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En una era donde la ciencia ficción se ha vuelto el sinónimo absurdo del cine de superhéroes o de las sagas juveniles, donde el ingenio escasea y la creatividad es nula, el único refugio que nos queda para descubrir nuevas e interesantes opciones, ¡válgame, Dios!… vuelve a ser Netflix.
Parece mentira, pero ya sea en materia de distribución o producción, esta plataforma se ha convertido en el “escape” no sólo afortunado, sino inmensamente necesario que muchos agradecemos para encontrar propuestas que ya no tengan que ver con franquicias desgastadas o con ideas recicladas. Aunque eso no quiere decir que todo valga la pena, claro.
Después de tanto tiempo hemos aprendido que, en algunas ocasiones, las opciones pueden llegar a ser tan estúpidas como descafeinadas, pero convengamos que mientras existan dos o tres flaquezas dentro de su catálogo, hay otras cinco que pueden convencer hasta al más exigente de los críticos.
Es decir, mientras haya una Bird Box (2018) de Susanne Bier intentando enamorar a su audiencia con una historia de lo más inconsistente, pero con el consuelo de una Sandra Bullock alucinante, la plataforma es capaz de cuestionar la existencia humana y aterrorizarte con la extinción a través de cosas como Annihilation (2018) de Alex Garland. Ganancia absoluta.
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Y así como existen experiencias tan vomitivas e intrascendentes como The Silence (2019) de John R. Leonetti –en el peor de los casos–, también hay aventuras tan épicas como la trilogía de Godzilla de la TOHO animation, o algunas emotivas como la carismática Okjade Bong Joon-ho.
De hecho, el mes pasado hablamos de The Wandering Earth, la propuesta china que junto a sus escenas de acción desenfrenada se convirtió de pronto en la odisea absoluta por la ciencia ficción blanda distribuida por Netflix. Y ahora, del entretenimiento explosivo volvemos a las experiencias científicamente correctas.
Porque en esta ruleta rusa en donde a veces se gana y a veces pierde, la arriesgada apuesta por ofrecer ciencia ficción de categoría sigue vigente, y I Am Mother, distribuida oficialmente por Netflix y dirigida por Grant Sputore es prueba de ello. Tras su paso por el Festival de Cine de Sudance 2019, los críticos la describieron como: “un episodio alargado de la serie Black Mirror”.
La ópera prima australiana-estadounidense de Sputore nos transporta nuevamente a un escenario postapocalíptico donde la humanidad ha desaparecido y la repoblación, como último método de supervivencia, se encuentra ahora en las manos de un robot. Por ende, la premisa nos pregunta: ¿Puede acaso una inteligencia artificial… ser madre?
Con esto, I Am Mother se regodea entre los típicos temas que el género de la ciencia ficción ha planteado sobre la robótica o la Inteligencia Artificial, desde Philip K. Dick hasta Isaac Asimov. ¿Qué tan humanos pueden llegar a ser estos autómatas sin alma? Y, al mismo tiempo, plantea un interesante discurso sobre el futuro de la humanidad a cargo de nuestras propias creaciones.
Pese a que ha recibido ese elogio de tener un estilo similar a la serie Sci-fi del momento, esta película más bien es una combinación entre la interesante cinta de Alex Garland Ex Machina (2014), en cuanto al asunto de la automatización y el futuro de las máquinas, con la apocalíptica cinta de Dan Trachtenberg 10 Cloverfield Lane (2016), sobre un grupo reducido de personajes que se resguardan dentro en un bunker luego de que el planeta Tierra haya sufrido un terrible destino del que poco, o nada, sabemos.
La grandeza de I Am Mother radica justamente en eso. En ser una cinta tan minimalista cuya claustrofóbica tensión se teje majestuosamente con apenas dos o tres personajes en un escenario reducido. Y aunque apuntaba a ser una película de terror, lo cierto es que estamos frente a una cinta de ciencia ficción que usa todos estos temas, ya mil veces vistos, para ofrecer un auténtico thriller psicológico de gran categoría.
Grant Sputore, con tan poco, ha logrado ofrecer una historia donde la intriga de la humanidad por no ser erradicada de este mundo se une, hábilmente, con las dudas existenciales que genera la nueva era de las máquinas que nos aguarda a la vuelta de la esquina. Nada menos que un estilo fascinante que recuerda a los thrillers Sci-fi de Alex Garland, y rinde tributo a la ciencia ficción dura.
