Lado B
Ready Player One ¿Más que nostalgia?
Ready Player One funciona para el público más veterano y también para los arduos fanáticos, jóvenes que sin importar su edad miran los filmes de antaño, pero no funciona para el cine en general
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
05 de abril, 2018
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Héctor Jesús Cristino Lucas

Existe un factor esencial que ha regido las últimas grandes producciones de Hollywood sin casi ninguna excepción: Nostalgia; la tramposa pero efectiva nostalgia. Al no poseer nuevas ideas, ya que todo se ha contado, ya que todo se ha filmado, ¿qué nos queda entonces? Si el ingenio se termina es necesario volver a donde empezamos.

Es necesario recurrir a esas grandes obras, a esos referentes culturales que marcaron a la humanidad de alguna u otra manera. Estamos en la era de añorar con nostalgia el pasado, de adorarle, porque quizás el futuro no sea tan bueno como prometía. Esa es la razón por la que innecesariamente se alargan icónicas sagas con precuelas, secuelas o remakes.

Series como la de Stranger Things de los Hermanos Duffer, que recurren a las viejas historias del Cine Teen donde un grupo de amigos deben enfrentarse a un gran misterio –It, The Goonies, Stand By Me– o películas de corte It Follows de David Robert Michell que nos traslada nuevamente al horror clásico y ochentero como el de John Carpenter.

Remakes como los de Poltergeist (2015), reboots como los de Ghostbusters (2016) o secuelas como la de Blade Runner 2049 (2017) son sólo algunos ejemplos de lo que tanto hemos añorado en el pasado pero no hemos podido dejar ir. Continuar la franquicia de Star Wars o crear una precuela de The Thing es pura nostalgia.

Así es como nace la premisa central de la novela Ready Player One (2011) del escritor estadounidense Ernest Cline. Una película cuyo trasfondo plantea un desapego con la realidad en un futuro plagado de problemas y grandes conflictos sociales, en el que el paraíso es el mundo virtual. Un mundo donde habitan nuestros más queridos recuerdos en la forma de aquellos personajes emblemáticos de la cultura pop que marcaron alguna vez a nuestra vida.

Son por todas estas referencias, hitos contundentes de la cultura pop, que se escogió no sólo a un veterano experto en todos estos productos irrepetibles, sino a un veterano que de hecho también fue responsable de traerlos.

Steven Spielberg regresa luego de un año de ausencia en el cine fantástico para ofrecernos su última pieza, la que algunos consagran como “maestra”, pero la cuestión en Ready Player One no es esa.

Luego de que se presentara entre la crítica como un fenómeno cultural importante y se consagrara entre los fanáticos como el homenaje definitivo hacia la nostalgia, surge la pregunta ¿Es acaso más que nostalgia?   

Ready Player One es un ejemplo bastante curioso de que Steven Spielberg, aunque es un cineasta que ha evolucionado hacia otros géneros, como en el de cine Bélico (donde tenemos las emblemáticas Saving Private Ryan o The Schindler List, joyas indiscutibles del séptimo arte), el haber dejado la fantasía y la ciencia ficción de lado por un largo tiempo lo ha dejado un tanto oxidado.

The BFG de 2016, aquella adaptación del libro de Roald Dahl fue una muestra de lo último -medianamente aceptable- que nos trajo Spielberg del género fantástico, pero Ready Player One es no es una obra maestra, ni un parte aguas. Es sólo una película más.

No me malinterpreten, con esto no estoy diciendo que estamos frente a una enorme decepción. La película es buena. Vaya que lo es. De hecho me atrevería a decir que el mensaje oculto entre sus miles de referencias no es el vistazo al pasado, sino a la importancia de todo lo que nos rodea y muchas veces dejamos a un lado. Se trata de guardar los recuerdos más preciados sin estancarnos en ellos.

El problema de la película es la historia central, que queda adornada por la artimaña nostálgica. ¿Cómo decirlo? Es engañosa. Se torna un tanto predecible y aunque entretiene, deja de importar muy rápido.

