Lado B
Relic, ¿acaso es tan buena como dicen?
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
20 de agosto, 2020
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Siempre lo he dicho, queridos padawans, pero he de repetirlo: odio las tácticas de marketing que exageran o predisponen al espectador a esperar algo distinto de algún producto, sea película o lo que sea, de lo que el creador realmente pretendía ofrecer desde un comienzo. Porque si bien aciertan en algunas ocasiones -solo algunas- en otras, definitivamente no tanto. Y eso sí que puede volver frustrante cualquier experiencia.

Como cuando empezaron a repartir “bolsitas para vómito” en el estreno de Raw (2016) debido a sus violentas y escatológicas escenas. Si bien resultaba un detalle bastante creativo, predispuso a los más experimentados a querer encontrar una torture porn de enormes proporciones porque así había prometido el marketing. Pero sin preguntarse que quizás, solo quizás, su directora Julia Ducournau ni siquiera tenía como objetivo el impactar a su audiencia en primer lugar. Limitando el producto a un simple concepto alejado de las intenciones por las cuales fue concebido.

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Lo mismo para algunos sitios y portales de internet que prometen, con sus titulares, bajarte la luna y las estrellas en lugar de ser realmente objetivos. Como cuando intentaban vender la moto de que 1917 (2020) de Sam Mendes iba a ser una película bélica grabada en una sola toma. Y ahí veías a tu amigo el cinéfilo empedernido compartir links emocionado de lo grandiosa que iba a ser esta “vanguardista hazaña.”

Pero que solo demostraba dos únicas cosas: lo susceptible y hasta patética que puede llegar a ser la gente a la hora de escoger una película. Y también, lo terriblemente injusta que pueden ser a la hora de criticarla. Porque una cosa es reconocer que no te han dado lo que te prometieron y por ello mismo “te ha parecido mala”, pero otra, muy diferente, es saber distinguir si pese a eso, la experiencia ha sido realmente buena.

Este fenómeno mediático de criticar como “mala” una película que no cumple con las promesas de un marketing pretencioso generalmente sucede como respuesta a encabezados que suelen elevar el estatus de una película o bien, cuando la comparan al mismo nivel que otra; generalmente con clásicos destacados de la historia.

Como por ejemplo, la película de Veronika Franz y Severin Fiala, Goodnight Mommy (2014) que solían promocionarla como la “The Shining de nuestro siglo y que todo el mundo fue hasta ella para comprobar dicha tesis. Algunos encontrándola, pero otros simplemente no. Y aunque pudo llegar a ser una exagerada comparativa -de la cual yo también contribuí en su momento- eso no le quitaba el mérito de haber sido una excelente película.

O en el caso de Hereditary (2018), por ejemplo, que la llegaban a comparar con “La Exorcista de nuestra generación, solo que con las cabezas girando más salvajemente. Una suerte de descripción que te predisponía a experimentar el miedo de aquella espectacular cinta de William Friedkin en su máxima potencia. Lo que generó, por supuesto, una esperadísima disputa entre los adeptos, porque mientras algunos resaltaban “la mentira” de tal frase, otros simplemente la comprobaban.

Y si me permiten, como alguna vez confesé en su momento, la cinta de Ari Aster mucho se acercó. Realmente fue un significativo cambio en el género de horror, similar a lo que vino después del estreno de The Exorcist en 1973. Ese inigualable trabajo en la construcción de atmósfera y personajes; esa forma de cuestionar nuestra existencia; de hacernos vivir la pérdida de un ser querido. Una genialidad que llegó para quedarse.

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Y para muestra, el enorme peso que dejó en nuestra generación, considerada a la fecha como una de las mejores cintas de horror de nuestro siglo.

Además de que con ella aparecieron una serie de directores que han tomado la grandeza de Hereditary (2018) como un referente para sus propias películas. Como una suerte de envidiable modelo narrativo del que muchos intentan emular para lograr experimentos similares. Y que si bien, algunos lo logran con éxito, como aquella claustrofóbica cinta de Veronika Franz y Severin Fiala, The Lodge, sobre sectas teístas y cuestionamientos existenciales similares a la cinta de Ari Aster… otras, me temo decir, se quedan bastante cortas.

Damas y caballeros, Relic es la reciente película de horror del 2020; ópera prima de la cineasta Natalie Erika James y descrita por la crítica como la nueva Hereditary”. Una película estrenada en plataformas digitales que mucho está dando de que hablar, pero que, como dije al principio, hay que tener cuidado para no caer en la absurda predisposición.

Por lo que debemos ser bastante claros en esta ocasión. Sin tanto meollo; sin tanto rodeo: No fui a buscar una Hereditary más -de hecho, nadie debería-. No partí con esa idea. Quise encontrar sus propias reglas; quise inmiscuirme en su universo y ver qué tan ingeniosa puede llegar a ser esta nueva directora… pero no encontré mucho realmente.

Aunque pretende emular la fórmula de Ari Aster, no lo consigue. Y no es ese su error -ESO DEBEMOS DEJARLO EN CLARO-, porque en algún momento deja de ser una posible copia más de esta película para seguir su propio camino. Su verdadero error es que dicho camino está terriblemente mal contado. Y ya saben lo que dicen: no hay ideas malas, solo pésimas ejecuciones.

