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La sombra de la minería acecha el futuro de los bosques comunitarios
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha otorgado nuevas concesiones mineras, pero tampoco ha cancelado las ya existentes, entre ellas las que se localizan en territorios forestales. Comunidades, académicos y organizaciones no gubernamentales impulsan una iniciativa para que se reforme la Ley Minera y se deje de considerar a esta actividad como de utilidad pública y preferente sobre cualquier otro uso del territorio
Por Mongabay Latam @
18 de noviembre, 2021
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Andrea Vega

En el norte de México, un grupo de 1723 ejidatarios protegen los bosques comunitarios que se extienden en sus tierras. Lo libran de incendios, sequías y plagas. También viven de él, pero sin sobreexplotarlo: mantienen una empresa forestal comunitaria, con un manejo sustentable, que les ha permitido colocarse entre los principales productores madereros en el país. El ejido El Largo y Anexos aporta el 17% de la madera de pino y encino que se comercializa en el estado de Chihuahua. Sin embargo, todos estos logros están amenazados por la minería.

Entre 2009 y 2011, el Estado mexicano otorgó 16 títulos mineros que se encuentran total o parcialmente en el subsuelo del Ejido El Largo y Anexos, ubicado en el municipio de Madera. En total, esas concesiones abarcan 8 mil 143 hectáreas, es decir, el 3% del territorio de la comunidad. Además, en los alrededores del ejido, en un radio de 10 kilómetros, se han otorgado 51 títulos que, en conjunto, abarcan 51 mil 161 hectáreas.

Y aunque las concesiones no especifican el tipo de minerales que se pretende explotar, sus titulares —tanto empresas, como personas físicas— podrían empezar trabajos de exploración en cualquier momento y, con ello, poner en riesgo el futuro de los bosques comunitarios, el ejido y su exitosa empresa forestal comunitaria.

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Bosques en el estado de Chihuahua. / Foto: Thelma Gómez Durán

El artículo sexto de la Ley Minera establece que ésta es una actividad de utilidad pública y preferente sobre cualquier otro uso del territorio, incluído el forestal.

El artículo 19 de esa misma ley, aprobada en 1992 (en el contexto del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos), otorga a los titulares de las concesiones el derecho de expropiar, ocupar temporalmente o recurrir a la servidumbre de los terrenos (que obliga a los dueños a permitir el uso de su tierra) más allá de los derechos de propiedad previos.

También les brinda derechos preferentes sobre las concesiones de agua que existan en la zona y los bienes, entre ellos los bosques comunitarios.

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La compañía Cales y Morteros del Grijalva opera dentro de los márgenes territoriales del Parque Nacional Cañón del Sumidero, en Chiapas. / Foto: Alejandro Ariel Silva Zamora

¿Aquí hay una concesión minera que afecte a los ejidos o bosques comunitarios?

El ejido El Largo y Anexos se formó en mayo de 1955, cuando una resolución del entonces presidente Luis Echeverría dio la dotación de tierras, que antes eran de la empresa Bosques de Chihuahua, a poco más de 1700 ejidatarios: primero les dieron 9500 hectáreas, las cuales aumentaron hasta las 263 558, gracias a dos ampliaciones. Hoy es el ejido con la mayor extensión territorial.

Cuando les dieron las tierras, los ejidatarios tomaron el control del bosque y se volvieron proveedores de la empresa Bosques de Chihuahua, pero la compañía consideró que así no le era rentable el negocio y dejó de trabajar en la zona. La gente de la comunidad se hizo cargo de la extracción de madera, su procesamiento y transformación en los aserraderos.

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A diferencia de la empresa, que hacía una sobreexplotación, los ejidatarios decidieron trabajar el bosque de manera responsable. “Son gente nacida aquí, así que quieren conservar el lugar donde viven, no solo para ellos, sino para sus hijos y los hijos de sus hijos”, cuenta Roque Estrada, secretario del Consejo de Administración de la empresa comunitaria El Largo y Anexos.

Osos negros en el Área de Protección de Flora y Fauna Campo Verde, muy cerca del Ejido El Largo, en Chihuahua. / Foto: APFF Campo Verde | CONANP

El ejido tiene un programa de manejo forestal que se renueva cada diez años y que está autorizado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat); en él se determina los volúmenes de madera que se pueden extraer y de qué zonas, para no dañar el bosque.

“Se le da tiempo suficiente al bosque para que se recupere, para que tenga los crecimientos debidos (…) Hay árboles padres que conservamos para que de sus semillas salgan nuevos pinitos, de mejor calidad. A esa forma de trabajar es lo que llamamos bosque para siempre”, explica Estrada.

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Por su forma de trabajo, en 2001, El Largo y Anexos obtuvo la certificación internacional Forest Stewardship Council (FSC), la cual avala que el manejo forestal permite la conservación de la diversidad biológica y se beneficia a población, asegurando, al mismo tiempo, la viabilidad económica. Para mantener la certificación, el ejido debe pasar por diversas auditorías todos los años.

Los ejidatarios de El Largo participan en el monitoreo del oso negro. / Foto: APFF Campo Verde | CONANP

Estrada explica que se han instalado dos viveros forestales, con capacidad para producir 800 mil plantas, las cuales se utilizan para reforestar las áreas donde se hace manejo o que han sido afectadas por siniestros, como incendios o sequías extremas. “En 2018, por ejemplo, tuvimos un incendio grande, perdimos 500 hectáreas. La mayor parte del combate al incendio lo hizo el ejido, las dependencias de gobierno ayudaron quizá en un 15% de las labores, el resto fue trabajo de los ejidatarios y los comuneros”.

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Al conservar el bosque, en el que habitan diversas especies de fauna como el venado cola blanca (Odocoileus virginianus), el oso negro (Ursus americanus), puma (Puma concolor), coyote (Canis latrans), entre otras, el ejido asegura la supervivencia de estos animales, pero también la provisión de agua para alrededor de ocho pueblos y 15 rancherías de la región.

Además, los ejidatarios se benefician al tener una empresa comunitaria rentable de la que todos ganan. El manejo de los bosques comunitarios que realiza el Ejido El Largo y Anexos podría empezar a tambalearse en caso de que alguno de los 16 titulares de las concesiones mineras que existen en su territorio quisiera comenzar los trabajos de exploración.

Los bosques de Calpulalpam de Méndez, en Oaxaca, en los que se han otorgado más de 10 concesiones mineras sin consentimiento de la comunidad. / Foto: Nadir Quiroz | CCMSS

 

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*Foto de portada: La mina Pinos Altos, ubicada en la región forestal de Chihuahua. Fotografías de la Documentación Colectiva Así se ve la minería en México. / Foto: Autor anónimo

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