Lado B
Zombieland: Double Tap, una secuela innecesaria, por lo menos divertida
El Cinemaniaco reseña Zombieland: Double Tap, la secuela que, diez años después de su icónica predecesora, llega a... ¿sorprendernos?
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
14 de mayo, 2020
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Hace poco más de una década, allá por el lejano 2009 -quién se iba a imaginar- las películas de zombis eran realmente inventivas. Tanto por ocupar la figura del muerto andante como instrumento de crítica social -heredado por supuesto del ya legendario cine de Romero- como para volverlo la disparatada sátira de nuestro tecnológico y posmoderno siglo XXI. 

En pocas palabras, la fiebre por estas grotescas criaturas estaba en su máximo apogeo y las propuestas abundaban en prácticamente todo país existente sobre este mundo. 

Por un lado, España estrenaría la afamada secuela de Rec que tanto había gustado por su ingeniosa combinación entre cine de zombis con posesiones demoníacas, nuevamente dirigida por los aplaudidos Jaume Balagueró y Paco Plaza en un intento de reinventar el formato del found footage. Mientras que, por el otro, el noruego Tommy Wirkola, volvería a popularizar el tan olvidado nazi exploitation zombie con su rocambolesca pero divertida Dead Snow a través de un baño de sangre al puro estilo de las cintas Grindhouse.

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https://www.youtube.com/watch?v=zRRvOzoX-AY

Los franchutes, inspirados en el Nuevo extremismo francés, nos entregarían la exquisita The Horde de Yannick Dahan con esa historia apocalíptica protagonizada por mafiosos y matones; mientras que la madre patria gringa, como era de esperarse, seguiría exprimiendo la fórmula de las comedias de serie B con una película que, si bien no fue un éxito instantáneo, terminaría convirtiéndose a través del mercado doméstico en una auténtica cinta de culto.

Considerada como la Shaun of the Dead (2004) de Norteamérica, la ahora querida y recordada Zombieland de Ruben Fleisher, logró quedarse en la memoria del público americano como un estandarte viviente ya sea por su alta dosis de elementos hacia la cultura pop; cameos repentinos de estrellas de la talla Hollywood -véase la aparición de Bill Murray-; o por esa descabellada forma de parodiar el cine de Romero con todas sus reglas en pos de convertirla en una suerte de referente de la comedia horrorífica.

De pronto, la historia del tímido Columbus -Jesse Einsenberg-, el adicto a los Twinkies, Tallahasse -Woody Harrelson- y las hermanas empoderadas Wichita -Emma Stone- y Little Rock -Abigail Breslin- intentando sobrevivir al fin del mundo alcanzó tanta popularidad entre los fanáticos del género que desde entonces se barajeó la posibilidad de continuar con esta historia de alguna u otra forma. Aunque la jugada no cuajó del todo. 

La cadena de Amazon, por ejemplo, intentó trasladar el concepto de Zombieland a la pantalla chica sin éxito alguno. Ya sea porque los personajes no eran interpretados por los actores originales o porque esta historia ya no daba para más, debido al escaso rating obtenido tras su estreno en 2013, el proyecto tuvo que cancelarse apenas salido su episodio piloto

No obstante, y por más increíble que parezca, el sueño de tener una secuela pudo más que cualquier otra cosa sobre este mundo, y luego de diez larguísimos años, al fin nos llegó. ¡Oh sí! He aquí la tan esperada Zombieland: Double Tap, con los mismísimos protagonistas repitiendo sus papeles, pero sin nada más interesante que aportar. Ruben Fleisher regresa… con la misma maldita comedia de siempre. 

¡Oigan! Sé que he dicho que las cintas de serie B son mi máxima debilidad y que el cine de muertos vivientes significa mucho para mí, pero he de confesarles algo sorprendente: Zombieland jamás fue santo de mi devoción. Será porque las bromas se excedían a un punto de estupidez insoportable; porque era demasiado gringa para seguirle el paso; o porque sencillamente tampoco la veía como la gran cosa. Digamos que siempre fui team Shaun of the Dead.

Foto: Still de Zombieland: Double Tap (2019) | YouTube

El punto es que esta cinta llega excesivamente tarde. Luego de una larguísima década, que nos entreguen una secuela directa de una película de zombis cuyo éxito se debió más que nada a un momento irrepetible como lo fue el lejano 2009 -donde estaban en su máximo apogeo- hoy en día, creo que ya a nadie le importa en qué acabará la travesía de Columbus y compañía. 

¿O es que acaso alguien se mordía las uñas esperando a ver qué seguía? El fracaso de Amazon debió haber sido una señal clarísima y directa.

No obstante, y frente a todo pronóstico, queridos padawans, hay que ser sinceros al respecto, Zombieland: Double Tap se las arregla lo suficiente tanto para ser una secuela innecesaria, como para ser tremendamente divertida. Y esto es lo único que cuenta.

