Yo sé lo que sintió ella, ustedes también lo saben. Todas las mujeres lo sabemos. ¿Recuerdan esa primera vez cuando las tocaron sin consentimiento? Yo sí, claramente.
Era fin de semana, llevaba un short de mezclilla que me gustaba mucho, iba a la tienda a la vuelta de mi casa con mi hermana cinco años menor, yo tenía como 11 o 12 años, ni siquiera me había llegado la menstruación. Yo delante y mi hermana atrás porque la banqueta era angosta y en sentido contrario venía un hombre. Pasó a mi lado y en seguida sentí cómo metió su mano en mis nalgas. ¡¡Ahhhhhh, qué susto, qué rabia!! Me di la vuelta rápido porque temí por mi hermanita, pero ella ni cuenta se había dado. Así de rápido. Ya no recuerdo si llegamos a la tienda, solo que regresando a casa me encerré, me sentí mal, me sentí culpable (¡pinche patriarcado de mierda!). Lloré. Al cabo de unos minutos le conté a mi mami, y ella a mi papá que salió furioso a buscarlo, obviamente no lo encontró. No volví a usar esos shorts.
(Hago paréntesis: fíjense cómo me afectó la experiencia que el sábado pasado, a mis 43 años, como llevaba vestido le pedí a Ernesto que me acompañara porque debía caminar cuatro calles y no quería que nadie me molestara).
No saben cómo he pensado en la candidata, en Rocío Moreno, que además salió a defender a Monreal, a negar también el hecho. Ignoro sus circunstancias y sus razones, pero es evidente que ella está siendo víctima de violencia política de género.
En 2019, el Centro de Análisis, Formación e Iniciativa Social (Cafis A.C.), hizo un Diagnóstico Multidimensional de la Violencia Política de Género del proceso electoral 2018 en Puebla, y detectó varios obstáculos para que las mujeres participen en la vida política. Y aunque se trata de un ejercicio local, no tengo pruebas pero tampoco dudas de que aplica para todo el país. |