Lado B
El regreso de las utopías
Como toda ficción especulativa, Mujer al borde del tiempo vale por las ideas que es capaz de transmitir y no necesariamente por la trascendencia de la prosa o la estructura narrativa
Por Alejandro Badillo @alebadilloc
19 de septiembre, 2022
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Mujer al borde del tiempo. Marge Piercy. Editorial Consonni, España 2020. Traducción de Helen Torres.

Desde hace unos años, la literatura parece abandonar el presente –lo inmediato– y busca claves para desentrañar el futuro. Ante las crisis constantes de nuestras sociedades, se necesita una mirada que nos ayude a diseñar o, al menos, pensar en lo que vendrá. La fábula del progreso se está quedando sin legitimidad y, sobre todo, sin una narrativa. En esta coyuntura el realismo se ha contentado con hiperbolizar los hechos de todos los días. La literatura, como modelo para especular, está tomando el relevo.

Mujer al borde del tiempo de Marge Piercy (Detroit, 1936) pertenece a las obras que, quizás, tengan más influencia años después que en el momento de su publicación original; en este caso 1976. Rescatada para el público de lengua castellana por la editorial Consonni, la novela es un cruce interesante entre ficción especulativa y narración utópica. Algunos críticos también la califican como una historia de viaje en el tiempo o la ponen en algún subgénero de la Ciencia Ficción. Con independencia de la etiqueta, Mujer al borde del tiempo es una ventana a las utopías planteadas en las décadas de los 60 y 70 y cómo éstas se han convertido en exigencias urgentes medio siglo después. 

La trama de la novela abarca dos territorios: en el primero leemos la historia de Connie –Consuelo Ramos–, una mexicoestadounidense de 37 años que vive en el Harlem. La década es 1970 y la protagonista, perteneciente a los estratos marginales de Estados Unidos, termina presa en un hospital psiquiátrico. Connie es acusada de drogadicción y de violencia familiar. Sin embargo, ella misma es víctima de amigos y parientes que la acusan en una búsqueda de salvación y dinero. El segundo territorio del libro describe los encuentros que tiene la presa con personas del futuro, concretamente del año 2137. El contacto es planteado como una especie de desprendimiento mental: la mujer sigue en su presente, pero se fuga al futuro gracias a su capacidad sensitiva. La guía es un personaje llamado Luciente, una mujer de apariencia andrógina. A partir de esas visitas, ella puede atestiguar una realidad posible. Con el transcurso de las páginas nos enteramos de que Connie, quizás, tiene un papel importante para que el mundo del 2137 sea posible. 

En la obra de Piercy se establece un poderoso contraste: la ciudad y, en particular, el hospital psiquiátrico convertido en un laboratorio de experimentación que interviene los cerebros de los pacientes-presos. Por otro lado, en el futuro, se presenta una sociedad que ha resuelto las crisis actuales, aunque siguen en el horizonte el fantasma de la guerra y, también, las personas que no se han adaptado a los nuevos criterios que rigen a casi toda la humanidad. Pasamos de la sociedad disciplinaria a una especie de anarquismo colectivista en el que toda la gente participa en las decisiones de los pueblos o aldeas. La narración no se presenta como ciertas utopías preocupadas solamente por la verosimilitud de sus supuestos. Los elementos que echan a andar la vida en Mattapoisett –la ciudad del futuro– son una mezcla de propuestas políticas con tecnología avanzada que no afecta a la naturaleza.

Como toda ficción especulativa, Mujer al borde del tiempo vale por las ideas que es capaz de transmitir y no necesariamente por la trascendencia de la prosa o la estructura narrativa. Por supuesto, la novela es una feliz excepción en la literatura del siglo XX aún entrampada en paradigmas de los que ahora intentamos huir. Quizás una de las ideas más importantes es el discurso ecológico que, en los años 70, era un tema que no tenía la relevancia actual. Pero hay muchas otras vertientes que ofrece el libro: el papel de la mujer liberada del rol social impuesto a través de los siglos; el fin del consumismo y el fetiche del dinero, entre otras cosas. Mujer al borde del tiempo es una oportunidad para conocer los sueños del siglo pasado y extenderlos como realidades en nuestro convulso presente.    

 

*Foto de portada: Portada de Mujer al borde del tiempo

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Alejandro Badillo
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