[dropcap]C[/dropcap]hayo, en el argot periodístico, se refiere al dinero que de manera ilícita obtiene un periodista de alguien que pertenece a una cúpula de poder, con la finalidad de que guarde silencio, tergiverse o pondere algunos hechos sobre otros. Ningún periodista en su sano juicio reconocerá haber aceptado dinero para ejecutar alguna acción antiética; de hecho, el chayo es una práctica tácita que difícilmente se puede comprobar con papelitos.
Pero hay otro tipo de acciones que los periodistas ven con buenos ojos, no como un chayo, pues no hay dinero a cambio de complicidad. Por ejemplo, asistir a un convivio navideño o de fin de año es una acción normalizada entre el gremio, ¿qué de raro o ilícito tendría, por ejemplo, que la una universidad pública haga un convivio para periodistas? ¿O qué hay de malo en que un ayuntamiento quiera ser detallista con la prensa invitándola a cenar, so pretexto de las fiestas navideñas o de fin de año? Sobre todo cuando a veces esos gestos de agradecimiento y convivencia no la tienen ni los dueños de las empresas mediáticas para las que laboran los periodistas.
Pero, ¿quién paga los detallazos de fin de año, a veces disfrazados de rueda de prensa? Si es una empresa privada, ¡qué bien!, los gastos corren por su cuenta; pero cuando los detallitos provienen de una institución pública, ya no es tan lindo porque los gastos corren a cuenta del erario; y ahí sí a la prensa no se le ve incómoda por convivir ni por los regalos ni por las rifas de objetos o viajes.
Pero no hay que pensar mal de los periodistas, quienes finalmente asisten a los convivios navideños con toda inocencia (¡ajá!). Centrémonos mejor en las instituciones públicas que tienen el noble gesto con la prensa al “organizarles y pagarles” un convivio. ¿En qué radicará el emotivo gesto de Navidad o cierre de año? Le pongo algunas opciones, elija las que más le agraden o sugiera otras.
P.D. Estimado lector, si tuviera dinero, lo invitaría a un convivio navideño o de fin de año, pero sólo tengo una computadora, desde donde le tecleo mis mejores deseos para el año que termina y el que se avecina. Amenazo con regresar en enero.