Lado B
Enviado el 20/05/2021 Nosotras decidimos
Por Lado B @ladobemx
20 de mayo, 2021
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Ahora que estamos juntas…

 

 

 

Queridas, hoy le cedo este espacio, que es de todas, a una mujer muy especial en mi vida, ella es mi amiga, mi confidente y mi cómplice. La conocí hace varios años, y aunque se suponía que debíamos odiarnos por cosas tontas de la vida, como las dos somos muy necias terminamos queriéndonos mucho mucho. Marlene Martínez, a.k.a “La Prin” o “Quetzal” se ha convertido en una de mis almas gemelas. Ella es luz y es fuerza. Léanla:

A los 16 años me enganché en un grupo que me atrajo con la promesa de cambiar mi país, el patriotismo aprendido en la escuela y en la tele habían hecho un gran trabajo, y yo, por supuesto, tenía muchas ganas de cambiar a México. 

Para poner en contexto: el presidente de aquel grupo, que años después  se convirtió en funcionario público, palabras más, palabras menos, responsabilizó a las mujeres de ser violadas por usar minifalda. Pista: trabajaba en el Instituto Poblano de la Juventud. 

Fue en ese mismo grupo, que sesionaba en la sede de la Secretaría del Trabajo federal en Puebla y en la Upaep, que me involucré en una suerte de campaña llamada “Dale chance a la vida”. El país era gobernado por el PAN, ¿qué coincidencia, no?

Una de las frases de aquella campaña era “la vida no es un problema para ser resuelto, es un misterio para ser vivido”, como si nacer garantizara vivir en condiciones dignas de una “aventura”, o al menos yo así interpretaba la palabra misterio. 

 Poco a poco la vida me fue dando golpes de realidad

Iba en una escuela privada y religiosa, en realidad no tenía mucho de qué preocuparme. Sabía de mujeres adultas, algunas madres, que habían abortado y desde mi ignorancia y mis privilegios las juzgué duramente. Una de ellas analfabeta, todas con las desventajas de ser mujeres y pobres, seguramente no eran las únicas de mi entorno que habían abortado; de las que no me enteré, quizá, fueron de aquellas que pudieron interrumpir su embarazo con apoyo de sus familias menos desfavorecidas y que lo mantienen en secreto para no ser juzgadas. Quizá también no me enteré de las que a sus familias o parejas las obligaron a abortar

 

 

 

Para mí, en mi gran ignorancia, insisto, quedar embarazada era de tontas, de irresponsables, nunca me detuve a pensar que para algunas abortar y ser descubiertas puede ser motivo de cárcel, porque no les importa la vida de un cigoto, ni mucho menos la vida de las mujeres. Les importa controlar nuestros cuerpos. 

Hace menos de dos años el artículo 342 del Código Penal del Estado de Puebla consideraba una sentencia menor para los siguientes casos:

1.- Que la mujer no tenga mala fama. 
2.- Que haya logrado ocultar su embarazo. 
3. Que este no sea fruto de un matrimonio. 

Este artículo y todas estas frases misóginas que no se preocupaban por ninguna vida, pero sí por salvar la “reputación” de las parejas de las mujeres embarazadas, fueron reformadas apenas en diciembre de 2019 cuando la diputada Rocío García Olmedo intentó que se despenalizara el aborto hasta las 12 semanas de gestación, pero para algunas de las personas que legislan resultó ser un tema de importancia menor, aún cuando la Suprema Corte de Justicia ha determinado que la despenalización del aborto es constitucional, y que organismos internacionales han pedido que no se castigue a las mujeres por abortar, ni al personal médico que realiza un aborto voluntario. 

En fin. En ese entonces, cuando era adolescente, no me detuve a pensar en lo que significa el castigo de ir a la cárcel por abortar para el desarrollo de nuestra libre sexualidad, en la escuela nunca alguien nos habló de derechos sexuales y  reproductivos.

 

 

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