La ópera prima de John Carpenter, Halloween (1978), fue concebida originalmente para convertirse en una suerte de franquicia antológica de horror, donde cada entrega, de hecho, fuera una historia diferente ocurrida en noche de brujas. Pero algo pasó… y esta noche terminó convirtiéndose en la noche de Michael Myers. La película, de manera accidental, terminó convirtiéndose en la pieza cumbre de lo que ahora denominados “Cine slasher”.
Un subgénero del horror nacido como clara influencia de Psycho (1960) de Alfred Hitchcock y de los clásicos giallos italianos de la década de los 70. Estas historias, que muchos críticos como Roger Ebert criticaban hostilmente en su momento, solían narrarnos cómo cierto grupo de adolescentes promiscuos eran cazados uno a uno por un asesino en serie de carácter “indestructible”.
Halloween no sólo hizo oficial este subgénero a finales de los 70, sino también fue muy popular por el resto de los 80.
Y aunque algunos críticos la destrozaron en su momento, el nombre de Michael Myers pasaría a la historia como un referente inmediato para el cine de terror al lado de infames personajes como Freddy Kruegger de A Nightmare on Elm Street (1986) o Jason Voorhees de Friday the 13th (1980).
Halloween II de Rick Rosenthal apareció en 1981 casi por obligación. Carpenter junto a Debra Hill –su esposa, en aquel entonces– escribieron el guión bajo la premisa de otros productores y creadores creativos que, tras la exigencia de los fans, querían darle una historia y una motivación clara al antagonista. Cosa que no estaba planeada así, por supuesto.
En un principio se tenía pensado que el hombre del overol y la máscara blanca fuera un casual asesino de niñeras, pero la secuela de Rosenthal unió el lazo sanguíneo de este antagonista con su contraparte, Laurie Strode –interpretada por la magnífica Jamie Lee Curtis– y los hicieron hermano y hermana.
La secuela fungió como una interesante vuelta de tuerca en el horror, es cierto, pero no era ni por asomo lo que Carpenter quería para la saga Halloween. Y es importante destacar este punto, ya que al parecer todo lo que vimos después de la primera entrega, para bien o para mal, nunca fue la versión original. No debería tomarse como si lo fuera.
Por supuesto, John quiso regresar a la idea inicial con la controvertida Halloween III: Season of the Witch (1984), en donde la historia ya no giraría en torno a Michael sino a una extraña secta que, mediante el uso de magia y tecnología, cometería asesinatos masivos de niños a manera de sacrificios. Pero este proyecto, como era de esperarse, fracasó.
Pronto vendría Halloween IV: The Return of the Michael Myers (1988) de Dwigth H. Little para ofrecer lo que el público pedía a gritos: continuar con la franquicia trayendo de vuelta al asesino enmascarado; con nuevos personajes e innovadores giros argumentales.
Véase | Halloween Franchise: todo lo que necesitas saber de la saga y su próximo estreno.
El resto, es historia.
La primera Halloween cumple 40 años este 2018. Y nosotros, fanáticos acérrimos, hemos devorado cada película de la franquicia sin importar que algunas entregas fueran tan buenas como el Halloween H20(1998) de Stive Miner, y otras bastante malas como el Halloween Resurrection(2002) de Rick Rosenthal. Pero Michael es Michael, ¿me entienden?
Por ello, tan pronto escuchamos la noticia de que el metalero y ahora director de cine Rob Zombie iba a encargarse de dirigir el remake de Halloweenen 2009, más de uno pegó el grito al cielo. Ya sea por emoción, o bien, por miedo, porque era meterse con un clásico tan emblemático como intocable.
Pero tuvimos suerte ya que, frente a todo pronóstico, la nueva reinvención de Zombie, Halloween, El Origen (2007), fue un éxito monumental tanto en taquilla como en crítica. No sólo se había acercado a la esencia del clásico como ninguna otra secuela oficial, sino que también había creado todo un perfil psicológico de este emblemático personaje.
No obstante, una de las críticas que siempre se la ha hecho a este remake es que, pese a que fue todo un éxito, Rob Zombie no mostró la verdadera cara del clásico. Una grandiosa película, es verdad, pero no era Halloween. Era, más bien, su propio Halloween. Haberle dado una historia definida disipó el misterio, y diagnosticarlo como un psicópata clásico no era el auténtico espíritu de la película original. No lo era para Carpenter, al menos.
Luego vino la secuela del remake, Halloween II (2009) que poco o nada aportó a este universo, siendo una extrañeza de lo más infumable. Hermosa y surrealista visualmente pero un rotundo desastre en argumento. Y, como era de intuirse, tampoco era Halloween. No podía serlo.
Desde entonces la espera por una digna película de esta franquicia se acrecentó con ansias y locura. ¿Quién podría traérnosla? ¿Quién podría acercarse al clásico de Carpenter sin morir en el intento? Y la respuesta, como una tremenda epifanía, llegó para muchos críticos y fanáticos. Su nombre: David Gordon Green; el último director de la nueva entrega Halloween.
Por supuesto que la noticia tomó desprevenidos a muchos, puesto que este cineasta norteamericano era especialista en dirigir filmes más enfocados a comedia que al horror. De hecho, de él es que preceden estas cintas paródicas y de cine teen estadounidense como Your Highness (2011) o la propia Piña Express (2008) en las que actores como James Franco, Seth Rogen o el propio Danny McBridge suelen estar involucrados siempre.