Pero ya saben cómo funcionan estas películas: a menores elementos, mejores actuaciones. Los filmes minimalistas deben funcionar por obligación sólo y exclusivamente por el talento de sus protagonistas y, por supuesto, I Am Mother cumple a la perfección con ello.
Aquí sólo hay tres personajes, pero ninguno es secundario. Teniendo a la actriz y cantante danesa Clara Rugaard-Larsen y a la ya reconocible Hilary Swank como protagónicos, la película funciona a la perfección; pero si a todo esto añadimos a un robot con inteligencia artificial –físicamente interpretado por Luke Hawker, doblado por Rose Byrne– la trama de pronto se vuelve especial.
Y no lo digo por lo evidente, sino porque la historia que plantea I Am Mother propone tantos elementos cautivadores que sólo funcionan gracias a la aparición de este único personaje. Al contar con una figura robótica y no humana –sin ninguna expresión reconocible– el suspenso y la intriga crecen del mismo modo cuando todos sus protagonistas intentan descifrar si se trata de un protagónico confiable o no; de un héroe o no.
El thriller psicológico planteado por Sputore está construido de tal manera que la desconfianza engendrada entre estos tres personajes, atrapados en un simple escenario, pronto se vuelve el arco más relevante de toda la historia. El escritor y filósofo francés Jean-Paul Sartre definió este recurso en A puerta cerrada como: “el infierno son los otros”; así, esta es una suerte de castigo existencial donde los personajes deberán soportarse unos con otros dentro de un lugar reducido para toda la eternidad.
Curiosamente, este arco narrativo ha sido trasladado también al terreno del horror cósmico y el suspenso minimalista con obras del tipo 10 Cloverfield Lane (2016) de Dan Trachtenberg o la mismísima The Thing (1982) de John Carpenter, donde todos sus protagonistas, encerrados en un solo escenario, deben enfrentarse contra fuerzas desconocidas sin saber que el verdadero infierno, paradójicamente, serán ellos mismos.
I Am Mother continúa con esta misma tradición, llevándola ahora al terreno del thriller psicológico y la ciencia ficción dura.
Los cuestionamientos existenciales de las obras de Phillip K. Dick o Isaac Asimov sobre la inteligencia artificial expuestas aquí con la premisa: ¿puede un robot llegar a ser madre?, pronto se traducirán en una inquebrantable lucha entre la humanidad y la máquina en pos de una codiciada supervivencia. Pero no como la hemos conocido habitualmente.
No como la distopía de un Skynet de James Cameron esperando a exterminarnos por completo, sino más bien con la incertidumbre de no distinguir claramente quién puede llegar a ser más confiable para asegurar el futuro de nuestra propia raza: ¿el ser humano o la máquina? La respuesta, como es de esperarse, es tan ambigua como filosófica.
Y con todos estos grandes temas que transforman ya a la película en una modesta cinta de ciencia ficción dura, sólo resta alabar lo más evidente: un magnífico trabajo para generar estos claustrofóbicos escenarios y una maravilla a la hora de utilizar buenos efectos prácticos. Magnífica la caracterización del personaje de Madre, tanto del actor como de los que generaron su diseño inspirado en Hal 9000.
Lo único que lamento es que su banda sonora no sea tan reconocible como en otras cintas de ciencia ficción venidas de Netflix. Véase Annihilation (2018) por ejemplo, que genera una tensión apabullante con tan sólo escuchar su tema principal. De igual modo, temo decir que la película comete un error al durar dos horas completas. Simplemente es excesivo.
No obstante, la ópera prima de Grant Sputore es una pequeña gran película que quedará infravalorada por mucho tiempo, y tal vez –sólo tal vez– termine adquiriendo ese estatus de culto cuando el público o la crítica le devuelva la verdadera relevancia que merece. Porque, aceptémoslo, hoy en día esta clase de películas cada vez son menos frecuentes, mientras la industria se inclina más por el entretenimiento básico de franquicias taquilleras.
I Am Mother no es más que otra apuesta por la ciencia ficción dura. ¡Una apuesta ganada, por supuesto!
Sinopsis:
“Una chica adolescente (Rugaard) es criada en un refugio subterráneo por una madre robot que ha sido diseñada para repoblar la Tierra en caso de que se produjese una catástrofe. El vínculo entre ambas se ve amenazado cuando la joven deja entrar a una mujer desconocida y ensangrentada (Swank), que pone en tela de juicio todo lo que su madre robótica le ha enseñado sobre el mundo exterior. La chica tendrá que averiguar cuál de las dos dice la verdad para poder tomar una decisión con respecto a su futuro”.
EL PEPO