[dropcap]C[/dropcap]uando George Lucas vendió su ya mítica, épica, mundialmente conocida Lucasfilm a Disney en el 2012, todo el mundo dio por perdida a la franquicia de ciencia ficción más conocida de toda la historia. Pocos apostaron. Algunos reclamaban que la monstruosa empresa del ratón suavizaría los argumentos hasta dejarlos en historias sencillas con impresionantes efectos visuales para toda la familia, otros, que quizás no eran ellos los indicados para continuar esta saga, que algo andaba mal… muy mal. Star Wars: The Force Awakens, la primera de esta nueva trilogía, por ejemplo, alimentó aún más las infames declaraciones de muchos críticos y fanáticos.
A JJ. Abrams se le acusó de haber creado una secuela/remake del Episodio IV: New Hope, innovando muy poco y reciclando viejas tomas de la trilogía original. Sin embargo, la fiebre de los fanáticos por descubrir el nuevo rumbo de la ya mítica opereta espacial y la sola idea de saber qué fue del ya emblemático personaje Luke Skywalker nos jugó muy mal a todos. The Force Awakens triunfó sencillamente porque debía triunfar. No innovaba, no arriesgaba y no proponía absolutamente nada… pero la amamos en su momento. La nostalgia es una herramienta poderosa y Abrams la aprovechó, ofreciéndonos un refrito agridulce que aprobamos casi por compromiso.
La cosa cambió cuando en el 2016 vimos Rogue One: A Star Wars Story. Disney decidió jugárselas y contrató a un joven talento en la industria cinematográfica llamado Gareth Edwars, que sólo tenía dos películas encima antes de incursionar a la galaxia: la fascinante y distópica Monsters del 2010 y la medianamente aceptable Godzilla del 2013. ¿El resultado? La mejor película de Star Wars del Siglo XXI sólo precedida por la trilogía original. Rogue One ofrecía algo completamente distinto, saliéndose del molde clásico de la franquicia y arriesgando todo con gran maestría. Dejó a The Force Awakens a un lado y a JJ. Abrams como un simple principiante.
El siguiente en la lista sería nada menos que Rian Johnson, el nuevo encargado de dirigir el Episodio VIII: The Last Jedi… y aquí es donde los fans se confundieron. A diferencia de JJ. Abrams que es ya un referente inmediato para el cine de ciencia ficción actual, o el británico Gareth Edwards que venía de hacer el reboot de Godzilla, este director no era tan conocido, sin embargo, tenía dos grandes titanes en su filmografía que lo hicieron no sólo el indicado sino el elegido para Disney: el galardonado thriller Neo-noir que fue amado en el Festival de Sudance en el 2005, Brick, y por supuesto, una de las mejores películas de acción y viajes en el tiempo según la crítica: Looper del 2012.
Pero quizás lo que confundió a todos no era precisamente que Disney había tomado a un director relativamente desconocido para esta gran tarea, sino que en realidad le dio una libertad creativa impresionante. Es decir, ni JJ. Abrams ni mucho menos Gareth Ewards habían tenido tanta libertad para una película de semejante talla. The Force Awakens fue coescrita, además de Abrams, junto a Kathleen Kennedy y Bryan Burk. Rogue One ni se diga, que además de haber sido escrita por los guionistas Chris Weitz y Tony Gilroy se habló también de los tan temidos reshoots -en el mundo del cine, rehacer o grabar escenas- luego de que Disney quedara inconforme con su versión.
Star Wars VIII: The Last Jedi es escrita y dirigida íntegramente por Rian Johnson y Disney parece haber respetado su visión desde el principio. No hubo rumores de reshoots, ni imágenes reveladoras o alguna filtración -como ya es de costumbre- que contara la trama de esta película. Incluso el tráiler, tan engañoso como especial, era ambiguo y hasta descafeinado. Esto hizo que los fans se volcaran por sus canales de Youtube y por todos y cada uno de sus blogs a escribir e indagar de qué podría tratar este nuevo episodio. Surgieron teorías de todo tipo, unas más descabelladas que otras, intentando descifrar quién eran los padres de Rey o si Luke Skywalker sería un nuevo villano.
Damas y caballeros, The Last Jedi es una película que ni los más creativos fans de la franquicia se pudieron haber imaginado. Es momento de desechar todas las teorías y rumores. Todas. Ninguna es la correcta.
Haberle otorgado toda la libertad creativa a Rian Jhonson es probablemente una de las mejores decisiones que Disney pudo haber tomado. Incluso darle la ya anunciada Nueva Trilogía que vendrá después del término del Episodio IX -y que será dirigida de nueva cuenta por JJ. Abrams- fue una jugada bastante buena. Para sorpresa de todos, Disney sabe lo que hace y Rian Johnson no quiere un refrito ni reboot ni nada que se le parezca. Este sujeto no sólo tomó las esperanzas de los más fanáticos y las hizo a un lado. Las destrozó, las aniquiló por completo. Hizo un borrón y cuenta nueva, burlándose de paso, con maestría y dedicación, de los que creían saberlo todo de la franquicia.
