje de un gran sueño.” Pienso en esto mientras termino de leer el libro de Jorge Fernández Granados Si en otro mundo todavía. Antología personal
Por José Luis Prado @pepepradog
31 de enero, 2016
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José Luis Prado

@pepepradog

[dropcap type=»1″]E[/dropcap]n algún poema de Adam Zagajewski se lee lo siguiente: “Y nosotros también vivíamos entre dos dialectos,/ en la jerga estrecha de lo cotidiano, del odio, /y en el lenguaje de un gran sueño.” Pienso en esto mientras termino de leer el libro de Jorge Fernández Granados Si en otro mundo todavía. Antología personal (Almadía, 2012) y es que en efecto, en la poesía la palabra sirve para trazar una geografía y, a partir de ahí, alumbrar el enigma de la existencia.

El libro es un homenaje a la memoria, ya que el recuerdo es como la luz, a veces chirriante, de aquello que hemos vivido: “El viento,/ otra vez el viento que desenreda/ los cabellos lacios de las cosas,/ las tenues pausas./ Viento río./ El tiempo y sus palabras:/ de esta manera lo mismo.” Leemos, como dice la contraportada, un regreso a la infancia como territorio de autoconocimiento.

Los poemas que construye Fernández Granados no son condescendientes de las certezas, son, en todo caso, un vaivén que recorre la incertidumbre:

miserables los dispersos reiteradamente juntan
cuatro cosas y el alegre respirón de un aire viejo
se saludan
se sospechan
desde la mutante memoria del amor
o la palabra (cualquier gesto) los agrupa
y los retiene
convidados de piedra confundidos en todo

En este sentido, la falta de certezas se encuentra en un refugio que ha sido creado por el poeta y que funciona como la habitación íntima de la palabra.

La selección que hizo del libro Principio de incertidumbre es, para mí, la de mayor fuerza, se trata de un intrincado diálogo entre aquello que alguna vez estuvo, lo que fuimos, y en secreto silencio obviamos. Somos parte de esa tradición de la que habla Granados llena de fantasmas defraudados y, pareciera que por eso, es que nos siguen rondando en la memoria de las cosas.

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El autor de Los hábitos de la ceniza, que mereció el Premio Nacional de Poesía de Aguascalientes, se empecina en hacernos saber que estamos solos:

No tengo intención de tener un hijo.
De verlo crecer en esas tardes en que nada espero.
Por eso no lo tengo.
No tengo dinero ni paciencia para su tos,
para sus preguntas, vacunas, calificaciones,
su primitiva maldad, sus diminutas catástrofes.
Pero sobretodo no tengo corazón
para heredarle la tristeza
que madurará en sus ojos
cuando su alma abra las velas.

Recuerdo que en un ensayo, Jorge Fernández Granados distingue tres niveles esenciales para un texto literario: la luz del día o de la razón, la luz de la noche o de la intuición y la luz del fuego o de la visión. Me parece que Granados es un poeta que combina, amalgama, la luz de la razón con la intuición, ambas conviven en su poesía ya que la primera es panorámica y por la noche tenemos el detalle pormenorizado; es decir, por medio de su palabra, alumbra el misterio de la incertidumbre.

Esta antología es una invitación a la soledad de un poeta que nos convida, a través de ella, una comunidad de fantasmas, de aparecidos, que somos todos; es la voz madura de un autor que habla desde afuera pero siempre regresando a sí mismo, y en ese camino de vuelta es donde el lector encuentra la complicidad con su letra.

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Autor Lado B
José Luis Prado
José Luis Prado ha sido becario del Fondo estatal para la cultura y las artes de Puebla en las emisiones 2011 y 2013 en la disciplina de cuento; publica en revistas nacionales e internacionales. Actualmente imparte talleres de cuento en la Escuela de Escritura y en los talleres artísticos de la BUAP.
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