Lo sé, queridos padawans. Sé que muchos están alabándola como una muestra más de este inigualable cine de terror donde los directores emergentes, como Jordan Peele o Robert Eggers con Get Out (2017) o The Witch (2016), revolucionan el género a partir de sus óperas primas, pero yo simplemente debo discernir. Relic tampoco alcanza como para considerarse un referente.

Relic

Fotograma de Relic (2020) / Foto: IFC Films | YouTube

Y es una verdadera lástima porque su premisa me resultaba bastante atractiva: combinar temas psicológicos y familiares con elementos sobrenaturales propios de las típicas cintas de fantasmas. Sobre tres mujeres -una madre, una abuela y una nieta- siendo perseguidas por una suerte de demencia familiar en forma de “espectro”. Pero algo en ella no termina de cuajar.

Su narrativa es tropezada y en lugar de mantenernos al filo del asiento, el misterio no es lo suficientemente atractivo. Resulta muy fácil perder el interés de lo que estamos viendo, y los personajes principales, aunque bien desarrollados, jamás alcanzan el estatus de “icónicos”.

No obstante, tampoco vayan a malinterpretarme. No es que sea una mala película ni mucho menos; solo una promedio. Quizás el problema se deba a que su atmósfera tarda muchísimo en ser definida. Haciendo que la tensión sea fácilmente confundida por un simple “divague” falto de creatividad.

Admito que su arranque es verdaderamente fenomenal. Un planteamiento logrado con maestría cuya intriga hace llevadera esta posible trama… pero a partir de ahí, la película cae en picada. No sé cómo, pero a Relic le sobran minutos, y a menudo puede llegar a parecernos un chicle alargado que no va hacia ninguna parte más que a un misterio sólido.

Sin embargo, las actuaciones son su punto fuerte. Sobre todo, del trío femenino compuesto por Emily Mortimer, Bella Heathcote y Robyn Nevin como la madre, nieta y abuela respectivamente. La química entre ellas y el desarrollo de sus personajes son lo único que parecen sostener esta película de intriga y horror fantasmagórico. Y he ahí el meollo del asunto: parece más convincente el factor “drama familiar” que el de “horror sobrenatural”.

Relic

Fotograma de Relic (2020) / Foto: IFC Films | YouTube

A menudo hacer estas combinaciones funcionan a la perfección. Dotarle de tintes terroríficos a situaciones familiares para retorcerlas hasta el punto de lo irreconocible. Hereditary solo se ha convertido en un ejemplo moderno de cómo lograrlo, pero hay que ver también The Innocents (1961) de Jack Clayton, The Sixth Sense (1999) de M. Night Shyamalan e incluso The Shining (1980) de Stanley Kubrick para encontrar el balance perfecto y que no parezcan dos elementos que pretenden encajar a la fuerza.

A Relic yo la pondría al mismo nivel que aquella Mamá (2013) de Andrés Muschietti.  Una película regular que intenta ser aterradora pero que en algún momento le gana más su drama familiar antes que hacer mancuerna con el horror. Deja espacios en blanco entre estos dos géneros y no logra el verdadero equilibrio. Sí, claro, mucho fantasma, mucha casa embrujada, pero me resulta más interesante el factor humano. Mientras que en las otras cintas el horror era un aderezo más que delicioso para el drama en un núcleo familiar, aquí simplemente apesta de lo rancio que puede llegar a convertirla.

De hecho, el único momento en donde esto funciona es al final. En los veinte minutos finales. ¡Brindo por esos jodidos veinte minutos finales! El embrollo surrealista y psicológico que implica por fin la unión perfecta de drama y horror sobrenatural -aunque un poco tarde- a través de un escenario metafórico como lo puede ser una casa corroída con la propia mente humana. Realmente aterrador como ingenioso. Y que no hace más que quitarnos ese horrible sabor de boca.

¿Saben? Me parece que Relic hubiera funcionado mejor como una suerte de cortometraje. Así como la cinta de Mamá (2013), de hecho, era más efectiva como un corto. En formato de largometraje simplemente apesta.

La ópera prima de Natalie Erika James nos demuestra que tiene un talento desbordante para el género, pero que aún está bastante lejos de la perfección. O si quiera para presentarnos un referente que quede para la posteridad. Aunque no pretende ser una copia barata de otra película, sino partir de ciertos modelos narrativos para hacerse de una distinguible personalidad… esta dichosa personalidad no es lo suficientemente icónica tampoco. Quedándose solo en el quiero y no puedo.

Por lo que la pregunta ideal no sería: ¿es acaso otra Hereditary más que añadir a la lista?, sino, simplemente: ¿qué tan buena es?  Y la respuesta es tan sencilla como decir: no tanto. O quizás, para el consuelo de los más adeptos: un bien a secas. Pero esta es solo la opinión de El Cinemaniaco. (Y, por lo tanto, debe haber algo de cierto en ella, jeje)

Sinopsis:

“Una hija, una madre y una abuela son acosadas por un tipo de demencia que está consumiendo a la familia.”

 

*Foto de portada: Fotograma de Relic (2020) / Foto: IFC Films | YouTube

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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