La sumisión química es cuando se administra una sustancia con efectos psicoactivos a una persona sin su conocimiento y consentimiento, para cometer actos delictivos en su contra.
De acuerdo con investigaciones hechas en Europa, Estados Unidos y Canadá, porque en México no hay información precisa, la mayoría de las víctimas son mujeres jóvenes a quienes, por lo general, se agrede sexualmente, aunque también se usa para otros delitos como robo o estafa.
En Puebla se publicó el 8 de febrero de 2023 una reforma al Código Penal estatal para que la sumisión química con fines sexuales se considere violación equiparada, también como agravante del abuso y hostigamiento sexual.
De acuerdo con María Luisa Muñoz, del departamento de Farmacobiología del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingeniería (CUCEI), de la Universidad de Guadalajara, las sustancias más usuales para este tipo de delitos son las escopolaminas y los barbitúricos, que no sólo se ingieren sino que se absorben por la piel, la nariz o los ojos.
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Carlos Rius, académico de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que estas sustancias afectan los receptores del cerebro, encéfalo o sistema nervioso central causando, entre otras cosas, pérdida de la memoria a corto plazo, problemas para mantener el equilibrio o afectaciones en noción del tiempo.
Mientras que Alfonso Daniel Díaz, secretario de Investigación y Estudios de Posgrado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), dijo que la sumisión química puede generar euforia o incrementar la libido para después causar debilitamiento y pérdida de la conciencia.
No hay un dato preciso de cuántas mujeres han pasado por esta situación en Puebla. La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital tuvo conocimiento de un caso por redes sociales, pero ninguna atención de manera formal. Sin embargo, en redes sociales abundan los testimonios de mujeres jóvenes, uno de ellos es el de Jhoselin Daniel.
La joven contó que el día del ataque, 13 de octubre de 2022, desayunó en su casa y después comió un almuerzo que le dieron en su facultad. Alrededor de las 2 de la tarde salió de Ciudad Universitaria para tomar un transporte que la llevara al centro de la ciudad.
Cruzaba la avenida San Claudio cuando una persona en contra sentido chocó con ella y sintió un piquete en el brazo. Al subirse a la combi todo le daba vueltas, entonces empezó a escribir a sus amistades para que la apoyaran.
Pasaron los minutos, se bajó del transporte, le mandó su ubicación a un amigo y sin saber cómo caminó unas 11 calles hasta llegar al centro histórico. Jhoselin tiene flashazos de estar en el coche de su amigo, luego de llegar a un estacionamiento y después vomitar en unos baños públicos, que ahora sabe eran del Centro Cultural Universitario (CCU).
No recuerda mucho de esas 4 horas que pasaron desde que se subió a la combi hasta que vomitó. Al recobrar un poco de conciencia llamó a su familia, que la llevó al hospital. Allí le hicieron un análisis toxicológico rápido sin que se detectara alguna sustancia inusual. Jhoselin sólo tiene presente que el piquete le ardía mucho, que no sentía partes de su cuerpo y que el corazón también le ardía.
De acuerdo con Carlos Rius, las sustancias usadas para la sumisión química afectan los músculos del corazón y pueden causar hasta un paro cardiaco. María Luisa Muñoz sostuvo que es complicado detectar los componentes usados en la sumisión química, debido a que se eliminan muy rápido del cuerpo.
La y los especialistas recomiendan las siguientes acciones:
*Este contenido fue producido con el apoyo del Institute for War And Peace Reporting y la mentoría de Animal Político, en el marco del programa Mexican Journalism Resilency.
La foto principal es de Alyssa LaGrange, y fue tomada del repositorio del proyecto wikimedia commons y cuenta con una licencia Creative Commons Attribution 4.0 International.