Estamos frente a una película de Star Wars distinta, capaz de desobedecer las reglas ya establecidas y tomar otro rumbo arriesgándolo absolutamente todo. Así como lo leen, The Last Jedi es un nuevo punto de partida que cambiará el rumbo de la saga tal y como se le conocía hasta ahora y es probable que la respuesta de la crítica se divida al respecto. Rian Johnson nos deja en claro con esta película que todo lo que conocimos antes era memorable y de respeto, pero que ahora hay una nueva generación y por ende, debe haber muchos cambios. A partir de aquí cualquier cosa es posible, que la nostalgia se deseche y que los valientes, les guste o no, acepten el nuevo rumbo de la saga.
Se ha roto la ideología de lo que es bueno y malo, de lo que es ser Jedi y Sith, y explora nuevas probabilidades con una evidente escala de grises que humaniza de manera realista a la gran mayoría de sus personajes: el desarrollo de Rey -Daisy Ridley- y Kaylo Ren -Adam Driver- es uno de los más notorios y destacables, volviéndolos personajes maduros y completos cuyos propósitos terminan frustrándose hasta volverse ambiguos. Se acabaron los personajes planos o las leyendas del orden en la galaxia, y bienvenidos sean nuevos conceptos que se añadirán al universo Star Wars desechando lo que debe desecharse, y arriesgando todo lo que debe arriesgarse.
Como digo, la crítica y los más fanáticos pueden dividirse ante este suceso, pero nadie debe negar que Rian Johnson tuvo el valor para proponer y construir otra historia que aprovecha y enriquece de manera más interesante este maravilloso universo.
Pero claro, el film no es perfecto. Más que responder a cientos de preguntas que dejó JJ. Abrams en el tintero, Rian Johnson sólo las acrecentó. The Last Jedi responde algunos misterios, pero genera otros aún más importantes haciéndola ambigua e inconsistente.
El tema de algunos personajes desaprovechados también es un problema. ¿Qué hay del personaje de Benicio Del Toro, DJ, y Gwendoline Christie, Capitán Phasma? Desaprovechados totalmente y sin ninguna pizca de desarrollo, contrario a lo que vimos con personajes como el que interpreta John Boyega: Finn, o la nueva en el reparto, Laura Dern como Amilyn Holdo, que terminan siendo personajes mucho mejor construidos con elementos interesantes y hasta curiosos.
¿Y qué decir de Mark Hamill? Hay críticos que apuntan a que es probablemente su mejor interpretación y puede que tengan toda la razón. Ver a un Luke maduro que también sufre por el pasado, que también comete errores y se lamenta de ello, haciéndolo prácticamente de su papel como el elegido, quiebra por todos lados la estructura narrativa de El Viaje del Héroe, trascendiéndolo más allá de lo que ya era. En cuanto a nuestra princesa Leia, que lamentablemente falleció en el 2016, esta película tendrá un valor sentimental tan grande por poseer la última gran actuación de Carrie Fisher estando con vida y vaya que fue espléndida. Así te recordaremos.
El film tiene una esencia particular. Aunque estés presenciando las grandes hazañas de Luke Skywalker y Leia Organa, grandes y emblemáticos personajes de la trilogía original, la sensación que te deja esta película puede llegar a ser más ajena a Star Wars de lo que parece. Llegará un punto -y no tengas miedo si te lo digo- en el que ya no parecerá más Star Wars, y eso no es precisamente malo. Si la situación es así, si de repente ya no parece George Lucas -y esto me tomó mucho tiempo reconocerlo- no es porque Rian le ha arrebatado la esencia original a la franquicia, sino porque la ha hecho madurar a su manera. El propio Lucas lo alabó antes del estreno:
Se ha contado una nueva historia. Se ha fijado un nuevo camino. En pocas palabras, The Last Jedi no quiere que te quedes con la esperanzadora visión de The Force Awakens, la rechaza totalmente. Lo que apuntaba a ser un remake aburridísimo de Star Wars V: The Empire Strikes Back terminó siendo una dura visión, completamente desligada de la saga original que a más de uno le costará digerir y hasta aceptar, pero oigan, es mucho más preferible eso a una historia predecible y familiar. La película es una bofetada con guante blanco a todos los que nos adelantamos. Se respira madurez, desarrollo y hasta visión.
Con Rian Johnson al mando de esta franquicia, para bien o para mal, si lo aceptas o si no, tendremos Star Wars para rato. Un profundo, peculiar y maduro Star Wars para rato que aún puede llegar a sorprendernos.
Sinopsis:
“En Star Wars: Los últimos Jedi’ de Lucasfilm, la saga Skywalker continúa mientras los héroes de ‘Star Wars: El despertar de la Fuerza’ se unen a las leyendas galácticas en una épica aventura que revelará los antiguos misterios de La Fuerza y soprendentes revelaciones del pasado”.