Lado B
La presidenta que quiere ser candidata
Claudia Rivera se prepara para buscar la reelección en el cargo, pero primero deberá conseguir que su partido la nombre candidata
Por Ernesto Aroche Aguilar @earoche
20 de enero, 2021
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Claudia Rivera Vivanco aún no ha dejado la presidencia municipal de Puebla. La primera alcaldesa de la capital poblana emanada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) sabe que el sello de su administración es femenino y feminista.

No es la única militante del partido que fundó Andrés Manuel López Obrador, para acompañar su camino al palacio nacional, que hoy gobierna un municipio poblano, pero sí es la única que se ha pronunciado por las causas feministas, por el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, que ha portado el pañuelo verde en actos públicos y que no ha dudado en acompañar las luchas de las minorías que la cultura heteropatriarcal insiste en esconder.

No, no se ha ido aún del palacio municipal, aunque la campana que anuncia el inicio de la lucha electoral por el cargo que ocupa ya repica en las calles, en los espacios de discusión pública y en las arenas mediáticas. 

No se ha ido porque apenas el lunes el Tribunal Electoral del Estado de Puebla cambió los plazos, y redujo de 120 a 90 los días previos a la elección para que las y los interesados en repetir en su cargo de elección popular renuncien a este, en la que será el primera reelección en México, después de que el tema fue casi un tabú por más de 110 de años. 

Claudia Rivera no se ha ido pero cuando lo haga, porque lo va a hacer, de eso no hay duda, lo dice sin decirlo en la entrevista que ofreció a LADO B y a otros siete medios más, dejará a otra mujer en el cargo, a su suplente, Argelia Arriaga. 

Y con eso ataja las voces que quisieran ver a un hombre en el cargo: “A muchos compañeros les aflora, y compañeras en algunos casos, su macho interno, por decirlo de cierta manera. Sugieren que ante la ausencia mía podría estar un compañero, podría estar un hombre. Esto lo vienen diciendo muchos personajes desde el inicio prácticamente de esta administración. Esa tendencia a invisibilizar que quien preside el gobierno municipal es una mujer joven, y que llegamos en una planilla donde tenemos una propietaria y una suplencia también asumida por una mujer, entonces hay muchas cosas que todavía nos toca cambiar, deconstruir”.

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No dice que se va –aunque a estas alturas es casi innecesaria la confirmación– pero asegura que tiene una estructura de gobierno que seguirá funcionando aun cuando ella no esté, bajo el esquema que se planteó desde el inicio de su administración, un esquema que, dice, trabaja con el mandato popular.

—Hoy la ciudadanía necesita tener la certeza de que las actividades continúan, de que hay una estrategia y que es sostenible y no depende de una o de dos personas, sino que el modelo en el que nos concentramos tenía que representar justamente que estamos organizados como sociedad y gobierno en un bloque compacto, somos, y siempre lo he mencionado, el resultado de cerca de 8 mil trabajadoras y trabajadores que formamos parte del ayuntamiento, y el fortalecimiento de cada una de nuestras dependencias nos ha permitido hacer un trabajo coordinado que está garantizado para que este 2021 no se vea interrumpido por ningún motivo.

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Y continúa: Con la estrategia que hemos implementado y el modelo de gobernanza al que migramos cambiamos de “gobernar para” a “gobernar con”, y “gobernar con” es con el mandato popular y con la participación de la gente. 

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Estamos en el salón de protocolos, el espacio que el equipo de comunicación del ayuntamiento escogió para recibir a los medios y montar un set para la grabación en video de los encuentros.

Hay dos sillones colocados a “sana distancia” uno del otro y en un ángulo de 45 grados. Frente al entrevistador y la presidenta las luces y las cámaras. Alguien del equipo municipal dice: “Listos”. La presidenta voltea, me mira y dice en voz baja: “Sí capitán, estamos listos”, como en la entrada de Bob Esponja, y sonríe.

Minutos después estará recitando acciones de gobierno, metida en su papel de presidenta y de política, pero en esos 3 segundos vuelve a ser la Claudia del 2018, cuando Arturo Uriza platicó con ella y con todas las personas que aspiraban a ocupar el lugar que ahora ella tiene.

No es una política tradicional. Su perfil de activista ha permeado su actuar político, y su espontaneidad le ha acarreado críticas, como cuando usó tenis en un acto protocolario.

Pero más allá de las causas y los tenis, su gobierno también ha tenido fallas y omisiones, ella dice que son técnicas y asegura que las ha reconocido, no acepta que puedan ser políticas y rechaza de plano que puedan ser éticas.

