Lado B
Regresa la derecha a la capital poblana sin mucha oposición
La élite política arropa a Eduardo Rivera en el arranque de segundo periodo como presidente municipal. Ahí estuvieron el gobernador morenista Luis Miguel Barbosa y el panista Felipe Calderón.
Por Ernesto Aroche Aguilar @earoche
17 de octubre, 2021
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El regreso de la derecha a la capital poblana fue sin apenas ruido de fondo. 

La escandalera estuvo en otro lado, unos días antes cuando trabajadores sindicalizados quemaron banderas en protesta por el otorgamiento de bases a 100 personas cercanas a funcionarios y funcionarias del que fue el primer gobierno de un partido que se asume de izquierda. 

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Por el contrario, el regreso de la derecha más derecha, la tradicional —porque, seamos claros, el morenovallismo estaba salpicado por el conservadurismo pero era una derecha más pragmática— fue arropada por la élite política del estado: exgobernadores priistas (Melquiades Morales y Guillermo Pacheco Pulido), senadores del PAN, del PRI, de Morena, del PT, diputados federales y locales, el Arzobispo de Puebla y hasta un expresidente, ese que hace alzar la ceja a los más férreos seguidores del presidente Andrés Manuel López Obrador, ese que camina con la sombra de Genaro García Luna en los talones: Felipe Calderón Hinojosa.

Eduardo Rivera llegó a su toma de protesta como presidente municipal de Puebla, la segunda ocasión que ocupa el cargo en su carrera política, flanqueado primero por su cuerpo edilicio: 21 personas que vestidas de blanco y azul (los colores del PAN), pero ya en el acto protocolario fue acompañado en el estado principal por los representes de los poderes locales: Sergio Salomón Céspedes Peregrino, presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política de la Congreso local, el poder legislativo; Héctor Sánchez Sánchez, presidente del Tribunal Superior de Justicia, el poder judicial; y por Luis Miguel Barbosa Huerta, el gobernador del estado, el poder Ejecutivo.

Y fue bajo la mirada aprobatoria, como quien mira al discípulo más que al aliado a pesar de las diferencias partidistas (y uno pensaría ideológicas), del gobernador que Eduardo Rivera habló primero de cambiar el rumbo con el que se gobernó la ciudad.

Atrás quedaron, dijo palabras más palabras menos, los desatinos y desaciertos del gobierno que encabezó Claudia Rivera, ese que prometió estar cerca de la gente. 

Atrás quedaron, esto no lo dice Eduardo Riverva, las banderas verdes en los balcones del palacio municipal, el apoyo a la lucha de las mujeres para que se le reconozca y respete su derecho a decir (lucha que tampoco le interesa al gobernador). Atrás quedaron, tampoco lo dice, las campañas de visibilización y normalización de la diversidad sexual, e incluso el diálogo con esos grupos.

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Lo que llega en cambio es el apoyo al capital. Eduardo promete que se pasará de una ciudad en crisis económica y sin apoyos a empresas y negocios a ciudad con empleo y oportunidades para emprender.  Y el empresariado presente (vestido con un predominante color azul marino) aplaude. 

Promete también que pondrá en orden del centro histórico para pasar del desorden y la prostitución y delincuencia, a un centro histórico ordenado, limpio, bonito.

Y no pierde la oportunidad de criticar al gobierno que lo precede: “no llegamos aquí a aprender, llegamos a gobernar y dar soluciones. Y no tenemos tiempo que perder” por ello, anuncia 20 acciones de arranque y resultados en 120 días, cuatro meses para corregir el rumbo de la ciudad, entre ellas:

  • Rehabilitación de 8 parques.
  • 256 calles pavimentadas o relaminadas.
  • 4 mil consultas del programa Médico contigo.
  • Sembrar 5 mil árboles (con miras a que al final de su administración se hayan sembrado un árbol por cada niño o niña que viva en Puebla).
  • Se pondrán en marcha diez estancia infantiles.
  • Trámites de apertura de negocios en línea y la posibilidad de abrir primero el negocio y luego hacer los trámites.

El presidente y el poder

Dos personas, presentes en la toma de protesta, son por el momento los indicadores del camino político de Eduardo Rivera, que claramente apunta a la gubernatura, pues no hay, por el momento, otro perfil político dentro del PAN con posibilidades de construir una candidatura que pudiera ser competitiva: Luis Miguel Barbosa y Felipe Calderón -quien por cierto recibió los aplausos más efusivos al ser nombrado durante la toma de protesta-.

El mismo Rivera se encargó de hacer muy evidente su relación cercana con el mandatario estatal: “Estimado gobernador, quiero decirte que siempre estaré dispuesto a buscar el acuerdo, se que esta es tu disposición y voy a corresponder. Cuenta con nuestro gobierno para sumarnos a las acciones que pondrán en alto a Puebla. Estoy seguro que juntos pondremos en práctica los acuerdos que hemos trabajado sobre la seguridad, por la reactivación económica y recuperación del empleo pero también para hacer obras con sentido social. La ciudadanía ya habló y no quiere confrontaciones, quiere resultados. Cuento con tu apoyo, cuenta con el mío para corregir las cosas en Puebla”.

Pero también en lo simbólico, pues desde su cuenta personal el hoy presidente municipal publicó una foto de toma de protesta en donde se le ve con el gobernador a un lado.

Una relación que, como pasa con las relaciones del gobernador, seguirá activa mientras el panista acepte las directrices de Barbosa.

Del otro lado, Felipe Calderón, el panista que hoy encarna una ala de la derecha, la tradicional, la más conservadora. Una fuerza que si bien ya no tiene el control del partido, no deja de tener un peso importante dentro del partido, y con esa ala Eduardo Rivera creció políticamente.

De hecho el propio Barbosa durante su intervención en el acto protocolario recordó que Calderón era el líder parlamentario cuando Rivera fue diputado federal, en el mismo periodo que el hoy gobernador, ahí, dijo, se conocieron.

Y esa fuerza no aceptará ser rehén del gobernador por mucho tiempo.

 

Foto principal: captura de pantalla de la transmisión del evento

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Autor Lado B
Ernesto Aroche Aguilar
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