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Miedo oculta muertes en la Central de Abasto
La Central de Abasto de la Ciudad de México puede ser uno de los mayores centros de contagio de COVID-19 en el país, pero nadie lo quiere aceptar
Por Pie de Página @PdPagina
07 de mayo, 2020
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La Central de Abasto de la Ciudad de México puede ser uno de los mayores centros de contagio de COVID-19 en el país, pero nadie lo quiere aceptar: Los propios locatarios ocultan estar enfermos por miedo a que sus negocios sean clausurados.

José Ignacio De Alba | Pie de Página

Jesús Macías recorre la Central de Abasto unas 16 horas al día. El hombre descarga camiones con una carretilla, lleva mercancías a los locales y distribuye a clientes frutas y legumbres. Entre chiflidos y empellones se abre paso entre miles de clientes que caminan por los pasillos donde la sana distancia es imposible. De cualquier modo, cuando se refiere al virus que tiene detenido al mundo, Macías encoje los hombros: “no creo en esos chismes”, dice. 

Como él, otros 13 mil 500 carretilleros se desplazan por las instalaciones. Todos los días, recorren varios kilómetros para abastecer a pequeños comerciantes, amas de casa y grandes cadenas de supermercados, que vienen y van de distintos lugares de la ciudad y del país. 

A ellos se suman bodegueros, cargadores, propietarios. En total, 90 mil personas se mantienen directamente de la actividad diaria de esta pequeña ciudad de más de 9 mil bodegas y locales, y cuyo volumen de transacciones financieras sólo es superado por la Bolsa Mexicana de Valores. Un tianguis monumental que cada día recibe medio millón de personas. Y que no puede parar, porque de aquí depende el abasto de millones de personas en el centro del país.

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Hasta el 25 de abril, la administración de la Central contabilizó un total de 25 casos de contagio por covid-19 y un par de muertes. Pero debajo de los registros oficiales, todos reconocen que la enfermedad se ha colado por todos los pasillos al grado de que algunos locatarios han cerrado voluntariamente. 

“Cuando vieron que era en serio, ahí si empezaron a cerrar”, dice en entrevista el director general, Héctor Ulises García, quien aún no puede cuantificar el tamaño del boquete. 

I. El locatario

Antonio Figueroa sanitizando los billetes y monedas que recibe. / Foto: María Ruiz | Pie de Página

Antonio Figueroa es “guayabero”. Es decir, vende toneladas de guayaba al menudeo. El hombre trabaja prácticamente todo el día en la Central, a pesar de que hace poco, otro locatario muy amigo suyo, apodado La Parca, estuvo a punto de morir de covid-19. 

Por fortuna, relata, “ya anda borracho el wey”. El comerciante se puso una tremenda guarapeta con sus amigos para celebrar su sobrevivencia. 

Figueroa relata que el primer caso de covid-19 del que se enteró en la Central fue de un locatario vecino. “Dijeron que había sido neumonía, pero uno, burro analfabeta, no sabe que eso está conectado con la enfermedad esa. Ahí no la creíamos”. 

Él empezó a creer en el coronavirus hasta que otro amigo suyo se enfermó y fue a dar al hospital. Cuando todos esperaban por su recuperación, “¡zas!, primero se muere su hermano. Luego fue Fernando -cuenta-. Se lo llevaron con calentura y fiebre y no se componía, y se murió en el hospital”.

Pero esta semana, a Figueroa le subió el ánimo porque, como La Parca, su amigo El Huarache también la acaba de librar. 

“Hasta me dan ganas de comerme unos tacos de canasta, pero el señor de la bodega de acá y un chofer comieron tacos de canasta y se murieron; también se enteraron de que se murió el que les vendió la comida. En la cocina de acá, ahí murieron cuatro”. 

En los pasillos de la Central de Abasto convergen sin sana distancia comerciantes, diableros y compradores. / Foto: María Ruiz | Pie de Página

Figueroa explica que la gente que él conoce se ha muerto muy rápido. “Aquí en la Central se han muerto varios”, jura. 

 ¿A qué le atribuyes que haya tantas muertes aquí?

— Pues hay muchas versiones, uno siempre se deja ir por la más negativa. Uno no cree, pero sí dan a sospechar – dice. Y muestra un audio que le llegó por WhatsApp que dice: 

“un comunicado muy importante, si tú o un familiar o un amigo tienen síntomas de gripe, dolor de pecho o toz. Aconséjales que no vayan a los hospitales, atiéndanse con un doctor de confianza, están matando a los pacientes con esos síntomas. Les ofrecieron dinero a todos los doctores de los hospitales del gobierno, incluyendo el ISSSTE, etc. Para relacionar cualquier persona con el coronavirus, hay doctores que se prestaron para recibir el pago completo para asesinar a pacientes”. 

El comerciante se pone algo nervioso cuando habla de COVID-19. De vez en cuando abre la pequeña caja donde deposita el dinero de su negocio y rocía agua y cloro con un atomizador su dinero guardado.  También, permanentemente riega el piso de su negocio con desinfectante. 

 ¿Hay muchas personas con enfermedades crónicas?

— Habemos muchos que ni siquiera sabemos que estamos enfermos. Nosotros no vamos al doctor.

 ¿Usted no ha pensado en cerrar?

— Avariciosos no soy, tampoco ambicioso. Soy muy de esos muy dados a pensar que si te toca, onde te metas, y aunque te pongas, no te toca. A mi me dicen mis padrinos: ‘si usted ya salió de esta y de esta y de esta, gracias al poder superior, pues agárrese del poder superior’. Eso me motiva. 

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*Foto de portada: Duilio Rodríguez

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