Lado B
La llegada de Biden no es garantía de nada para migrantes
Como ha sido desde hace años, la comunidad migrante poblana ha tejido redes para cuidarse y protegerse en gobiernos demócratas y republicanos, pues hasta ahora ninguno ha significado un cambio real
Por Ray Ricardez @RayRicardez
18 de enero, 2021
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“Mientras los blancos están haciéndose pedazos y destruyendo el Capitolio y el pacto social que fundó su país sobre tierras indígenas, los migrantes siguen trabajando doce horas diarias”, dice Marco Castillo, quien ha trabajado con la comunidad migrante poblana que radica en los Estados Unidos desde hace 20 años, y es fundador de la Red de Pueblos Transnacionales en Nueva York.

“No ha sido fácil”, comparte Berenice Santiago desde Nueva York. Ella dejó su pueblo, San Pedro Benito Juárez, en el municipio de Atlixco en el estado de Puebla, a los 15 años y, durante 20, ha trabajado en esta ciudad como personal de limpieza, cocinera, mesera, niñera; ha experimentando el racismo en las calles, la falta de atención por parte de las autoridades mexicanas y la invisibilización de sus derechos. 

Esto sucede, advierte Castillo, porque el gobierno estadounidense se ha mostrado incapaz de ver a las y los migrantes como una prioridad en su agenda. Y, en ese sentido, ambos (demócratas y republicanos) han actuado de la misma manera durante estos años. Es por esto que las y los poblanos que viven en ese país han fortalecido sus lazos comunitarios para enfrentar las falsas promesas, la discriminación y los abusos.

Ni demócratas, ni republicanos

Foto: Heriberto Paredes

Los gobiernos demócratas y republicanos tienen una raíz común que nace desde la creación de su sistema político basado en el orgullo blanco occidental, con una profunda exclusión y racismo hacia las comunidades de nuevos migrantes, de acuerdo con Castillo.

“Son lo mismo”, opina Berenice Santiago. Ella no olvida que en la administración de Barack Obama se realizó una cantidad masiva de deportaciones. De acuerdo con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos y el Departamento de Seguridad Nacional, tan solo en 2013, el demócrata deportó a 435 mil 498 personas, en contraste con el año (2019) de más deportaciones de Donald Trump: 267 mil 258.

Y es que a Trump se le ha señalado mucho porque difunde continua y abiertamente un mensaje anti-migrante pero, a fin de cuentas, desde la experiencia de Santiago, los tratos discriminatorios por parte de las autoridades y la invisibilización hacia ellas y ellos se han mantenido. 

Para José de Jesús Morales, “Joseph”, quien nació en Santa María Malacatepec, en el municipio de Ocoyucan, en Puebla, y vivió por 30 años en Estados Unidos, los dos partidos usan a la población hispana como botín político, ya que son una fuerza creciente allá. De ahí que hagan promesas falsas hacia este sector, considera Castillo. 

Barack Obama dejó una huella imborrable tras las deportaciones. Esteban Esteves, migrante proveniente de Teopantlán, Puebla, un pueblo de origen náhuatl, cuenta desde Nueva York que muchas personas de su comunidad fueron deportadas en la administración del demócrata.

Y a pesar de que llegó el DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals, por sus siglas en inglés y Acción Diferida para los Llegados en la Infancia en español) en 2012 a otorgar un estatus legal migratorio (con duración de dos años y renovable) a miles de jóvenes migrantes que llegaron a muy temprana edad a EU, este ya era una demanda que era inaplazable, expresa Marco Castillo, quien también rememora lo desactualizada que ha quedado la reforma migratoria de 1986 (IRCA) hecha por el republicano, Ronald Reagan. 

Hoy la población migrante está intimidada, amenazada y aterrorizada, advierte Castillo. Entre los agentes migratorios y la policía hay sectores blancos anti-migrantes y ultra conservadores que han tomado el discurso de Trump como un permiso para actuar con impunidad. Además ha habido un creciente número de personas detenidas, redadas y violencia por parte de las autoridades.

“Desde luego que todos esos sectores profundamente racistas respondieron y salieron del clóset”, despertando el odio racial que impera en el país, explica Castillo. 

La gran diferencia con las administraciones pasadas, dice Berenice Santiago, es que Donald Trumo incitó abiertamente al racismo. “Nos tocó en muchas partes”, relata, recordando, por ejemplo, que en varias ocasiones en la calle le gritaron “Go back to Mexico!” (¡Regresa a México!) y la insultaron.