Éste último fue el encargado de escribir el guión junto a Jeff Fradley y el propio David Gordon Green, lo que hizo dudar a más de uno. Pero pese a que a veces se les escapa uno que otro momento cómico en circunstancias de horror puro, no desvirtúan la escena ni mucho menos. Estos sujetos nos han demostrado que son capaces de dominar sin problemas cualquier género.
Esta vez, la nueva Halloween omitirá todo lo visto después de la primera entrega con la intención de crear un nuevo arco argumental que cambie por completo la clásica historia que ya todos conocemos: Laurie Strode y Michael Myers son hermanos.
Damas y caballeros, estamos ante “esa” película. La tan ansiada película. Es una sorpresa digna de reconocimiento. Los críticos han dado en el clavo. No habíamos tenido una secuela digna de esta franquicia desde aquel lejano Halloween H20 de Steve Miner en los años 90.
No solamente posee el alma viviente de su clásico original, sino que tiene al propio John Carpenter recreando la música como en aquellos viejos tiempos. Es una golosina visual y auditiva que los fanáticos van a disfrutar detalle tras detalle. Se nota ese amor a la franquicia, vaya. ¡Se nota a lo lejos!
Tanto los guiños, la tipografía y la tonalidad están destinados a ser, precisamente, una continuación directa de aquel gran clásico setentero. Atento a los hermosos planos secuencia, por ejemplo, que te harán recordar a los innovadores movimientos de cámara que trajo Carpenter alguna vez. En esencia, en alma, es como si estuviéramos presenciando la auténtica secuela.
Pero detengámonos un poco y que no nos gane la emoción. Aunque ha sido un acierto formidable tampoco es que estemos frente a una obra maestra ni mucho menos, porque tiene sus detalles.
Admito que la primera escena es brutal. Uno de los mejores arranques que hayamos tenido en el cine de horror de la última década. Inserta la tensión y nos grita a la cara quién es Michael Myers sin necesidad de un perfil psicológico a lo Rob Zombie. Lamentablemente, David Gordon Green no conserva este mismo nivel de genialidad tras el transcurso de la película y le hace sufrir importantes altibajos.
Esto es notorio en la inclusión de algunos personajes nuevos que pasan sin pena ni gloria. Y no, no me refiero al elenco teende la nueva generación, ya que estos siempre son personajes planos dentro del subgénero slasher, sino a otros, que parecían tener mayor peso en la trama como la hija de Laurie Strode, Karen Strode –interpretada por Judy Greer– o el Dr. Ranbir Sartain –Haluk Bilginer– pero terminan convirtiéndose un relleno cuestionable.
En cambio, el desarrollo de personajes ya conocidos, como el de la mismísima Laurie Strode, elevan la película a un punto crucial en el que ya no sabes distinguir si se trata de una cinta de horror o un drama psicológico. Es, pues, la calidad de estos actores veteranos el punto más fuerte de la película.
El guión, por su parte, es capaz de crearte momentos de epicidad tan increíbles que te provocan ataques de shock y emoción imparables. Quien niegue que esta película posee unas escenas –tremendas escenas– que te hacen encontrar al verdadero Halloween de Carpenter, está mintiendo. Pero, así como es capaz de todo este deleite, en muchas ocasiones el argumento se estanca y no sabe a dónde ir.
¿Más altibajos? Escenas explícitas de un gore a la vieja escuela que son lo suficientemente brutales como para llegar a la clasificación R, pero otras que son los suficientemente tímidas como para olvidarlas con tremenda facilidad.
¡Esto es un slasher, por Dios! Los asesinatos y la brutalidad deben ser ingeniosas y viscerales. Si bien es cierto que el clásico nunca fue tan descarnado como sus posteriores secuelas, en pleno siglo XXI y con una productora a lo Blumhouse Productions –casa detrás de Get Out y The Purge– uno esperaría un toque de violencia un poco más elevado.
Puede que esta película no sea innovadora para el ya desgastado subgénero del slasher, pero vaya que sí lo es para toda la saga de Halloween. Respeta las reglas anteriores y propone otras nuevas que funcionan para esta generación. No intenta repetir fórmulas ya conocidas, en cambio las usa para su beneficio.
Pese a sus defectos, Halloween de David Gordon Green logra su cometido con dignidad. Una película lo suficientemente buena que por poco se gana el apelativo de obra maestra por acercarse al terreno de “secuela directa” sin morir en el intento. Con sus fallos y elementos cuestionables, debemos levantar la cabeza con seguridad y decir: es lo que siempre quisimos, pero con 40 años de retraso.
Un nuevo clásico de género que toca a las puertas de nuestra generación sin olvidar su historia. Es David Gordon Green rindiendo tributo a John Carpenter sin caer en la imitación barata. Es una película con tanta identidad, que asombra y augura nuevas secuelas para este emblemático asesino de niñeras.
¡Michael vuelve a casa!
Sinopsis:
“El despiadado Michael Myers escapa del autobús en el que estaba siendo trasladado y regresa a Haddonfield, Illinois, para asesinar a Laurie Strode, quien lleva cuarenta años sufriendo la locura de este monstruo sanguinario”.
*Foto de portada de Variety