Lado B
Black Mirror: La naturaleza humana vs. la tecnología
Hay algo como seres humanos que nos atrae hacia historias que nos hacen sentir miedo. Una parte de nuestro subconsciente disfruta estas versiones ficticias de realidades que nos alteran los sentidos, por eso hay tantas películas de fantasmas, de exorcismos, de zombies, de vampiros y demás escenarios sobrenaturales, que nos hacen aterrorizarnos, pero que al final los podemos sobrellevar porque sabemos que ese tipo de cosas nunca podrían pasar.
Por Shanik David @chaneke9
11 de octubre, 2015
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Hay algo como seres humanos que nos atrae hacia historias que nos hacen sentir miedo. Una parte de nuestro subconsciente disfruta estas versiones ficticias de realidades que nos alteran los sentidos, por eso hay tantas películas de fantasmas, de exorcismos, de zombies, de vampiros y demás escenarios sobrenaturales, que nos hacen aterrorizarnos, pero que al final los podemos sobrellevar porque sabemos que ese tipo de cosas nunca podrían pasar.

Y después, claro, tenemos las distopías. Uno de los géneros de ciencia ficción más fascinantes y a la vez que más ansiedad pueden llegar a generar, pues lo que hacen es plantear una realidad no muy lejana, en la cual el crecimiento de la tecnología o de la sociedad actual no sale del todo bien y poco a poco este velo de progreso empieza a caer frente a los ojos del espectador. Uno sabe que es ciencia ficción, pero se ve tan envuelto en una crítica social que uno no puede evitar pensar “carajo, eso puede pasar en cualquier momento”. Libros característicos de este género son Un Mundo Feliz, 1984, La Naranja Mecánica, El Planeta de los Simios«, o ya si nos queremos ver más actuales Los Juegos del Hambre entran dentro de esta clasificación.

Este género, debido a su complejidad por los escenarios que debe presentar, normalmente se ha desarrollado en libros, que posteriormente son adaptados al cine; pero en ocasiones aparecen cosas como Black Mirror, uno de esos programas que te generan ansiedad, temor, desolación, y no puedes dejar de ver.

Aquí me gustaría hacer un pequeño paréntesis. Como parte de la pequeña investigación que hago previa a cada entrega de esta columna, me puse a leer algunas notas y análisis que se han hecho de la serie, y lo que más me llamó la atención, es que lo primero que pensé con el primer capítulo del programa, es exactamente cómo lo definió Stephen King en un tweet: “It’s like The Twilight Zone, only rated R” (“es como la dimensión desconocida, pero clasificación para adultos”).

La premisa es sencilla: cada capítulo aborda una historia relacionada con una realidad de un futuro no tan distante, en el cual la tecnología ha llegado a cierto grado que “facilita” en exceso la vida de la gente. Pero los seres humanos no somos tecnología y siempre algo tiene que salir mal -claro, esto sin llegar a un escenario estilo «Terminator»-, sino que la realidad humana y la tecnológica siempre chocan.

[pull_quote_right]Este género, debido a su complejidad por los escenarios que debe presentar, normalmente se ha desarrollado en libros, que posteriormente son adaptados al cine; pero en ocasiones aparecen cosas como Black Mirror, uno de esos programas que te generan ansiedad, temor, desolación, y no puedes dejar de ver.[/pull_quote_right]

Así tenemos un mundo en el que puedes mandar a hacer una versión artificial de una persona que quieres y cuyos recuerdos y forma de ser se adaptan dependiendo de lo que haya publicado en vida en sus redes sociales. Otro en el que las personas tenemos incrustado un chip que almacena todos nuestros recuerdos y podemos acceder a ellos y compartirlos cuando queramos. Otro en el que podemos tomar fotografías con nuestros propios ojos, almacenarla, hacer zoom, e incluso bloquear a una persona que tengamos enfrente si no queremos hablar con ellos.

Todas estas cosas parecieran ser aspectos que nos gustarían existieran en nuestra vida diaria, pero uno debe tener cuidado con lo que desea. Ese ser que tomó el lugar de nuestro amado no es él en realidad. Ese acceso continuo a nuestros recuerdos nos puede obsesionar. Y el no poder ver a quien no queremos ver, no siempre es algo del todo bueno. Es el choque de la realidad tecnológica y la naturaleza humana. Claro, sumado a la crítica directa a la dependencia, o codependencia, que tenemos en la actualidad como sociedad en general a la tecnología.

Black mirror

Black Mirror

La serie fue creada por Charlie Brooker, un inglés que también está detrás de otra de las joyas de la televisión del viejo continente de la cual hablé en una ocasión anterior Dead Set. En alguna entrevista, Brooker explicó que el nombre de Black Mirror (Espejo Negro) es una referencia a todas las pantallas que nos rodean todo el día: televisión, computadora, celulares, todos cuando están apagados son un espejo negro que capta una imagen de nuestra realidad.

Hasta el momento sólo hay dos temporadas de la serie, de tres capítulos de una hora cada uno, y un especial de Navidad que es una de las mejores cosas que se han hecho para la televisión, en mi muy humilde opinión.

Por fortuna, y porque Netflix parece que viene al rescate de los geeks y locos de todo el mundo, la empresa de streaming ya compró los derechos y firmó un contrato con Charlie Brooker para la filmación de 12 capítulos más que llegarán a nuestros espejos negros en los próximos meses.

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Autor Lado B
Shanik David
Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Maestra en Derechos Humanos. Interesada en temas del derecho a la información, transparencia, combate a la corrupción. Geek y lectora asidua.
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