Aunque ninguna sentencia ha resultado en condena, en los últimos 12 años la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE) de Nuevo León registró 520 denuncias por el delito de aborto.
“La causal que compartimos en todo el país es la de violación, en la que nos ampara además la NOM-046”, señaló Vanessa Jiménez Rubalcava, integrante de la Red Necesito Abortar.
En el primer semestre de 2020 se abrieron 67 carpetas de investigación por el delito de aborto, pero en ninguna se ha procedido con la vinculación a proceso, según la FGJE. Tampoco hay mujeres detenidas por el delito de aborto en Nuevo León, según el Poder Judicial del Estado (PJE).
“De 2012 a la fecha solo se tiene registro de un asunto de aborto, en el que fue sentenciado y condenado un hombre, en enero de 2016”, informó la vocería del PJE.
Los municipios de Nuevo León con mayor número de denuncias por aborto en el primer semestre de 2020 son Guadalupe con 15, García con 14, Juárez con nueve, y Monterrey con siete, de acuerdo con la FGJE.
Jiménez Rubalcava, quien ha dado acompañamiento a mujeres que deciden interrumpir su embarazo, aseguró que sufren otro tipo de condena, que las obliga a lidiar con el estigma social y el miedo tanto a ser denunciadas como a enfrentar daños a la salud.
“Hay una criminalización innegable que tiene que ver con todo lo que vemos, tanto en redes sociales como en los discursos de personas públicas, en iniciativas (de legisladores) que están hechas con la intención de amedrentar, de desinformar”, lamentó.
Sandra Cardona Alanís, defensora de los derechos sexuales y reproductivos e integrante también de la Red Necesito Abortar, consideró que la causal de salud que contempla el Código Penal no es solo física.
“Si estar embarazada te causa algún problema emocional o psicológico, pues ya no estás bien de salud, eso es algo muy importante”, precisó la defensora.
Agregó que la mayoría de las mujeres que ha acompañado durante el cierre de una carpeta de investigación por aborto fueron denunciadas por el personal de salud.
Por eso, Laura*, defensora de 31 años, decidió abortar sola en 2015 y vivió con culpa y dolor el procedimiento, que falló debido a la falta de información para interrumpir su embarazo de manera segura.
“Tenía miedo en el sentido de que, si algo pasaba, pues con quién iba a ir, a quién le iba a decir, o qué podía pasar si algo salía mal; no tenía la información que se ha socializado ahorita gracias a las feministas”, recordó. “El Estado se encargó, digamos, de que yo no supiera nada del proceso”.
Laura logró acceder a la ILE en la Ciudad de México, aunque había superado el límite de 12 semanas de gestación, gracias a las colectivas feministas, que la refirieron a una clínica en la que aceptaron hacerle el procedimiento. Han pasado cinco años desde esa experiencia, y ahora acompaña a otras mujeres que desean abortar.
“Tiempo después, con otras feministas y defensoras del derecho a decidir, lo he podido vivir con menos culpa. No siento culpa, pero no puedo hablar de esto libremente porque sé que está estigmatizado, que me van a señalar”. En su caso, por haber viajado a la CDMX, no temía que le interpusieran una demanda, pero de cualquier modo, dijo, hubiera sido “lo de menos”.
“No prosiguen esto (con las carpetas de investigación), lo que quieren es que no lo hagamos, que sintamos culpa, que tengamos toda una serie de obstáculos para poder acceder a este derecho básico y vaya que lo logran, porque es un derecho que está también en tratados internacionales a los que estamos adscritos en México”.
El aborto, en un contexto estigmatizado, puede generar impactos emocionales como ansiedad y otros trastornos, alertó la psicóloga Ana Luisa González Rosas, integrante de la colectiva Hablemos de Aborto.
Lo que genera daño no es la interrupción del embarazo, aclaró, sino la reacción de la sociedad, que lleva a las mujeres a optar por procedimientos inseguros.
“Saber que están en una situación en donde, precisamente por los obstáculos que las rodean, siempre hay una prisa por actuar, ya sea por la estigmatización, por el miedo a las leyes criminalizadoras, o por creer que se está cometiendo ‘un delito’, siempre es una situación súper difícil