Lado B
¿Qué nos ofrece Tarantino con su The Hateful Eight?
 
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
11 de febrero, 2016
Comparte
Héctor Jesús Cristino Lucas

Tarantino, Quentin Tarantino. El sujeto de la quijada grande. El Señor Marrón. El amante número uno de Battle Royale y la Royale with cheese.

El hombre referente inmediato de un séptimo arte cargado de referencias pop, de un cine creado a partir de un pastiche hilarante de mucho más que solo séptimo arte. El hombre que, con sus extravagantes tributos e influencias de toda clase de cine logró poner un ácido y degenerado punto y aparte desde su escandalosa Reservoir Dogs en 1992. El ejemplo perfecto de alguien que tomó la industria para hacerse un nombre, y no alrevés.

Por ello, desde el 92 (o aún antes con su poco conocida My Best Friend’s Birthday) hasta la fecha, se ha encargado de crear un hito y un legado que para muchos, de los cuales me encuentro, ha sido extremadamente sobrevalorado. Y con ello la crítica ha sumado un sinfín de comentarios divididos respecto a toda su filmografía. Están quienes lo tachan de predecible, de falto de espíritu por usar una y otra y otra vez los mismos giros argumentales sin siquiera innovar. Pero hay otros, cinéfilos empedernidos que amaron la fórmula tarantinesca de hacer cine, quienes halagan todo eso. Por ello no hay medias tintas con este sujeto, o lo amas o lo odias. No más.

Pero ese no es el punto. El punto sin duda es que Tarantino lo sabe y le importa poco quién lo ama y quién lo odia. Es una empresa viviente que sabe, que ama y que goza haciendo lo que hace. No hay misterio, por eso es que película tras película, Pulp Fiction tras Kill Bill o Django tras The Hateful Eight, nos demuestra su sello: “el chico malo del cine indie”. Y no parece cansarse en realidad, por eso es que causa gracia que profesores de cine, críticos y expertos en la materia aborrezcan la fórmula Tarantino, porque este hombre ha hecho de todo lo anterior, un estilo. Si hay que odiarlo, es porque hay que odiarlo. Si hay que amarlo, es porque hay que amarlo.

Cuando The Hateful Eight se estrenó con tanto escándalo e inconformidad, con tanta gente, que como ya explicamos odia y ama, en comentarios mixtos alborotados e indecisos, déjenme decirles, era de esperarse. Acostúmbrense, y es que hablamos de un sujeto, entiéndase bien, cuya fórmula-artimaña es crear cine no tan serio que parezca que lo sea. Por eso es que la gran parte de la audiencia no lo entiende, pretendiendo calificar el cine de Tarantino de la forma más simplista posible, o peor aún, tomándolo demasiado en serio.

The Hateful Eight es uno de esos proyectos ambiciosos que pudieron nunca estrenarse en pantalla grande. De hecho el director la considera la película más tediosa que haya hecho hasta la fecha, y no precisamente por problemas de índole creativa, sino más bien por diversos conflictos ajenos que retrasaron su realización. Primero, parte del guión que Tarantino había hecho como borrador, quién sabe cómo, se filtró por internet, y las críticas llovieron acusándola de misógina y racista, ya que en toda la historia se describía de forma despectiva a la mujer y a los hombres de color con la ya polémica palabra “nigger” repetida casi 49 veces.

Por ello, y este fue el incidente más renombrado en los medios de comunicación, Disney mandó a retirar la película de Tarantino del popular Hollywood Cinerama Dome que se tenía pensado estrenar el 25 de diciembre para darle el codicioso lugar a su película: Star Wars: The Force Awakens. Ahí fue cuando el Señor Marrón estalló en el programa radiofónico de Howard Stern, dando declaraciones y explicando el caso. Una de las principales fue: “Lo que ha hecho Disney es rencoroso, ruin y una extorsión. Me encanta J.J. (Abrams), no es culpa de la gente de Star Warssino de Disney”.

Sin embargo y pese a todo, The Hateful Eight siguió adelante convirtiéndose en uno de los estrenos más esperados de este 2016.

Al más puro estilo de varias de sus películas, como Kill Bill Vol. 1, The Hateful Eight se divide en capítulos para contar una historia de lo más sencilla, un western aderezado de violencia, misterio y comedia negra. Sin embargo, y para los que conocen el cine de este sujeto, sabrán que la simpleza de la hitoria esconde múltiples retruecanos ya característicos, estamos cara a cara con la fórmula Tarantino tal cual y en su máxima potencia. Con aquel que no sólo recicla los clásicos westerns en forma de tributo, sino que también se autorecicla así mismo. Todo aquí, sencillamente, es aquello que ya vimos.

Escenarios estáticos en donde los personajes desarrollarán diálogos extensos. Una comedia ácida y políticamente incorrecta, en conjunto con una violencia gráfica que todo fanático le resultará familiar. Véase también los misterios que engendran tensiones, haciendo de la historia más simple una oda de hilarantes sucesos que ocultan múltiples vueltas de tuerca. Es la combinación perfecta de todas sus películas en una sola. Por eso es que debe comprenderse el estilo primero, ya que otros la tacharían de una locura sin sentido. Fausto Ponce lo hizo en la revista Proceso, llegándola a tachar de “aburrida” por todos los elementos que hacen al cine de Tarantino.