Ready Player One se queda corta en su argumento. Flaquea. El arco final termina siendo algo predecible y aunque ese sea el punto, el disfrute es efímero.

Tiene momentos memorables, no lo voy a negar. La referencia a The Shining, toda esa escena, te hace sacar una sonrisa. Espléndida. Sin embargo es complicado disfrutar la mayoría de todas estas referencias pues Steven Spielberg evita cualquier problema de derechos al mostrar estos personajes en leves flashazos y movimientos de cámara fugaces.

Apreciar cada uno de los easter eggs -o referencias y homenajes- es complicado en una sentada. Se ameritan unas diez visitas al cine y los fanáticos no dejan de encontrar secretos. De hecho, esto se ha vuelto un reto entre la comunidad geek bastante absurdo ya que no sólo se olvida del mensaje central sino que la vuelve una película sobrevalorada.

Incluso el joven reparto -Tye Sheridan, Olivia Cooke, Lena Waithe- tienden a ser un tanto forzados. No veo demasiada química entre estos personajes como en otras películas del Cine Teen. Como en E.T. del propio Spielberg, por ejemplo. Aquí, la idea se queda en el “quiero y no puedo” hasta convertirse en un The Goonies bastante descafeinado.

La trascendencia y el desarrollo de cada personaje es exacto y medido milimétricamente, debido a la cantidad de tiempo que se necesita para cubrir la mayoría de páginas de la novela. En general, y como algunos han dicho por ahí, el filme es un “engaña bobos”. Las referencias eclipsan el desarrollo y trama central de la película.

Los efectos especiales, como era de esperarse, son de categoría. El diseño de personajes recreado para el mundo virtual, no está mal. La información o datos curiosos del mundo geek, como el conflicto entre Stephen King y Kubrick o el primer Easter Egg en la historia de los videojuegos son más que agradecidos.

En general, la película cumple, entretiene y se vuelve un espectáculo visual un tanto nostálgico con todo y moraleja. Pero he de repetirlo: Todos estos elementos, entre lo visual y lo nostálgico hacen a un lado lo más importante, eclipsan el propósito, el mensaje, sus propios personajes.

Ready Player One funciona para el público más veterano, que creció y vivió esas décadas doradas. Funciona también para los arduos fanáticos, jóvenes que sin importar su edad miran los filmes de antaño, pero no funciona para el cine en general.

Ready Player One para Steven Spielberg es un retorno agridulce. Nadie negará que puede pasársela bien captando referencias y guiños, pero no es el punto. Lo que rescato es la premisa central del filme, su temática, su trasfondo, lejos de todo el espectáculo, intenta devolvernos a la realidad.

El film intenta que dejes toda tu infancia y aquellos épicos personajes que te acompañaron en su momento muy dentro de tu corazón, con la finalidad de que no te aferres a ellos y aprecies el mundo real. Queda como anillo al dedo para nuestros tiempos. Tiempos donde nos negamos a seguir y añoramos más el pasado.

Ready Player One es más que sólo nostalgia, convengamos eso. Pero su espectáculo visual, sus efectos deslumbrantes y la cantidad de referencias hacen transforman al mensaje -un poderosísimo mensaje- en un subtema más. Es un gran homenaje que se olvida de sí misma.

Sinopsis:

“Año 2045. Wade Watts es un adolescente al que le gusta evadirse del cada vez más sombrío mundo real a través de una popular utopía virtual a escala global llamada «Oasis». Un día, su excéntrico y multimillonario creador muere, pero antes ofrece su fortuna y el destino de su empresa al ganador de una elaborada búsqueda del tesoro a través de los rincones más inhóspitos de su creación. Será el punto de partida para que Wade se enfrente a jugadores, poderosos enemigos corporativos y otros competidores despiadados, dispuestos a hacer lo que sea, tanto dentro de «Oasis» como del mundo real, para hacerse con el premio.”

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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