Lado B
Srbenka: el temible nacionalismo balcánico
La obra de Nebojsa Slijepcevic, explora cicatrices que ha dejado la disputa nacionalista, étnica y territorial entre las ex repúblicas yugoslavas
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
14 de marzo, 2019
Comparte

Foto tomada de Ambulante

Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

¿Cuál es la diferencia entre serbios y croatas? Para nosotros los latinoamericanos esos países todavía suenan a algo confuso, o a algo que se mezcla entre lo que conocíamos como Yugoslavia y la Guerra de los Balcanes, quizá el conflicto más importante de finales del siglo XX y principios del XXI.

La disputa nacionalista, étnica y territorial entre las mayores ex repúblicas yugoslavas –Serbia, Croacia y Bosnia– dejó terribles consecuencias y actos de horror, uno de los más sonados fue el asesinato de Aleksandra Zec, una niña serbia de apenas 12 años viviendo en Zagreb, capital de Croacia. El homicidio fue llevado al teatro por el famoso director Oliver Frljić, quien confronta los límites del nacionalismo y los crímenes de guerra en la actualidad de los Balcanes.

El proceso de la obra es el corazón del documental Srbenka –palabra croata para referirse incorrectamente a alguien de Serbia– que es parte de la gira de documentales Ambulante 2019. Más allá de mostrar una obra de teatro impactante y brutal en su juego de luces y trama, el documental lleva de la mano las vivencias de los actores y actrices, cada uno víctima y victimario de la discriminación y el odio étnico sin razón.

Una de las protagonistas, Nina, quien tenía 12 años al momento del rodaje, es de origen serbio pero vive en Croacia. Y después de varios ensayos, cuando tiene que responder a “¿cuál es tu nacionalidad?”, se queda callada, pensativa. “¿No me va a traer problemas si lo digo, si alguien que conozco lo ve?”.

Lo que puede parecer una broma o algo trivial es en verdad un odio irracional a una etnia diferente: el mal que ha azotado la región de los Balcanes desde hace cientos de años. Bosnia, Croacia, Serbia, todos los nombres nos remiten a guerra, batallas, enfrentamientos, genocidios. Serbios viviendo en Croacia siendo brutalmente asesinados pero también croatas viviendo en Serbia, bosnios musulmanes conviviendo entre fronteras que no existían antes de la caída de Yugoslavia pero que se materializaron cuando cada país tuvo que reforzar su nacionalismo para fortalecer sus recientes y débiles países. Yugoslavia en serbocroata quiere decir “eslavos del sur”, el sueño comunista de la unión de todos los pueblos eslavos de esa parte del mundo. Hoy en día, una generación después de la última de sus guerras, se debaten aún entre el nacionalismo y la aceptación.

Srbenka, del cineasta Nebojsa Slijepcevic, explora las cicatrices de algo que no se ha podido reparar. La obra de teatro de la historia del homicidio de serbios en Croacia tiene como finalidad, según el director teatral Oliver Frljic, que la sociedad piense en que las víctimas no tienen nacionalidad.

La lucha por descubrir las identidades de cada país y hacer las paces con los demonios de las recientes guerras es un tema constante en el cine de los Balcanes. Empezando por el icónico Emir Kusturica, multipremiado cineasta de origen bosnio musulmán radicado en Serbia, con sus exploraciones irónicas de las guerras balcánicas, cuya obra cumbre Underground, o en serbio Bila jednom jedna zemlja, “Había una vez un país”, repasa la reciente historia de las guerras en Serbia desde le época comunista hasta la OTAN.

La cineasta bosnia Jasmina Sbanic, en su filme más famoso Grbavica, que toma su nombre de un barrio de Sarajevo, repasa también las secuelas de la guerra entre la relación de una madre soltera y su hija adolescente, quien después descubrirá que su padre fue un militar serbio, un chetnik, que violó a su madre en un campo de detención. Y del lado serbio la cineasta Maja Miloš debutó en 2012 con la impactante Klip, un crudo retrato de la vida de los adolescentes de la provincia en Serbia en la generación de la posguerra.

En Srbenka hay dos historias paralelas: la historia de las cicatrices de la guerra y de cómo la nueva generación sigue sin poder sacudirse los estigmas étnicos y nacionalistas; y la historia de la obra en sí misma, que causó polémica en Croacia, desatando críticas de grupos de derecha por señalar que era necesario también hablar de los niños croatas asesinados durante el conflicto armado.

La historia de los Balcanes sigue reescribiéndose y las nuevas generaciones continúan sin definir sus identidades, debatiéndose entre el cuestionar los nacionalismo y las etnicidades y el preguntarse cómo pudo existir Yugoslavia antes de las fronteras.

Comparte
Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
Suscripcion