Lado B
El libro impreso no desaparece
Una biblioteca se puede equiparar con un jardín, y el libro, como todo ser vivo, se encuentra en estado de constante crecimiento y evolución
Por Lado B @ladobemx
10 de febrero, 2015
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Imagen tomada de este sitio.

Prensa Ibero

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Las versiones digitales de los libros no harán desaparecer, al menos a corto plazo, a sus formatos impresos, pues estos tienen, cuando son producidos con cuidado y profesionalismo, una durabilidad promedio de hasta 350 años, lo cual garantiza su consulta por lectores, incluidos estudiantes, profesores e investigadores; y a futuro, por los historiadores de la ciencia, dijo el doctor Alejandro Garciadiego Dantan, académico distinguido del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana.

[quote_right]Los libros en papel seguirán existiendo, por lo menos en un futuro inmediato, porque es necesario para las bibliotecas conservar ediciones impresas, simplemente por su durabilidad y accesibilidad. [/quote_right]

Los libros en papel seguirán existiendo, por lo menos en un futuro inmediato, porque es necesario para las bibliotecas conservar ediciones impresas, simplemente por su durabilidad y accesibilidad. Por ello se elige con mucho cuidado el papel, se emplean tintas con el menor número de químicos y en el encuadernado se reduce al máximo la cantidad de pegamento utilizado, “todo con la idea de que ese libro permanezca en una biblioteca el mayor número de años”.

Por otro lado, por necesidades de espacio y actualización, es práctica común en muchas universidades, incluso las de mayor reputación en el mundo, que sus bibliotecarios se deshagan de libros impresos, en particular los de texto, con cierta regularidad. Esto se debe a que los contenidos, métodos y procesos de enseñanza y aprendizaje evolucionan de manera continua y a gran velocidad y tornan obsoletos los libros de texto.

“Una biblioteca se puede equiparar con un jardín, y este último, como todo ser vivo, se encuentra en estado de constante crecimiento y evolución: los libros nacen, crecen, influyen en otros y mueren. Algunos son mejores que otros y deben preservarse; otros desaparecer. Yo, como otros tantos que nos decantamos a favor del papel, confiamos en que los bibliotecarios expertos sabrán elegir con precisión qué impresos pueden eliminar y cuáles deben conservar”.

Aunque el aprovechamiento del espacio es necesario y es imposible preservar ediciones físicas de todo libro, su eliminación es una práctica que tiene consecuencias negativas, pues impide a algunos académicos, como es el caso de Garciadiego, interesado en estudiar la metamorfosis de las obras de texto, estudiar y analizar cómo ha evolucionado a través del tiempo, la enseñanza de las matemáticas, o de cualquier otra disciplina.

Algunas instituciones, no necesariamente académicas, tienen la costumbre de destruir sus archivos muertos de manera periódica, y su estudio va a ser extremadamente complejo en el futuro. Por el contrario, “gracias a la conservación, ya sea en papel o de manera digital, se podrá estudiar la evolución histórica».

Por ejemplo, uno de los lógicos más famosos de principios del siglo XX, conservó, al menos, siete versiones distintas de una misma conferencia sobre la filosofía de las matemáticas. Estos documentos son una verdadera mina de oro para los historiadores, pues permite intentar reconstruir la evolución de su pensamiento. Esto mismo aplica a dos de los científicos más notables de la historia de la humanidad, Galileo y Descartes, de quienes aún hoy se conservan un gran número de sus textos originales, incluyendo misivas y borradores.

Hoy la gran mayoría de las editoriales científicas no se preocupan por publicar ediciones impresas con tirajes muy altos, sino que los reducen a una cantidad que les permite distribuirlos, a precios más altos, entre un selecto grupo de bibliotecas universitarias, que se han convertido en clientes cautivos de sus catálogos.

En contraparte, es imposible predecir, aún a corto plazo, cuál va a ser la evolución de las tecnologías de información y comunicación, y por ende, cuáles serán los formatos digitales en que se guardarán los libros en el futuro.

No obstante, la convergencia digital permitirá salvaguardar la información. El problema futuro será saber, al menos por la gran cantidad y diversidad, encontrar dicha información. “Para ello obviamente se va a contar con métodos, técnicas y expertos en encontrar dicha información; como ahora, cuando se realiza investigación en un archivo, el encargado conoce dónde se localiza la información que necesitamos”.

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