Estas ideas provienen de un miedo sistemático a que las y los migrantes se beneficien de los programas sociales, considera Castillo, a pesar de que se ha probado que son un amplio sector que contribuye a la economía nacional. 

Y es que Berenice Santiago sí paga alrededor de 700 u 800 dólares anuales de impuestos, pero no recibe beneficios sociales. Por ejemplo, a los inmigrantes los excluyeron de los apoyos que dio el gobierno durante la pandemia. La razón principal: no tener seguro social o social security number.

“Sin este papel no eres nada en este país, no te cuentan”, lamenta Santiago. 

“Yo porque me puedo defender y domino el inglés”, relata Joseph, “pero yo veía cómo los agentes de inmigración se ponían a hacer cosas que no eran parte del trabajo”. A él no le extraña que niñas y niños migrantes hayan sido violentados en la frontera sur, ya que fue el mismo presidente quien les permitió hacerlo.

El originario de Malacatepec explica que los agentes racistas vieron que el presidente les aplaudía todo lo que hacían, lo que propició que se lavaran las manos al momento de cometer abusos. En sus palabras, “tomaron la ley y la hicieron como quisieron”. Él vio en una ocasión cómo engañaban a migrantes por no saber inglés, haciéndoles firmar su deportación, diciéndoles que era un permiso. 

Sin embargo, estas prácticas no son nuevas. Uno de los amigos de Esteban Esteves, igual de Teopantlán, fue arrestado y deportado en 2009 por manejar sin licencia.

En la actualidad, Castillo ha detectado un número creciente de madres detenidas y separadas de sus familiares y de sus hijos, puestas a disposición de las autoridades migratorias. 

De acuerdo con varios testimonios, durante la pandemia muchas personas migrantes no fueron atendidas en los hospitales y eran detenidas en condiciones poco sanitarias. 

“No se puede vivir así, en el país donde dicen que nació la democracia cuando hay muchas injusticias, cuando solamente la democracia es para unos, no para todos; no nos quieren aquí, no nos quieren dar papeles, pero sí quieren nuestro trabajo mal pagado”, se queja Luis Ramírez, esposo de Berenice Santiago y también migrante. 

Poco del gobierno mexicano

Foto: Heriberto Paredes

Por otra parte, desde México y Puebla, Berenice Santiago cuenta que no sienten un verdadero apoyo del consulado mexicano. “El cónsul a veces va a tomarse la foto y se va”, relata. Luis Ramírez pide seriedad y compromiso, ya que, en repetidas ocasiones lo han tratado con una actitud prepotente.  

“Te tratan como si fueras poca cosa, como si fuera una molestia, pero no nos están haciendo un favor; si están trabajando ahí es por miles de paisanos que hay”, reprocha Ramírez. A él personalmente le molesta que los gobiernos federal y el de Puebla presuman las remesas; para él, esto es una razón de vergüenza, ya que no pudo quedarse en su país. 

Recientemente, el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, reconoció a las y los migrantes poblanos y de otras entidades del país por su esfuerzo para reactivar la economía, a través del envío de remesas.

Para Castillo, el gobierno de Puebla debe fortalecer su presencia en Nueva York en aras de mejorar la defensa y protección de aquellos que se ven amenazados o detenidos por las autoridades migratorias. Reconoce, sin embargo, que ha habido acciones importantes como la creación de oficinas de representación en dicha ciudad, pero reconoce que no todo está hecho. 

Ser una comunidad migrante poblana

Foto: Heriberto Paredes

Desde antes de la llegada de Trump, cuenta Marco Castillo, las comunidades migrantes poblanas han tenido que unirse para subsistir, sobrevivir y prosperar frente a esta falta de credibilidad política, los abusos y la invisibilización, construyendo redes comunitarias.

De acuerdo con el Anuario de Migración y Remesas 2020, hay un total de 54 mil 012 poblanas y poblanos con matrícula consular en los Estados Unidos; el 51.7 por ciento reside en California y Nueva York. Sin embargo, según datos del Consulado General de México en Nueva York, tan solo en su circunscripción particular (que comprende 83 condados) habitan 597 mil 320 personas con nacionalidad mexicana, mismas de las cuales, Castillo advierte que alrededor del 60 por ciento podrían ser de Puebla.

