Pensar en la república amorosa y en la regeneración del país, me parece un sueño casi inalcanzable. Leyendo las historias de la Bestia, el tren que transporta a los inmigrantes centroamericanos y mexicanos en su camino hacia “una vida mejor” en los Estados Unidos, leo con rabia, indignación y tristeza, de las violaciones sistemáticas a las mujeres, las más vulnerables, dice el Padre Solalinde, una de las personas más preocupadas por el destino de quienes viajan hacia el sueño americano. De las extorsiones a hombres y mujeres, de las penas y el hambre que sufren en su camino.

Esa república amorosa que propone Andrés Manuel López Obrador, de visita ayer en Puebla acompañado de políticos de diversos partidos, incluyendo a los priistas como Manuel Bartlett y otros; así como escritores, académicos, indígenas, con un teatro La Paz, totalmente abarrotado por quienes siguen teniendo esperanza de un cambio en el país, ¿pensarán en la travesía que muchas veces termina en la muerte de los inmigrantes?

Y si la república amorosa se instaura, ¿habrá perdón para todos aquellos que tanto han lastimado a los ciudadanos?

Sin duda, en un país en el que el tejido social está tan deteriorado, será muy difícil restaurar la paz y la concordia entre los mexicanos, sin embargo, puede suceder.

Del otro lado, en el PAN, aseguran que las fracturas no existen, que todo está bien y que extrañarán al gobernador Moreno Valle, quien anunció que no participará en actos proselitistas de su partido.

¿Cuidado, alejamiento o simplemente esperar a que lleguen los tiempos para pronunciarse por alguno de ellos?