“Con la incertidumbre de tener un hijo perdido, ya no sentimos gusto por vivir”, es el testimonio de una madre de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa en 2014, recabado por el artista Ai Weiwei en su documental Vivos y proyectado en el festival “Ambulante en Casa”.
“El nombre de Vivos del documental, viene de una connotación de esperanza ante un hecho desconsolador. Y esa esperanza de volver a ver a sus hijos es la base para cualquier cambio futuro. También tiene que ver con la resistencia muy viva de familiares, amigos y conocidos en la búsqueda de justicia”. Estas fueron las palabras de Elena Forte, productora y fundadora de Ambulante en la sesión de preguntas digital, acerca del documental.
Así, el director de Vivos se aleja de mostrarnos imágenes sobre el conflicto social y político de este evento -como lo venían haciendo otros documentales-, y nos muestra una perspectiva más humana del caso de Ayotzinapa con relatos de familiares y amigos de los desaparecidos.
“La normal de Ayotzinapa es una escuela de lucha y ha ido en contra de los políticos que se llenan los bolsillos y que se chingan al pueblo; no somos vándalos, somos estudiantes que luchamos con el pueblo y para el pueblo, y a ellos [a los 43 estudiantes desaparecidos] por exigir derechos y justicia fue que los mandaron a matar”, es el testimonio de uno de los amigos de los desaparecidos de Ayotzinapa, presentado en el documental.
Hasta la fecha, no se sabe con exactitud qué fue lo que sucedió la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, cuando la policía municipal desapareció de manera forzada a 43 estudiantes activistas de la escuela normal de Ayotzinapa.
Tal hecho ha dado la vuelta al mundo causando un revuelo social, acompañado de un sin fin de protestas, pues las autoridades demostraron –y siguiendo haciéndolo– una incompetencia para esclarecer la supuesta muerte de los estudiantes, más allá de presentar una versión oficial de los hechos bastante dudable.
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De acuerdo con esa versión, todo apuntaría a que un grupo del crimen organizado capturó a los estudiantes y los torturaron para después quemarlos en un basurero en las cercanías de ese municipio; paradójicamente, en una noche lluviosa. Tal versión fue catalogada como “la verdad histórica” por el titular de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) Jesús Murillo Karam. .
El trabajo del activista y artista contemporáneo chino Ai Weiwei, Quien decidió documentar este tema luego de conocer el caso de los estudiantes en una visita que realizó a México, nos transporta a la intimidad de los hogares de los familiares y amigos de los 43 desaparecidos, para ofrecernos una visión más humanitaria para entender los hechos, a través de relatos y testimonios de personas cercanas a los desaparecidos
El director se aleja entonces de las protestas y gritos de justicia que han acompañado este caso, para centrarse únicamente en las voces de los padres y amigos que cuentan sus vivencias del día a día y cómo sobreviven la ausencia de sus seres queridos, a casi ya seis años de su desaparición.
“Esta película nos muestra esa intimidad, nos permite dimensionar la ausencia. Pero también fue una especie de evolución para las familias [de presentar el caso], pues fuimos directamente a sus casas, a conocer su mundo real, cosa que otros documentales no han logrado”, comentó en sesión de preguntas Paula Mónaco, periodista independiente que contribuyó al documental.
Este film capta con gran precisión el entorno social de Ayotzinapa, y cómo, aún en situaciones de precariedad, los padres de los desaparecidos han dejado de dedicar su tiempo a la siembra, para enfocarse en encontrar a sus hijos.
La importancia de este documental “no es retratar, no es evidenciar, es generar un espacio y un tiempo alrededor de este caso para que así todo mundo pueda compartirlo. Que se vea cómo la gente, los sobrevivientes y las familias conllevan este hecho tan traumático a partir de las cualidades del cine. […] En este momento […] lo que yo hago como realizador, me obliga a mí a realizar películas que tratan de poner en diferente terreno de percepción lo que está pasando, para que lo podamos asimilar”, expresó en la sesión de preguntas Carlos Rossini, director de fotografía de Vivos.
Este espacio y tiempo del que habla Rossini, es el lugar y el momento que nosotros como espectadores dedicamos al documental, a escuchar lo que los familiares y amigos de los 43 estudiantes dicen, al transportarnos a las situaciones reales que viven.
“El miedo quedó atrás, ahora lo que siento es coraje” dice un padre en el documental.