No sé cómo, pero funciona. A estas alturas del partido, cuando el género zombi se ha desgastado y no hay nada más interesante que contar; cuando The Walking Dead prosigue en su tarea de ser interminable y Train to Busan (2016) es lo único que parece rescatable; Ruben maldito Fleisher se las arregla para traer una trama cuanto menos aceptable en el minado campo de las comedias norteamericanas de hoy en día. 

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No por la proeza de su guión o los chistes baratones cuya única gracia radica en más en la estupidez de su manufactura que en el chiste en sí, sino por el enorme carisma tanto de los personajes como por supuesto del talento inmensurable de quien los interpreta. Es decir, luego de tanto tiempo, percibes la enorme mejoría de actores de la talla de Emma Stone o Woody Harrelson, luego de su paso por películas como La La Land (2017) o Solo: A Star Wars Story (2018) respectivamente. Jesse Eisenberg y Abigail Breslin ni se diga.

De repente los gestos y la increíble forma de interactuar te demuestran el talento adquirido después de toda una década. Lo que la vuelve mejor de lo esperado. Yo en lo particular no paraba de reír por su evidente espontaneidad; por esa instintiva forma de desarrollar personajes en las que ni siquiera pareciera que estén actuando. Tal vez sea cosa mía, pero siempre he tenido la ligera sospecha que al menos en Zombieland, estos sujetos simplemente son ellos mismos.

Foto: Still de Zombieland: Double Tap (2019) | YouTube

Cada escena, más estúpida pero intrépidamente divertida que la anterior, precisamente, por su particular forma de desenvolver cada variopinto personaje. No obstante, y para el beneficio de la trama, ya no podemos seguir dependiendo de las mismas caras conocidas, por lo que, en un intento de evitar ser predecible, se ha optado en la salida más común de este tipo de cintas: tanto recurrir a nuevos fichajes como depender de nuevos cameos.

A este desquiciado grupo se nos une el personaje de Madison-Madison -interpretada por Zoey Deutch- como la típica rubia tonta superficial -o bimbo girl– para jugar con la clásica bromita de ser inmune a los muertos vivientes por no tener ni pizca de materia gris. Y he de admitirlo. Este personaje, lejos de ser odioso o insoportable, mejora muchísimo la comedia desde su temprana aparición. ¡Encantadora a morir! 

Sin embargo, lo único que te empuja a preguntarte por qué demonios estás viendo una boba película gringa de zombis en pleno 2020 es la ingenuidad de su historia. No es que la primera tuviera una trama vanguardista ni mucho menos, pero la idea de la supervivencia desde cuatro puntos de vista distintos era divertida. Y ahora lo replican, pero a través de los insoportables filtros de “la madurez adolescente”.

Y he ahí el dichoso problema, porque en lugar de contar con una premisa lo suficientemente sólida prefiere quedarse en el insoportable y descafeinado cine teen de siempre. Por supuesto, aún existe violencia desmedida y una serie de chistes que por lo pésimo que resultan, te sacan unas cuantas risas… pero no me jodan tampoco. Ahora debemos tragarnos la historia de la típica adolescente -es decir, Little Rock- que se fuga con el novio porque dejó de ser niña y ahora necesita de un hombre. ¡Oh, los ciclos de la vida! ¡Esos ciclos de la vida!

A raíz de esta supuesta historia como secuela, nos queda claro que no existe nada más interesante que contar dentro de este hipotético universo postapocalíptico. Imagínense que querían hacer una serie de televisión de esto. ¿Qué pretendían hacer con ella? ¿Narrar más de cerca el absurdo y meloso romance de Columbus con Wichita? ¿O indagar por qué Tallahasse es un fetichista declarado de los Twinkies? ¡Meh! Uno entiende por fin por qué este proyecto se canceló desde el piloto.

No obstante, cuando se meten en el tema de la marihuana y la comuna de hippies sobreviviendo a través de las drogas -vaya mensaje de utopía más cagado- la película vuelve a la fórmula de la idiotez como entretenimiento fenomenal. Me divertí mucho con el final. Os juro, me partí de risa con el final. 

Pero ya está. Es decir, tampoco es la gran cosa. Ni aporta nada al cine zombis, ni lo reinventa, ni se preocupa siquiera por seguir construyendo su propio universo. Solo vemos por ahí una dichosa evolución entre los muertos vivientes al que nombran T-800 -como referencia a Terminator– porque es más fuerte e indestructible, pero tampoco es nada nuevo ni sorprendente.  

Si te la perdiste en el cine te preocupes. Pero si quieres pasártela bien un domingo por la tarde, hazlo con colegas y algunos estupefacientes, porque con Madison-Madison y los hippies, la pasarán viento en popa. 

Zombieland: Double Tap de Ruben Fleisher… ¡meh! Una secuela innecesaria, por lo menos divertida.

 

Sinopsis: 

Los cazadores de zombis viajan desde la Casa Blanca hasta el corazón de los Estados Unidos, donde tendrán que defenderse de nuevas clases de muertos vivientes que han evolucionado. Mientras intentan salvar el mundo, los miembros de la pandilla también tendrán que aprender a convivir.”

*Foto de portada: Still de Zombieland: Double Tap (2019) | YouTube

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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