Lado B
La violencia es una puta...
Una vez que vivimos en sociedad, la creación o invención de necesidades puede tomar cualquier rumbo y los medios de comunicación tienen ahí su función ideológica fundamental.
Por Lado B @ladobemx
04 de septiembre, 2011
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Rosana Renau Aymamí

El despliegue de un estado fascista y militarizado requiere de cierta “necesidad” por parte de la población civil para dar su anuencia (recordemos que Hitler llegó al poder por un proceso electoral), particularmente si se trata de instaurar en un país que se denomina democrático como México.

Una vez que vivimos en sociedad, la creación o invención de necesidades puede tomar cualquier rumbo y los medios de comunicación tienen ahí su función ideológica fundamental (además de su ingreso más suculento en publicidad). Desde hace años se nos han ido sumando necesidades no necesarias que van desde la idea de llegar a la vejez viéndonos muy jóvenes hasta la importancia de ser “totalmente palacio”.

Sin darnos cuenta también nos educaron para agradecer este rumbo militarizado que está por darse en nuestro país. Durante mucho tiempo los noticieros se convirtieron en un inventario de cadáveres que eran responsabilidad del crimen organizado. La palabra violencia se convirtió en el vocablo español más empleado tanto en programas de “realidad” (Laura en América, Cosas de la Vida, etc.) como en noticieros, como en la vida diaria.

Se prostituyó tanto que muchos de nosotros ya no distinguimos entre violencia y asertividad o entre violencia y conflicto o entre violencia y derecho a la diferencia. Nos han convencido de que todos somos generadores de violencia, nos han convencido de que todos nosotros podemos ser delincuentes, han creado tal desconfianza entre los ciudadanos que obviamente “necesitamos de alguien que nos proteja”.

Llegamos al punto de hablar de violencia buena y violencia mala, esto me perturba particularmente, es como decir que hay enfermedades sanas y enfermedades enfermas.  Supongo que esto podría relacionarse con una separación estratégica entre la violencia del propio estado en cada una de sus versiones: desde las matanzas en Acteal, contra el EPR, etcétera, hasta la violencia subliminal de un pueblo cada vez más pobre en un país rico en recursos, y que cuenta con parte del Partenón de los hombres más ricos del mundo.

¿Esa es la violencia buena o la mala? La violencia del crimen organizado o del narco ¿es más buena o más mala que esa? ¿De qué depende la bondad de un acto tan inhumano como la violencia venga de donde venga? ¿La violencia contra el casino de Monterrey es más o menos buena que contra Acteal y los campesinos? ¿Es buena la violencia uniformada o la que tiene como origen el hambre y la necesidad?

La nueva ley de seguridad probablemente intenta convencernos de que la violencia que va a implantarse es buena (como una prostituta de las caras bien vestidas y educadas) que va a ayudarnos a sacar de las calles a la violencia mala (como las prostitutas de las esquinas, necesitadas) que está enfermando a una sociedad de violencia popular.

Una vez convencidos de que todos somos generadores de violencia, delincuentes en potencia y enemigos entre nosotros estamos listos para permitir otro atropellamiento a nuestras vidas, darle más poder a grupos armados para intervenir según la nueva ley contra los ciudadanos.

Los problemas de las leyes  es que se escriben de tal modo que pueden ser interpretadas de diversos modos, según el interlocutor. En 1986 en Puebla se aplicó un BANDO DE POLICIA Y BUEN GOBIERNO cuya interpretación convertía a toda la población en posible objetivo de la policía.  Por ejemplo, se podía detener o interrogar a “cualquiera con vestimentas sospechosas o provocativas” ¿qué es eso en realidad? ¿una adolescente en shorts o un adolescente con abrigo largo? ¿una viejita en minifalda o un viejito en shorts? Depende de lo que nos provoque a cada uno.

Ahora imaginemos esto a nivel nacional con la misma ambigüedad e incluyendo a la policía, al ejército, etc. cada uno con su corrupción y mantenidos por nuestros impuestos deteniéndonos porque llevamos una bolsa marrón que nos entregó un sujeto con gafas oscuras al que le dimos dinero, eso podría justificar la invasión de nuestros hogares y del pobre panadero que nos entregó la bolsa. Más aún, esta ley justificará la dispersión del descontento popular si se reúnen para protestar porque los trabajadores descontentos se parecen mucho a los narcotraficantes o puede haber terroristas entre ellos, en fin….

Nuestro gobierno padece el Síndrome de Münchhausen nos provoca una enfermedad “miedo a la violencia y gran parte de la violencia” para curarnos con una Ley de Seguridad y sentirse importante.

La violencia se enfrenta de diversos modos, los más extremosos son la parálisis de un lado, y más violencia en el otro, esas son las apuestas de nuestro gobierno o que nos paralicemos o que participemos en el juego.  Nosotros que nos queremos liberar de los efectos del síndrome que nos afecta como víctimas, debemos ponernos a la mitad de los extremos, reconocer y respetar la violencia pero no llegar a la paranoia de los gringos, rescatar la solidaridad y la confianza entre ciudadanos es la única forma de enfrentar lo que se nos viene.

Recordemos que nuestro queridísimo gobierno participa en más de una forma en el narcotráfico, en el aumento de la violencia y en cómo ha enfermado a nuestro pueblo para “según él” curarnos después. Desconfiemos más del  gobierno y menos de nuestros vecinos.

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