Castillo relata que desde hace al menos dos décadas, las y los poblanos se han apoyado en barrios o distritos específicos, tales como Nueva Jersey o Brooklyn, en donde esta situación es muy común. Estas comunidades se han fortalecido, explica. En ellas, la gente cuida que la migra no entre, ayudan a pagar abogados, financian sus causas y participan en los eventos que promueven sus derechos, creando espacios seguros de protección mutua.

Hace 20 años nació la Asamblea Popular de Familias Migrantes (formada desde Puebla por comunidades mixtecas), cuenta Castillo. Este fue el precedente para crear formalmente, en 2017, la asociación civil Red de Pueblos Transnacionales en Nueva York, en donde radican principalmente poblanas y poblanos que se identifican como como mixtecos, nahuas, entre otros. 

La red ha organizado un evento por seis años llamado “NewYorkTlan”, siendo este un festival que celebra la herencia indígena de los migrantes mexicanos mayoritariamente poblanos viviendo en la ciudad. “Han utilizado la cultura como arma de lucha, como herramienta política para exigir la inclusión en la ciudad de Nueva York”, explica.

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A esta festividad acuden familias, se realizan danzas, se vende comida típica y se celebran las tradiciones. Esta se realizaba, antes de la pandemia, la tercera semana de septiembre. En estos eventos han participado, por ejemplo, danzantes de Huejotzingo que reproducen las fiestas del Cinco de Mayo, la Danza de las Moras, los Tecuanes, entre otros.

Berenice Santiago, quien también forma parte de esta red, cuenta que la situación para ella ha sido diferente desde que pertenece a estas redes comunitarias indígenas, ya que, en comunidad se sienten más escuchados, haciendo protestas y movilizaciones. 

Castillo explica que estas comunidades inician como grupos religiosos, cívicos, culturales, educativos o deportivos y se terminan convirtiendo en promotores de derechos, en activistas, en defensores de la causa indígena y en espacios en donde la comunidad habla de sus asuntos políticos, apoyándose mutuamente para enfrentar las hostilidades. 

Desde 2006, por ejemplo, Esteban Esteves buscó unir a la gente de Teopantlán de la ciudad de Nueva York, haciendo la Fiesta Patronal del pueblo llevada a esta ciudad. Hoy en día (antes de la pandemia), alrededor de mil 500 personas acuden al evento. Este funciona, como en Puebla, con comités y mayordomías para recaudar el dinero de la fiesta. 

En otras ciudades sucede de manera similar. Joseph cuenta que la comunidad de Malacatepec (o de Malaca, como también le llaman) se comunicaba a Los Ángeles para apoyarlo a él y a su familia. “Ahí se forman como comunidades chiquitas”, relata, mismas que se dan trabajo, se protegen y aconsejan. 

“Hay raza de Puebla por donde sea, estamos bien regados en Estados Unidos, más en las ciudades”, sentencia Joseph. 

Incertidumbre con Biden

Foto: Heriberto Paredes

Las comunidades migrantes poblanas ven con escepticismo la llegada a la presidencia del demócrata Joe Biden. Esteban Esteves considera que no habrá un gran cambio. Sobre la vicepresidenta electa, Kamala Harris, espera que, al tener ella raíces migrantes, atienda de alguna forma a este sector.

Castillo advierte que Biden no se ha manifestado tanto en torno a la situación de las y los migrante en el país y que existe un miedo colectivo al regreso de las prácticas de Barack Obama. Sin embargo, recuerda que en días pasados anunció que presentará una iniciativa de regularización migratoria en los primeros días de su mandato, lo que da un poco de esperanza. 

Luis Ramírez expresa que siempre han anhelado un verdadero apoyo o cambio con las nuevas administraciones. Sin embargo, la historia le ha enseñado que las promesas se quedan en eso. Él ve difícil que llegue una amplia reforma migratoria, ya que afecta los intereses de las empresas que se benefician de la gente no documentada.  

“Ya me cansé de soñar”, sentencia Ramírez desde El Bronx. 

*Foto de portada: Heriberto Paredes

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Autor Lado B
Ray Ricardez
Licenciado en Relaciones Internacionales por la UDLAP con Maestría en Medios, Comunicación y Cultura por la Universidad Autónoma de Barcelona. Investigador, periodista en proceso y músico de corazón. Coordinador de la revista digital Libertad de Réplica. Interesado en la movilización, el periodismo y el cambio social. Soñando con hacer un mundo mejor ayudado por las palabras.