Sin embargo, si tuviéramos que comparar, tiene grandes similitudes con su opera prima Reservoir Dogs, porque volvemos a estar frente a un grupo de desconocidos que ocultan un misterio, pero en un contexto al más puro estilo de su anterior trabajo, Django: Unchained, y según su director, se desarrolla en el mismo universo. Verán, Tarantino cree que si ingresas al increíble mundo de los westerns debes terminar haciendo tres películas de este género. Por ello, su más reciente film pudiera consagrarse como una secuela inconexa de su ya tan prometida trilogía. Razón por la cual el contexto histórico gira en torno a la guerra civil estadounidense, sea con Django durante, o sea con The Hateful Eight después.

En cuanto actuaciones, era de esperarse, tenemos el clásico elenco Tarantino volviendo a la pantalla como en épocas de antaño: Tim Roth, por ejemplo, que ya lo vimos en Pulp Fiction; Kurt Rusell de aquella tan extravagante película de la Grindhouse: Death Proof; y Michael Madsen que nos ofreció en el 92 el increíble baile con el “Stuck in the middle with you” en Reservoir Dogs. Mientras que, y como cerecita en el pastel, el mismísimo Samuel L. Jackson que ya lo habíamos visto en Django, haciendo otro de sus más grandes papeles, créanme. Y así, la lista de los 8 más odiados se completa con Jennifer Jason Leigh, Walton Goggins y el propio Demián Bichir.

En cuanto a calidad de imagen sólo basta decir que este western fue filmado con una cámara de 70 mm, algo totalmente fuera de lo común en la actualidad. Un formato muy usado en películas de los años 50s y 60s de 30 fotogramas por segundo, cuando las de hoy en día el estandar es de 24. ¿La razón? Bueno, es obvio. El que conoce a Tarantino sabrá a la perfección que los grandes tributos de este hombre no se encuentran escondidos sólo en el guión sino también en los tecnicismos, una técnica que no se había usado desde 1992 con Far and Away de Ron Howard. Un gran detalle que pretende incentivar a los nuevos cineastas a estrenar sus películas con este formato.

Y los efectos especiales, he de decir, son un deleite. El encargado fue nada más y nada menos que Greg Nicotero, un maestro de los efectos especiales, quien se dedicó al negocio luego de quedar sorprendido al ver el Tiburón de Spielberg en 1975. Es necesario darle un buen reconocimiento a este hombre ya que es el mismo que aportó los famosos efectos a la película de Robert Rodríguez, Sin City,Vanilla Sky de Cameron Crowe y The Green Mile de Frank Darabont; por cierto, fue éste último lo volvió a requerir para los efectos especiales de una de las series de horror más populares en la actualidad: The Walking Dead.

Así es, el mismísimo Nicotero es el encargado de darle vida a los aterradores zombies de esta serie, porque uno de sus más grandes ídolos sin duda alguna es Tom Savini, otro grande de los efectos quien fue partícipe de la famosa trilogía de muertos vivientes de George A. Romero.

Y luego de todo esto, y luego de escarbar en las entrañas de esta película vale la pena preguntarse, ¿qué nos ofrece Tarantino entonces con su The Hateful Eight? Pues bien, ¡un montón de Tarantino por supuesto! No hay que ser genio, son tres malditas horas de Tarantino sin parar. Tres malditas horas de nada más que Tarantino y ya. El montón de pastiche a los westerns del tipo John Wayne, diálogos a topes que se llevan las escenas, comedia políticamente incorrecta y una violencia azotadora que bañará la pantalla sin tapujos. No hay misterio, sólo es Tarantino haciendo al Tarantino. Es el reciclaje del séptimo arte y de sus propias películas… una vez más.

Por ello, la película queda estrictamente dedicada a los que gozan de su cine. El Señor Marrón parece dejarlo claro nuevamente. Si quieres sentarte tres horas enteras para ver a Tarantino porque conoces, entiendes y amas sus reglas, adelante, tienes todo el maldito permiso. Si no es así, ni te esfuerces. ¿Qué te puedo decir? El tipo hizo de su cine algo selecto. El chico rebelde de las películas indie sigue siendo el chico rebelde de las películas indie. Aquel a quien no le importa si irremediablemente lo amas o lo odias. Por ello resulta gracioso ver que aún haya críticos que intentan darle un comentario serio a algo que simula simplemente serlo.

Pero aquí va una motivación más, para aquellos que lo aman o lo odian respectivamente. Después de tantas películas, de tantas experiencias y odas viscerales, el cineasta hizo una inesperada declaración… está por retirarse del mundo fílmico. Lo único que necesita para lograrlo es llegar las diez películas y salir victorioso, o al menos, eso fue lo que confesó a la revista PREMIERE:

“No creo que uno deba quedarse en el escenario hasta que la gente le ruegue bajarse. Me gusta la idea de dejarlos pidiendo más. Siento que la dirección es una cosa de jóvenes y me encanta la idea de un cordón umbilical que una mi primera película con la última. No quiero ridiculizar a nadie que piense lo contrario, pero quiero salirme mientras sigo fuerte”.

Así que piénsalo, tú como fanático, crítico o profesor de cine, puede que esta sea una de las últimas veces que llegues a disfrutar (o aborrecer) algo de este rebelde del séptimo arte. De este Señor Marrón y su Royale with chesee.

https://youtu.be/gnRbXn4-Yis

[quote_box_center]Sinopsis: “Poco después de la Guerra Civil Norteamericana, en Wyoming, una caravana repleta de variopintos personajes -que incluye dos cazarrecompensas, un soldado confederado y una prisionera- es desviada a causa de un gran temporal de nieve. Sus miembros deberán aguardar a que amaine el temporal en un salón en el medio de la nada. La tensión entre ellos no tardará en surgir.”[/quote_box_center]

Comparte
Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
Suscripcion