Lado B
EL SILENCIO DE LAS MANECILLAS
Alejandro Baca
Por Lado B @ladobemx
20 de febrero, 2015
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Alejandro Baca

 

El silencio de las manecillas

Te preguntarás por qué pasé la vida recolectando los huesos más largos de las palomas, por qué até con listones rojos las manos de las estatuas, que nos observan desde las glorietas, y besé sus senos fríos y puntiagudos. Te preguntarás por los solsticios y las fundidas primaveras, por el resquicio de la madrugada a los pies de las farolas, por la exactitud del péndulo en su ir y venir. [En su ir y venir] [En su ir y venir]. En el hipnótico trance que provocan los espectaculares en la cima de los centros comerciales. Te diré que está camisa me aprieta, que me estoy asfixiando, que un día conocí a la muerte vestida de canesú, que nunca la habría reconocido de no ser porque las patas de chivo se asomaban de sus zapatillas. Te diré que llevo los mismos zapatos todos los días del año para no perder el paso, para no olvidar el camino a casa, aunque no recuerdo el color del portón; y mis ojos giran como las sirenas que van montadas en las ambulancias. Tú preguntarás y yo responderé con la verdad como siempre lo hago. Responderé con la verdad omitiendo la obsesiva y compulsiva verdad que me suscribe. Porque una pregunta sólo puede ser respondida por otra pregunta [Cuando es honesta]. Porque una respuesta sólo es el silencio que abreva la incomodidad de las miradas. Pero yo responderé por las horas que pierde cada año. Por las seis horas que le debemos al tiempo, y que vuelven cada que preguntas mi nombre y yo invento una historia o un sueño.

 

El animal que no existe

Porque no es lo mismo hablar de la tristeza que hablar triste, cuando se habla triste la boca es el parlamento de las aves y todas vuelan en forma de uve rumbo a tierras lejanas. Pero cuando hablamos de la tristeza hablamos de un animal que no existe; álgido, vetusto y desgarbado o ágil, voraz y despiadado. Cuando hablamos de tristeza, el animal que no existe; que merodea por las laderas, se aproxima velozmente y se tiende a los pies de quien lo enuncia. O se posa a los pies de quien lo escribe. En fin, aquella figura metamórfica se posa en algún sitio y espera a que terminen de narrarlo. Pues no existe.

 

Alejandro Baca, nació en el Estado de México en 1990, poeta, editor, ensayista, autodidacta. Publicó el poemario Apertura al cielo, con la editorial Naveluz. Ha sido publicado en Invisible-Gazzete, Flint, Ritmo, Avispero, Círculo de poesía, Punto en línea. Actualmente trabaja como editor en la revista Ritmo y en Cuadrivio Ediciones. Fundador del Colectivo Órfico de poesía y director del proyecto Centauro de Cine-poesía. Ha sido publicado en las antologías Los volátiles (ed. Juanita cartonera), Un disparo en la nuca para terminar el verso (ed. La rabia del Axolotl) y Poetas parricidas (ed. Cuadrivio).

Foto: shutterstock.com

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