Cuando se le señala que si bien la lucha contra la corrupción fue y es una de las banderas discursivas de la 4T, y que su gobierno no ofreció una revisión de los gobierno pasados, los que encabezaron los morenovallistas Antonio Gali Fayad y Luis Bank o el panista Eduardo Rivera, ella anuncia que hay en curso una auditoría de su gobierno y de tres gobiernos anteriores, y que pronto habrá resultados que serán notificados a las autoridades correspondientes. “Denunciamos la práctica, he evitado a toda costa hacer linchamientos políticos de personas”, aclara.

Pero el corte de caja con la corrupción, apunta, no está solo en la cancha de la administración municipal. También es facultad de la Auditoría Superior del Estado y del Congreso del estado.

—La pregunta que yo haría es: ¿a qué crees que se deba que no se ha hecho investigación por parte del Congreso?, ¿por que no ha instruido a que se revisen administraciones pasadas si la facultad de pedir las auditorías está en esa cancha? 

“En el caso de nosotros –agrega–, y para enfatizar en lo que está en mis competencias y en lo que está en nuestras facultades atender, y que no hemos soltado, ha sido acompañar toda la política pública con una herramienta que hemos identificado como fundamental: la transparencia y la rendición de cuentas. 

“El municipio de Puebla ya traía el primer lugar en transparencia, pero nosotros le subimos el estándar, es decir, dejar de informar cuántos folders, cuántos lapiceros y poner información ampliada, y sobre todo de interés público. Contratos, montos de los contratos, etcétera. Diseñamos un mapa de obra pública en donde hoy cualquier ciudadano puede entrar y ver, además de que van a ver coloreado todo el municipio, porque hemos tocado todos los puntos del municipio, la 17 juntas auxiliares, van a poder observar qué tipo de obra, cuánto está costando esa obra, cuánto empleo está generando, en qué etapa va, qué tipo fue, y esto sin que te lo pidan está ya al alcance de la ciudadanía”.

Es cierto, el mapa de obra pública ahí está y hasta hace unos días decía que en 2020 su gobierno gastó poco más de 700 millones de pesos en obra pública, pero que sólo se ha concluido el 60%.

Pero también es cierto que no toda la información está disponible en las páginas de transparencia municipal, no lo estuvo cuando Claudia presentó su informe y desde LADO B buscamos verificar la información sobre la transparencia COVID y la encontramos o incompleta o desactualizada.

“Pero también identificamos –continúa la presidenta–, mediante denuncias ciudadanas, malas prácticas de algunos servidores y servidoras públicas en la secretaría de Desarrollo Urbano, que al meternos a investigar nos dimos cuenta que no era exclusiva de esta administración, sino desde administraciones pasadas se venía señalando la misma problemática, el mismo padecimiento”.

La funcionaria en cuestión fue denunciada en la fiscalía anticorrupción y separada del cargo. Y ahora enfrenta un proceso jurídico.

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Hace tres años, en 2018, cuando Claudia Rivera compitió por la presidencia municipal de Puebla llegó arropada por la ola de hartazgo social luego del regreso del PRI a Los Pinos y la esperanza del cambio que encarnaba Andrés Manuel López Obrador. 

Habían pasado 18 años desde que México votó por la alternancia política, y acumuló tres gobiernos de distintas siglas partidistas: dos administraciones panistas que dejaron un saldo de sangre por la guerra contra las drogas con las que selló su gobierno Felipe Calderón y un sexenio del PRI que confirmó que la corrupción parece tatuada en sus genes.

En ese contexto, la figura de López Obrador creció como espuma y a su alrededor su movimiento y los candidatos y candidatas abanderadas por Morena. 

Hoy Claudia Rivera deberá enfrentar una elección sin la ola lopezobradorista en todo lo alto. Hoy, a diferencia del 2018, Claudia es en sí misma su mejor y su peor activo. Ya no es la joven activista sobre la que recayó el peso de competir por la ciudad, hoy es la presidenta y su trabajo en los casi dos años y medio que lleva de administración hablarán por ella.

Aunque para ello primero deberá superar el primer filtro y conseguir que su partido la nombre candidata, en su camino también están el aún presidente del Congreso, Gabriel Biestro –que tiene el aval del gobernador Barbosa– y el senador Alejandro Armenta –que tiene detrás el apoyo del líder del senado Ricardo Monreal–, y ellos también quieren llegar a la silla.

–Desde este lado te digo que seguimos en pie –dice Claudia en la entrevista– y que es posible y el compromiso que tenía como activista de que se abrieran los espacios para que entraran cada vez más mujeres, no solo lo he logrado cumplir o mantener sino que ya dejamos marcada institucionalmente la línea para que así continúe en lo subsecuente, para que las siguientes generaciones así lo vayan aplicando. No es fácil el proceso, pero hoy tenemos datos duros para decir que es posible y que es el camino para continuar en este proceso de transformación.

*Foto de portada: Marlene Martínez

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Autor Lado B
Ernesto Aroche Aguilar
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