Lado B
Hant Quij Cöipaxi Hac. Cuando los niños narran la creación del mundo
Por medio de un taller de cinematografía, un cineasta juntó a niños y ancianas seris a hacer un cortometraje sobre las raíces milenarias de su pueblo
Por Lado B @ladobemx
03 de marzo, 2020
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Foto: Especial | Pie de Página

Lydiette Carrión | Pie de Página

Antonio Coello lo cuenta con nostalgia. Y le cambia la voz. Cuando era niño, viajaba mucho a esos lugares que desde la ciudad calificamos de remotos. Comunidades indígenas, o pueblos remotos. “Mis padres son antropólogos. Yo crecí en su trabajo de campo. Viví en Sinaloa con mi mamá. Esos lugares, me llenaron”.

Antonio niño comía lo que comían en cada lugar. Jugaba con los otros niños, escuchaba sus historias, participó en sus fiestas y danzas, escuchaba sus lenguas…

“Yo me nutría de esas culturas. Yo comía lo que ellos comían”.

Al final, Antonio se iba de vuelta a la ciudad, con la maleta mental y emocional llena de riqueza, pero “me daba tristeza no dejar nada ahí”.

El joven Toño

El niño Antonio creció y se convirtió en un joven. Amaba las culturas diversas, pero tenía cierta crítica a la disciplina antropológica. Y es que los antropólogos van, pasan un tiempo en las comunidades, escriben libros bellísimos que leen otro puñado de antropólogos. Pero a la gente de las comunidades no les deja nada.

La antropología, al menos la clásica, no deja cosas útiles a esos pueblos.

Así que Toño de alguna manera renegó de las ciencias sociales y optó por estudiar cine.

“Terminé haciendo algo parecido a la antropología, y a la vez muy diferente”.

Foto: Especial | Pie de Página

Apropiación cultural

“Yo quería hacer productos que fueran importantes para su cultura”, resume Antonio Coello. “No quería entender y ver y escribir libros maravillosos que leyeran tres académicos. A mí me frustraba esto.” Su contrapropuesta fue hacer cine, pero en términos horizontales con los pueblos.

En este caso, con un pueblo muy especial: los seris de Sonora.

¿Esto que quiere decir? Que es una obra de alguna manera en coautoría con el pueblo. O quizá, una obra colectiva, traducida o interpretada por el cineasta. Una traducción de la sensibilidad y cultura seri en lenguaje cinematográfico. No es posible determinar. Pero de lo que no queda duda es que es arte colectivo. De ahí que, de alguna manera, recuerde un poco el proceso de hechura del Popol Vuh, en el que un individuo que sabe escribir en castilla, narra (y sí,probablemente imprima su sensibilidad individual) la mitología de un pueblo.

“Son productos hechos en la lengua y que la gente los hace suyos”, explica Coello. Y hacer eso “es una capacidad muy específica que nadie me enseñó. Y que muy poca gente puede hacer porque no todo el mundo tiene ese bagaje”. El cineasta se refiere a su propia infancia, en la que hizo suyas diversas culturas, y también ciertas herramientas provenientes de la antropología.

La beca del Fonca

¿Cómo emprender un proyecto así?

Pues consiguió una beca de Fonca. En 2013, le otorgaron la beca. De ahí debería hacer un largometraje y el corto. El Fonca le permitió impartir los talleres y toda la preproducción para el cortometraje La Creación del mundo. El segundo producto, un largometraje de ficción titulado Siete Filos, no lo ha podido terminar debido a… pero esa es otra historia.

“Ahora, desde el gobierno se nos estigmatiza (a los becarios del Fonca)”. Durante ese año, “me enfermé de dengue, me endeudé. Por eso me enoja que ahora nos vean como privilegiados. Que me digan privilegiado, me ofende. Porque ya quiero que se vayan a aguantar 50 grados en el desierto de Sonora con dengue. No me lo pasé en la Condesa tomando cervecitas”.

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*Foto de portada: Especial

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Autor Lado B
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